Enseñanza superior para impulsar el talento rural
Las academias echan mano de la tecnología para formar a estudiantes de la España vaciada y aportar soluciones para frenar la despoblación
Poco más de 7,5 millones de personas (el 16% de la población) están empadronadas en municipios de menos de 30.000 habitantes, según datos del último censo de 2020. Pese a los avances, en algunas zonas de la denominada España vaciada ni siquiera es posible acceder a internet, como admite el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Casi el 10% de sus vecinos aún no pueden conectarse a cobertura de banda ancha de 30 megabites por segundo (Mbps), que es la velocidad necesaria para poder acoplarse a la Red con cierta calidad para trabajar y estudiar. Estos problemas de conectividad dificultan el acceso de multitud de servicios básicos y complican la posibilidad de que se establezcan negocios y empresas. También impiden que aquellos que quieran estudiar en remoto puedan hacerlo.
Conscientes de esta realidad, algunas universidades han puesto en marcha diferentes estrategias con el objetivo de fomentar la formación de talento en los pueblos (e incluso atraerlo). Y aquí el modelo de la Universidad online tiene mucho que aportar, ya que permite formarse desde cualquier punto del territorio. Basta con un ordenador y conexión a internet para matricularse y cursar una carrera. Esto adquiere aún mayor importancia en las áreas rurales y en los municipios pequeños, donde muchos jóvenes abandonan sus estudios al concluir la ESO.
Nuevas oportunidades
Lo saben bien en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), uno de cuyos empeños pasa por facilitar oportunidades para formarse y trabajar más allá de las grandes ciudades. “Con nuestro modelo podemos ayudar a reducir la brecha territorial, la económica y la de género”, sostiene la directora del Máster Universitario en Turismo Sostenible y TIC de la UOC, Soledad Morales.
Entre las acciones que impulsa esta universidad pública sobresalen las iniciativas de capacitación digital dirigidas a colectivos que viven o quieren instalarse en zonas rurales. Ofrece, asimismo, programas específicos en los que se aborda el impacto de las nuevas tecnologías en sectores tan importantes para el ámbito rural como el agroalimentario o el turismo, así como másteres y cursos de sostenibilidad medioambiental. También pone especial interés en la formación relativa al emprendimiento, para ayudar a buscar nuevos modelos de negocio que se puedan desplegar en los pueblos. De hecho, esta institución promueve programas de prácticas en empresas ubicadas en zonas rurales. Y no es casualidad que un número destacado de profesores, investigadores, alumnos y antiguos estudiantes residan en estas áreas. “Somos un agente clave en la lucha contra la brecha territorial, al proporcionar conocimientos e innovación y ayudar en la construcción de redes”, añade el investigador del Internet Interdisciplinary Institute de la UOC, Ricard Espelt.
Otra de las universidades que desde su nacimiento, hace 50 años, han apostado por acercar la formación superior allá donde no llegan otros centros universitarios convencionales ha sido la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). En su caso, proporciona a los alumnos un modelo híbrido semipresencial en el que se combinan las sesiones online con las asistencias a determinadas actividades. Esto es posible gracias a su enorme capilaridad por todo el país.
El hecho de contar con numerosas aulas universitarias repartidas a lo largo y ancho del territorio, e incluso en el extranjero, facilita que los estudiantes que viven en las áreas rurales puedan acercarse a las aulas. “Tampoco pedimos una nota de corte para acceder a los grados, porque lo que queremos es facilitar a los alumnos que estudien lo que más les apetece y les motiva. Nuestro objetivo es dotarles del máximo de oportunidades para que se abran todas las puertas posibles”, admite Noelia Córdoba, técnica en Orientación Académica y Profesional en la UNED.
Aunque esta institución proporcione recursos genéricos dirigidos a toda España, sus responsables conocen muy bien cuáles son las necesidades laborales de cada zona concreta, ya que están en contacto permanente con los agentes locales. “Pese a que somos una universidad a distancia, intentamos hacer una atención muy individualizada. Nos ponemos en el pellejo y en las circunstancias de cada estudiante”, añade Córdoba. Además de las materias que se imparten en las clases, la UNED dota a sus alumnos de las herramientas necesarias para que puedan poner en práctica todo lo aprendido y les conecten con el mundo laboral. Así, se llevan a cabo orientaciones específicas sobre cómo debe materializarse un proceso de búsqueda de empleo, cómo se elabora y modifica el currículo, qué pasos se deben seguir para adaptarlo a un proyecto profesional…
La UNED también participa en un programa de creación de empresas en regiones especialmente castigadas por la despoblación, como Castilla y León, Aragón, Castilla-La Mancha y Extremadura. La institución colabora de forma muy estrecha con proyectos locales para ayudar a fijar población y generar así trabajo y riqueza. “Hay que incentivar y acercarnos a esas personas que por diferentes situaciones no pueden estudiar una carrera, y decirles que sí es posible, aunque de otra forma y con otras metodologías”, concluye la técnica del Centro de Orientación y Empleo de la UNED, Laura Mesa.
Objetivo: retener al profesional
Ainara Zubillaga, directora de Educación y Formación en la Fundación Cotec, incide en la idea de que la formación superior a distancia en contextos rurales contribuye a garantizar la igualdad de oportunidades y a reducir la brecha territorial. Pero aporta un matiz interesante: una cosa es fomentar el talento “y otra muy distinta es retenerlo”. “Está muy bien ayudar a aquellas personas que se quieren quedar o que se plantean ir a vivir a entornos rurales. Pero eso no implica inmovilizar a nadie”, argumenta. Lo que debe hacerse, prosigue Zubillaga, es impulsar planes para que los pueblos tengan los requisitos suficientes en cuanto a las condiciones de vida, de servicios, de conectividad para trabajar, de empleo, de viabilidad económica… y, por supuesto, de educación.
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