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Extra Eventos

Ucrania revela el bajón de la influencia europea

La pérdida de centralidad de la zona, ensimismada en sus problemas, debilita su poder internacional

Arriba, Mario Laborie Iglesias, coronel del Ejército de Tierra y subdirector adjunto de Gestión Docente IUGM-UNED, y Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos e investigadora adscrita al Instituto de Estudios Internacionales UCM (centro), moderados por María Sahuquillo, jefa de la delegación de EL PAÍS en Bruselas y excorresponsal en Moscú.
Arriba, Mario Laborie Iglesias, coronel del Ejército de Tierra y subdirector adjunto de Gestión Docente IUGM-UNED, y Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos e investigadora adscrita al Instituto de Estudios Internacionales UCM (centro), moderados por María Sahuquillo, jefa de la delegación de EL PAÍS en Bruselas y excorresponsal en Moscú.Santi Burgos

El 24 de febrero de 2022 quedará registrado en los libros de historia como el día en el que, tras una pandemia y un mundo amenazado por los efectos del cambio climático, Vladímir Putin ordenó a sus tropas tomar las armas y resolver sus diferencias con Ucrania a golpe de metralla; ya hace más de 1.000 días de ello. También dio inicio a una invasión militar a una escala sin precedentes, con ataques que han causado miles de muertos y heridos, y que han puesto a Europa en máxima alerta. El fantasma de la guerra tocaba a las puertas de Europa. Al mismo tiempo, obligó al continente a mirarse al espejo y reconocer que su dependencia del combustible, forjada durante la Guerra Fría, había contribuido a una crisis energética que, lejos de ser un fenómeno reciente, era el reflejo de un problema profundo que llevaba tiempo gestándose, pero que nadie se atrevía a admitir.

Pero el conflicto también evidenció la debilidad del Viejo Continente en términos de defensa y seguridad. A pesar de su peso económico, la región mostró su incapacidad para responder con la rapidez y eficacia necesarias ante la agresión de una potencia externa. Las divisiones internas y la falta de una política de defensa común expusieron la vulnerabilidad de la zona, que ha delegado históricamente su seguridad en la OTAN, bajo el liderazgo de Estados Unidos. “La guerra lo ha cambiado todo”, afirmó Mario Laborie Iglesias, coronel del Ejército de Tierra y subdirector adjunto de Gestión Docente IUGM-UNED. “Europa ha perdido centralidad, porque lleva muchos años ensimismada en sus propias dinámicas, sus propios problemas”, agregó Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos e investigadora adscrita al Instituto de Estudios Internacionales UCM. La crisis del euro (que llevaron a las políticas de austeridad y posteriormente dieron paso al ascenso de la extrema derecha) marcó a la región en las últimas décadas. “La UE ha sido incapaz de gestionar de manera proactiva toda esa policrisis”, mencionó Ferrero.

Décadas de renuncia

“Hace décadas que Europa se desentendió de la defensa, confiándola a Estados Unidos, pero ahora nos enfrentamos a un escenario completamente diferente”, afirmó Laborie Iglesias. La invasión rusa, sin embargo, ha sido el catalizador de muchas de las decisiones que se han postergado durante años. “Ahora estamos acelerando procesos de defensa no por pura seguridad, sino también por una necesidad de mostrar poder en el escenario internacional”, aseveró Ferrero. Este cambio, sin embargo, ha sido reactivo y no parte de una estrategia claramente definida. Europa no solo busca proteger su territorio con más y mejores sistemas de defensa, sino también recuperar parte de la influencia que ha perdido en el ámbito industrial, que en otra época había sido una de sus mayores fortalezas. “El entorno estratégico es completamente distinto… Creo que Europa, desde hace siete años, ha perdido cierto poder de influencia en el mundo y la guerra en Ucrania ha sido un motor que ha acelerado ese cambio”, señaló el coronel del Ejército de Tierra.

El escenario se enreda aún más ante la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. El magnate ha mencionado que en un solo día podría poner paz en el conflicto. La Administración estadounidense tiene la capacidad y la voluntad de presionar a ambas partes para sentarse a la mesa de negociaciones. Sin embargo, este poder de presión se ha visto entre los expertos en este debate como una espada de doble filo: si se opta por una paz que favorezca a Rusia, podría significar una derrota para Europa y Ucrania, dejándolos fuera de las decisiones clave sobre el futuro de la región. “Esto generaría una pérdida de influencia para la Unión Europea, lo que algunos ven como una derrota estratégica”, dijo la profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos. Además, el proceso de negociación sin una participación activa de Europa socavaría las iniciativas diplomáticas y las inversiones políticas que Europa ha hecho en favor de la estabilidad regional.

Esto no solo afectaría la posición de Ucrania, sino que también podría abrir un espacio para el fortalecimiento de autocracias en la región, lo cual alimentaría las tensiones geopolíticas. “La gran cuestión es la Europa que surgirá tras un posible armisticio o acuerdo de paz”, abundó Laborie Iglesias. El papel de la UE es fundamental en esta negociación, porque será a la Europa posguerra la que tendrá que hacer frente a un nuevo escenario económico y político, que requerirá una mayor solidaridad entre los Estados miembros, ya que los costos de la reconstrucción y la estabilidad regional recaerán principalmente sobre ellos. “La reconstrucción de Ucrania será, sin duda, una de las grandes responsabilidades de Europa tras el conflicto. No solo se tratará de reparar infraestructuras, sino de abordar cómo trabajar estrechamente con los ucranios para reconstruir un futuro compartido”, mencionó Ferrero.

