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Dar cenas está de moda

Aunque comer fuera o pedir un ‘delivery’ sigue a la orden del día, una nueva tendencia gastronómica se ha instaurado recientemente: dar comidas o cenas se ha puesto de moda

Cenas
Una mesa de Omer Gilony para la marca The Lane. Imagen proporcionada por Gilony.

Omer Gilony, set designer que se define a sí misma como curadora de la nostalgia, cree que “las cenas temáticas y originales y las experiencias gastronómicas son tendencia hoy y han llegado para quedarse”. Se explica tal éxito a causa de las redes sociales y de la tendencia mundial de documentar todas las reuniones sociales, así como la vida personal, y también arguye que la covid-19 cambió ciertos hábitos: “Mucha gente empezó a cocinar en casa y se ha convertido en su hobby. La artesanía y las artes fueron dos grandes ocupaciones durante aquella época, y dar una cena combina un poco de las dos, ya que puedes expresarte de forma creativa en la cocina y en la mesa. Y todo el mundo puede hacerlo”.

El poder de la mesa, de comer y beber juntos, es algo bien conocido por todos, también por las marcas y sus agencias de publicidad. “Crear una mesa memorable, algo que impresione a los invitados y les invite a experimentar con sus sentidos, hará que se destaque la identidad de los productos que quieran vender. Si se ponen en la mesa, junto a lo comestible, el evento tendrá la doble función de exhibir y dar de comer, y conjugarán una experiencia interactiva que será fotogénica y memorable”, explica Gilony.

Tal y como ya se auguraba con el auge del tablescapeel arte de poner la mesa con una marcada intención estética que ha poblado pantallas y eventos de esculturas de mantequilla, bandejas de plata, gelatinas futuristas y otros elementos comestibles y muy visuales—, cada vez más se celebran pequeños o grandes banquetes: en casa o en espacios ad hoc, de manera particular o como eventos de marca, para lanzar un perfume o una colección de ropa o para inaugurar una exposición de arte. Estas comidas y cenas que no paramos de ver tienen en común que son a lo grande, con un número elevado de comensales y un volumen todavía mayor de platos sobre la mesa, en una suerte de horror vacui o en una réplica de las ocasiones más festivas y señaladas del calendario, como la Navidad, las bodas o los cumpleaños.

Compartir una comida crea una experiencia multisensorial que permite que los invitados estén completamente presentes en ese momento. Imagen proporcionada por Oficina Amsterdam.
Compartir una comida crea una experiencia multisensorial que permite que los invitados estén completamente presentes en ese momento. Imagen proporcionada por Oficina Amsterdam.

Para Zana Josipovic y Naiara Sabandar, de Oficina Amsterdam, cantina y estudio de diseño gastronómico, “reunirse para compartir una comida crea una experiencia multisensorial que permite que los invitados estén completamente presentes en ese momento. Y todo es gracias a que la comida es algo muy tangible, íntimo y con lo que nos podemos relacionar fácilmente. Esto facilita que los invitados creen relaciones más cercanas, que tengan emociones profundas y guarden un recuerdo vívido de estos momentos”. Estas mismas razones, según Josipovic, son las que las marcan desean atribuirse: “usan una comida o cena para realzar y compartir sus valores, para que la gente conecte de manera más profunda con la marca, para crear una relación entre ellas y su audiencia que sea larga y leal”, explica, y no es difícil de comprender por qué esto es exactamente el deseo de un anfitrión al invitar a sus amigos a comer.

“Las mesas largas son el escenario perfecto para compartir experiencias comunales que incrementen el impacto del evento”, explica Martynas Kliucininkas, del estudio creativo gastronómico Le Banquet éternel. “En una era saturada con product placement y marketing de influencers, las cenas o comidas constituyen espacios más orgánicos y auténticos que son una reminiscencia de momentos cotidianos. Esto permite que las marcas se posicionen como más accesibles y fomenta un sentido de comunidad mayor entre su audiencia”. Él, como el resto de entrevistados, concuerda en que si dar cenas está de moda es por una necesidad global y creciente de establecer conexiones significativas y, también, por un mayor deseo de expresión creativa.

Cerámicas comestibles de Toutia Paris. Imagen proporcionada por el estudio.
Cerámicas comestibles de Toutia Paris. Imagen proporcionada por el estudio.

La convivialidad, el estar reunidos en la mesa, compartiendo comida, experiencia y diálogo, es el marco teórico alrededor del cual se ejecutan unos ágapes que tienen como eje una estética variada, pero lo suficientemente atractiva que es capaz de congregarnos a pesar de las vidas atomizadas e individualistas que imperan en nuestra época. El ritual que implica, sea diseñar y mandar una invitación como recibirla y pensar de qué forma participarás parece que nos atrapa, por fin, fuera de las pantallas. Según datos de Google Trends, el término dinner party ha sufrido un fuerte incremento en las búsquedas desde finales del 2023.

“Necesitamos conexiones significativas más allá de las recomendaciones algorítmicas”, analizan desde Death To Stock, expertos en tendencias. “Lejos de los girl dinner del año pasado, donde snacks mínimos con cero elaboración sustituyen comidas, y donde el apenas comer era tendencia, hoy vemos cada vez más platos elaborados y mesas familiares donde conversar de forma natural”. Los banquetes caseros y los esponsorizados por marcas llenan las redes sociales de comida y convivialidad y cada vez más a plataformas y supper clubs con una propuesta tanto gastronómica como interactiva: tanto para pasarlo bien con quien decidas, como para conocer gente afín.

Pastel convivial de Le Banquet Éternel. Imagen proporcionada por el estudio.
Pastel convivial de Le Banquet Éternel. Imagen proporcionada por el estudio.

Tracy y Théa, del estudio de eventos gastronómicos Toutia Paris, hacen referencia a la sociología cuando se les pregunta por esta nueva tendencia, y argumentan que es la herramienta necesaria para comprender por qué la comida ocupa un lugar central en nuestra sociedad, por qué posee un significado cultural y por qué impacta a tantos y tan diversos aspectos de nuestra vida, desde las cadenas alimentarias hasta la sostenibilidad. “Dar cenas es una forma de reflejar todo eso, de ir de la mano de las estaciones y de conectar con la naturaleza y sus ciclos, de representar una identidad, una cultura, un ritual y una forma de generosidad”.

Además, desde su punto de vida, “la comida que se comparte alrededor de una mesa genera la misma experiencia emocional y crea una memoria sensorial común”. Destacan que comer ha sido, históricamente, una manera de celebrar un momento importante, tanto feliz como triste, “porque tiene la capacidad de reunir personas, culturas y de crear rituales. A través de la comida se puede transmitir un mensaje y es un vehículo para que las personas vayan más allá de una idea o concepto determinados”.

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