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‘Supper clubs’, caterings con dirección de arte y rituales gastronómico: así se unen comida y diseño

Varios proyectos nacionales utilizan la comida como herramienta creativa con capacidad para comunicar y triunfan en galerías, eventos de moda e instalaciones

‘Supper clubs’, caterings con dirección de arte
Imagen de un evento de Fondo 'Supper club', en colaboración con Casa Antillón.Cristina Góngora

Algunas cosas han cambiado muy poco a lo largo de los siglos. La predilección por comer bien y la búsqueda de experiencias que nos hagan sentir cuidados y especiales han acompañado a nuestra especie desde hace largo. Sea cual sea el lugar o la condición, en la mesa más fina o en la barra del bar de la esquina, recibir un plato delicioso se corona como un momento irrepetible. Una experiencia que implica confiar ciegamente en alguien que te alimenta, entregando la capacidad de nutrirte a un tercero.

Hablar de experiencias gastronómicas implica retroceder mucho en el tiempo. “La colaboración del mundo de la cocina con otras disciplinas no es nueva […]. Si analizamos el término ‘experiencia gastronómica’ tal y como se entiende en la actualidad, se observan claros paralelismos conceptuales con lo que pasaba en las cocinas europeas más elitistas en la Edad Moderna.”, indica Magalí Ortiz en su trabajo de investigación sobre el libro Arte de Cocina, de Francisco Martínez de Montiño. ¿Qué tienen en común entonces un banquete de la corte del Rey Sol y un catering especializado en dirección de arte? La clara intención por sorprender, la implicación de los cinco sentidos y la forma de otorgar de significado y simbología a los alimentos.

Estas características pusieron en el punto de mira el trabajo de artistas como Laila Gohar (Egipto, 1988). Reconocida por su trabajo con la comida como medio creativo, fue una de las precursoras de este tipo de instalaciones en las que el alimento se convierte en algo interactivo con el que construir una historia. En España, encontramos esta tendencia al alza, con varias iniciativas que emplean espacios, materiales, referencias, conceptos y otras disciplinas artísticas para poner la mesa. Todas ellas tienen una intención: utilizar la comida y el alimento como herramienta creativa con capacidad para comunicar. En estos eventos efímeros, los comensales-asistentes son invitados a vivir la comida cuestionando las costumbres, jugando y sobre todo, compartiendo.

Los perfiles detrás de estos proyectos son muy variados. Fondo Supper Club lo forman cuatro creativas a las que unió la inquietud por la alimentación: Nora Silva, artista; Belén Cabello, diseñadora; Marta Moya, cocinera; y Sara Oldenburg, sumiller. Se conocieron creando el primer supper club, una cena-exposición junto a la artista Esther Merinero. Cenas privadas en las que gente desconocida se junta alrededor de una mesa para vivir una experiencia única a manos del equipo. Desde entonces crean eventos e instalaciones junto a galerías de arte u otros colectivos en las que la comida, siempre vegetariana, es utilizada como elemento narrativo. Quieren mostrar cómo no es necesaria la presencia de carne ni pescado en un catering. “Esto mismo y la presencia del arte y del diseño en nuestros trabajos es lo que empezó a atraer a marcas. Se ha entendido que la comida puede reforzar un concepto, una identidad”, cuenta Silva. De ahí que muchas firmas prefieran recurrir a este tipo de proyectos para llevar a cabo presentaciones e inauguraciones. Gabfoods es otro de los estudios de comida creativo especializado en eventos y catering, en el que el diseño y la puesta en escena tienen un papel importante.

En Barcelona, Tiberi Club, que comenzó en las reuniones de amigos que organizaban Helena Fradera, Miquel Ruiz, Rocío Iglesias and Roger Vila, ha “cocinado” para algunas marcas como Eastpack, Simuero, The Animals Observatory o Zara. “No somos un catering al uso. Cada proyecto empieza desde cero, y esto a veces es difícil de trasladar al cliente. No disponemos de un menú, sino que creamos junto a la marca una experiencia única que implica mucho más que comerse algo rico —que también—.”, cuentan. Entre sus trabajos destacan el babero-mantel, una calçotada en el campo en la que el mantel hacía a su vez de babero para todos los asistentes, creando un espacio unitario y colaborativo sobre el que comer. En sus instalaciones realizan “una revisión de las tradiciones, de las maneras del comer. Nos interesa mucho la antropología y la experiencia sensorial.” Incluyendo teatro, ambientación y escenografía, Food Rituals, proyecto desempeñado por Antonella Tignanelli y Sandie Hamon, también indaga en este campo. En 2021 llevaron a cabo una primera experiencia inspirada en el Midsommar, que tuvo una duración de casi doce horas. A esta la han sucedido otros banquetes inmersivos, siempre girando entorno a un ritual o festividad histórica.

¿Se prepararían este tipo de instalaciones si no existiese Instagram? Que la comida sea tendencia y la dirección de arte ayude a convertir un catering en una experiencia con más valor, tiene algunos riesgos. “Me niego a gastar 20 kilos de mantequilla, por mucho que quede una escultura preciosa. Nos encontramos en un momento en el que se valora más toda esa fantasía, que que tenga un sentido real detrás”, indica Laura Veraguas (Terrassa, 1984), creadora, junto a Andrea Esquirche (Barcelona 1989), del proyecto VER AGUAS. Bajo un paraguas que ve con mucha transparencia y respeto el mundo de la alimentación, realizan catering, eventos, formaciones y comidas privadas en casa. Siempre fieles a una filosofía que cuida tanto de productores como de comensales. “Trabajamos igual sea un evento de cuarenta que de doscientas personas. Mismos proveedores, mismo detalle en los procesos, misma calidad…”, cuenta Veraguas. Al final, al probar un bocado, el contenido importa tanto —sino más— que la forma.

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