Pero antes de pensar en el futuro, pensemos en el presente. “La gran incógnita ahora mismo es hasta qué punto podrá sostenerse Ucrania en el campo de batalla”, dijo Laborie Iglesias. Las noticias recientes indican que Rusia —con tropas norcoreanas apoyando de su lado— ha logrado avances significativos en las últimas semanas y meses, lo que ha complicado la situación para las fuerzas ucranias, que en los últimos días han vuelto a usar misiles de largo alcance estadounidenses. “La pregunta no es si las fuerzas ucranias van a colapsar, algo que sería difícil de prever, sino cuánto más podrán resistir ante la presión de un conflicto que se intensifica”, añadió el coronel del Ejército de Tierra.

La UE, garante de la estabilidad del Mediterráneo

Nasser Kamel, secretario general de la Unión por el Mediterráneo.  
Nasser Kamel, secretario general de la Unión por el Mediterráneo.  S. Burgos

La región mediterránea es un crisol de culturas, economías y guerras que, a lo largo de la historia, ha sido escenario de tensiones geopolíticas que trascienden sus fronteras. Para Nasser Kamel, secretario general de la Unión por el Mediterráneo, la estabilidad y la prosperidad de esta zona es aún un sueño por lograr. “El conflicto palestino-israelí sigue siendo el epicentro de las tensiones para toda la región”, explicó Kamel en su intervención. 
La violencia de Gaza, sumada a la creciente polarización internacional, ha desbordado las fronteras de la zona, avivando la ira y generando una catástrofe humanitaria. Este conflicto ha desencadenado una serie de visiones opuestas, cada vez más enquistadas. “Hay un alto riesgo de alimentar la radicalización y el extremismo, no solo en el mundo árabe, sino aquí, en Europa, donde hay una gran diáspora de árabes-musulmanes”, dijo. 
Kamel destacó que el Mediterráneo, como un puente entre continentes, conecta a Europa, Oriente Próximo y el norte de África, convirtiéndolo en un eje estratégico. “Más del 20% del comercio marítimo mundial pasa por el Mediterráneo”, señaló. Ello convierte la estabilidad de la región en un factor crucial para la seguridad global. No obstante, los conflictos recurrentes han oscurecido su potencial. Pero no solo los conflictos bélicos afectan a la región mediterránea, también los desafíos del cambio climático acechan a la región. “[Lo ocurrido en] Valencia es un ejemplo de primer nivel que muestra lo que el cambio climático puede llegar a destruir”, advirtió. 
La Unión Europea desempeña un papel crucial en la estabilidad del Mediterráneo, ya que su seguridad está directamente vincu­lada a la de la región. “Europa no puede quedarse de lado”. Además, la creciente influencia de China y Rusia ha revelado un vacío de liderazgo europeo. “La competencia ha aumentado”, afirmó Kamel, destacando que la región mira hacia Europa cada vez menos como el único socio clave, lo que pone en riesgo la estabilidad y prosperidad de los países mediterráneos.

El vacío en el Sahel que aprovechan rusos, chinos e iraníes

Javier Colomina, representante especial de la OTAN en el flanco sur, durante su intervención por videoconferencia.
Javier Colomina, representante especial de la OTAN en el flanco sur, durante su intervención por videoconferencia. S.B.

La diplomacia tiene su tiempo propio. Segundos, horas, días, años. En la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid en 2022 se consiguió incorporar el llamado flanco sur como  nuevo concepto estratégico que estará presente en la política de la Alianza Atlántica durante la próxima década. En el texto se recogía que las regiones de Oriente Medio, Norte de África y el Sahel viven una serie de problemas que, agravados por el cambio climático, repercuten en la seguridad de los socios. Y no se olvidaba —en alusión a Rusia— de la “injerencia desestabilizadora” de otras potencias. 
Detectado el problema faltaba la persona y el cargo. Javier Colomina (Madrid, 1974) fue nombrado representante Especial de la OTAN para la Vecindad Sur. El puesto, nuevo, recuerda aquella frase de Truman Capote: “A quien Dios le da un don también le da un látigo”. 
El Sahel y el África Subsahariana acumulan una estratigrafía de problemas. Terrorismo, tráficos ilícitos o flujos migratorios que desestabilizan la zona. Y la ausencia. “Rusia, China e Irán han aumentado la presencia en la región porque la Unión Europea ha dejado un vacío”, explica el diplomático en un vídeo grabado. La OTAN quiere reforzar el flanco, incorporar una política de 360º e incrementar el número de países amigos. “Porque la zona sur también es un territorio de oportunidades”, zanja el especialista. 

La Alianza Atlántica goza de vitalidad

Ana Santos Pinto, expresidenta del Grupo de expertos del Sur de la OTAN.
Ana Santos Pinto, expresidenta del Grupo de expertos del Sur de la OTAN. S.B

La OTAN cumplió 75 años en julio pasado en un territorio que jamás imaginó tan cenagoso. La cumbre de Washington reunió a sus 32 miembros; Finlandia y Suecia ingresaron en 2023 y 2024, respectivamente, tras la invasión rusa de Ucrania. Sobre la mesa, el refuerzo del compromiso con el país; el incremento del 2% del PIB en gastos militares; cómo enfrentar la amenaza rusa —que llega hasta el Sahel— y el relevo entre el secretario general saliente, Jens Stoltenberg, y el exprimer ministro neerlandés, Mark Rutte. También sirvió para finalizar “las profecías [surgidas hasta 2020] de muerte cerebral de la Alianza”, recuerda Ana Santos Pinto, expresidenta del Grupo de expertos del Sur de la OTAN. 
Además se reivindicó el artículo 5º. Establece que “un ataque a un miembro de la Alianza representa un ataque a todas las naciones de la organización”. Es su piedra angular, y “debilitarlo supondría ponerla en peligro”, subraya Pinto, quien remarca que la “autonomía estratégica de la UE no resulta incompatible con la OTAN”. El tratado se blinda.

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