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‘Tablescape’ o cómo la pandemia ha traído de vuelta el arte de poner la mesa

En un guiño a lo retro, vuelven las velas, los tapetes de ganchillo, las bandejas de plata y las montañas de mantequilla y de ‘croquembouche’ (e incluso de tortillas de patatas) como esculturas comestibles

Feisty Feast
La mesa puesta por Julia Khan Anselmo, de Feisty Feast. Imagen proporcionada por la marca.

La atención en la mesa no solamente redunda en el interior de los platos. Eligiendo una determinada vajilla, mantelería, cubiertos y otros elementos decorativos se puede llegar a recrear una temática, un paisaje. En un guiño a lo retro, vuelven las velas, los tapetes de ganchillo, las bandejas de plata y las montañas de mantequilla y de croquembouche (e incluso de tortillas de patatas) como esculturas comestibles. Al arte de poner la mesa, más de moda que nunca, hoy se llama tablescape.

“Un tablescape es una experiencia culinaria bellamente curada, normalmente en una larga mesa donde la comida se sirve de forma comunal. Requiere accesorios, decoración y, normalmente, una temática”, explican Charlotte Forsyth Wastell y Sofie Thompson, que desde la empresa de eventos Hands London diseñan las mesas donde se sientan a comer compañías como Ferragamo o Veja.

La tendencia, que llevaba algunos años cocinándose a fuego lento, arrancó a hervir en pandemia. El hecho de no poder salir a comer a los restaurantes animó a artistas, estilistas, diseñadores y otros apasionados de la gastronomía y la estética a hacer de la mesa un lugar interesante, bonito y, por supuesto, rico. La experiencia del restaurante se trasladó a las casas, donde la familiaridad y el control de todos los elementos ayudó a potenciar el juego, lo extravagante y lo barroco que habían quedado apartados de las mesas frente al minimalismo nórdico que sedujo durante la última década, en la que se eliminaron los manteles en las salas de restaurantes de alta cocina para disfrutar (o no) de las texturas de desnudas del mármol, la madera o el metal.

“Echábamos de menos comer en restaurantes. Nuestra respuesta al confinamiento fue cocinar en casa y convertir una cena en algo suntuoso y elaborado, con comidas que fueran decorativas, cubertería de plata, objetos antiguos, tapetes de ganchillo y manteles con mucha caída. Siempre fotografiábamos aquellas cenas y pronto nos empezaron a pedir que las abriéramos al público”, cuentan Forsyth Wastell y Thompson.

Julia Khan Anselmo empezó su proyecto, Feisty Feast, en 2014. Su idea: sentar a la mesa, a mujeres para que, juntas y frente a frente, exploren cuestiones del feminismo a través de la comida y otros temas clave. Khan Anselmo también sostiene que tras la pandemia se ha puesto de moda prestar atención a los detalles de la mesa: “todos hemos pasado mucho más tiempo en casa e incluso hemos invertido en vajilla y otros elementos para crear momentos más especiales”. Su estilo, que define como “romántico y limpio, sin ser demasiado empalagoso”, está inspirado por “el mundo antiguo y todo aquello que ha aguantado el paso del tiempo” y pone en el centro la comida: “no me gusta rizar el rizo e intento ser lúdica y creativa con cosas que poseo; al fin y al cabo, los alimentos son los protagonistas”.

Tanto las consecuencias del confinamiento como el rol de las redes sociales en nuestras vidas han sido los causantes de este resurgir del arte de poner la mesa. “Comer juntos es una experiencia universal y una forma simple de expresar el amor que nos profesamos. Sea por una pareja o por una amistad, ponemos todo el cuidado en la cocina y en un emplatado pensado. Creemos que Instagram ha jugado un gran papel en nuestra generación: queremos que las cosas del día a día, como la comida, sean placeres y bellezas a las que se les ha dedicado atención”, opinan Forstyh Wastell y Thompson.

“Poner la mesa con detalle se ha convertido en una tendencia desde el momento en que la mesa es un elemento central en las interacciones humanas y muy atractivo y visual. Subir todas esas imágenes a las redes sociales ha contribuido a magnificar nuestro interés por los tablescapes”, opina Monika Varšavskaja. Su formación en arte, diseño y fotografía y su interés por la gastronomía, la llevaron a aprender más sobre la cocina para poder fusionar lo visual y lo culinario como directora de arte y cocinera de experiencias gastronómicas para marcas de cosmética o revistas de moda.

Algunos elementos destacan por ser cada vez más presentes en los tablescapes. Todos los entrevistados señalan las esculturas de mantequilla como gran tendencia y cada uno indica otros también ubicuos: para Varšavskaja son los portavelas hechos con frutas y vegetales; para Forsyth Wastell y Thompson son los panes trenzados y los huevos rellenos, “productos simples que se convierten en algo bello y lúdico”; para Khan Anselmo son las torres y esculturas de frutas y de pastas dulces, “lo abundante está en boga y nos alejamos del minimalismo y la contención de los últimos años hacia lo decadente, pasado de rosca y extravagante. Es un momento divertido, experimental, refrescante para mí, en el que no hay reglas”.

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