Más defensa para ganar seguridad
La guerra en Ucrania ha despertado a una Europa que se había dormido a la hora de sostener su propia industria militar y que desde hace décadas depende mucho de la protección de Estados Unidos. La nueva geopolítica requiere una mayor inversión para impulsar un sector ya muy competitivo a escala mundial
Quizá durante un breve momento, que a lo mejor coincidió con el nacimiento de la Comunidad Económica Europea (1993), el Viejo Continente quiso construir un paraíso. Ahora, ese intento son páginas de historia. La invasión rusa de Ucrania, el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca el próximo 20 de enero, la destrucción en Gaza, la Guerra Fría, que bajará aún más la temperatura entre Estados Unidos y China, y el yihadismo del norte de África prometen un planeta de incertidumbres.
Este párrafo en realidad es la frase de partida del primer encuentro Diálogos para la seguridad, organizado por El PAÍS en colaboración con el Ministerio de Defensa del Gobierno de España y Thinking Heads, y con el patrocinio de Escribano Mechanical & Engineering, GMV, Hispasat, Indra y Navantia. El foro, como resaltó la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, tiene “voluntad de continuidad” y, a su escala, ser una mirada analítica, al igual que desde 1963 lo es la Conferencia Mundial de Múnich: un centro de pensamiento sobre estas cuestiones, por lo que habrá que contar, en el futuro, con miembros de la Comisión Europea que se forma estos días. El comienzo se celebró el pasado lunes en el Museo Reina Sofía de Madrid.
En una jornada dedicada a la seguridad, la directora de EL PAÍS encontró una de esas frases que semejan un ciprés golpeado por el viento; cede pero no se rompe: “Nos enfrentamos a dilemas muy serios y probablemente habrá que explicar a nuestras opiniones públicas que no existe progreso ni cohesión social sin la premisa de la seguridad, sin la premisa de la estabilidad democrática”, subraya Pepa Bueno. España tendrá que repensar la entrada en un nuevo mundo con reglas distintas.
El Viejo Continente ha descuidado su seguridad. Nadie lo niega. Estados Unidos ha abdicado de ser el “vigilante planetario” de las democracias liberales y se enroca en sí mismo. Es una política que inició Obama, más interesado en el indo-pacífico que en Europa, y que multiplicará Trump. En 2018, Josep Piqué (1955-2023), un experto en relaciones internacionales, lo advertía: “Estados Unidos siempre ha basculado entre su vocación imperial y exportadora de sus valores e intereses y una tentación recurrente al aislacionismo”. También se justifica rápido —basta con leer el informe de Mario Draghi, antiguo presidente del Banco Central Europeo— la fragilidad.
Sector fragmentado
La industria naval y terrestre en la UE está muy fragmentada; algunos Estados miembros siguen comprando material de defensa en el exterior, en vez de recurrir a los mercados europeos, y la financiación resulta insuficiente para acometer una investigación (I+D) sólida. Pese a los vientos aullantes, las industrias de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio facturaron el año pasado 13.900 millones de euros en España, un 15% más que durante 2022. Y contribuyeron con el 12% al PIB industrial nacional.
Y quienes pisan el terreno todos los días apenas se sorprenden de la otra orilla. “Trump, para nosotros, es un estímulo: sabemos cómo piensa y las políticas que quiere aplicar; esto puede impulsar a España”, avanza el coronel Alfonso Barea, jefe del Área de Cooperación Multilateral en el departamento de Cooperación Internacional y Dirección Nacional de Armamento en el Ministerio de Defensa de España. Si fuese una partida de ajedrez sería semejante a conocer las primeras jugadas de tu rival. “Hemos vivido en la comodidad. Adquiriendo componentes porque procedían de Estados Unidos; y esta necesidad de recurrir ahora al mercado interior será buena”, pronostica Ángel Escribano, presidente de Escribano Mechanical & Engineering. La geopolítica también trae más cercanía entre la OTAN y la Unión Europea, a pesar de fuerzas negativas (Brexit) y la oposición de líderes como el húngaro Viktor Orbán. A la vez, Europa ha aprendido la lección sobre los peligros de la interdependencia con países potencialmente hostiles. “La preferencia estadounidense”, escribe José María de Areilza Carvajal, secretario general de Aspen Institute España y director de la revista Política Exterior, “por el proteccionismo tiene un lado preocupante, porque la integración de los mercados ha servido para sacar de la pobreza a millones de personas y multiplicar la prosperidad global”.
Bruselas conoce todas estas asimetrías y es una de las razones de que haya nombrado a un comisario de Defensa y Espacio —el lituano Andrius Kubilius— por primera vez. Habrá que ver qué margen tiene, porque al final las políticas de seguridad dependen de cada país, pero puede ser una forma “de que Trump no cumpla todas sus intenciones”, analiza Vicente Palacio, director de Política Exterior de la Fundación Alternativas y coordinador del informe La defensa europea y la Europa de la defensa. Veremos. “La industria ha hecho ambiciosas inversiones en los últimos años. El gran reto es pasar del 1,3% al 2% del PIB. Porque no tiene sentido que sigamos comprando fuera de las fronteras europeas”, matiza Ángel Escribano. Por ahora, mirando hacia las estrellas, Bruselas ha adjudicado al consorcio de Hispasat el sistema de Satélites IRIS2 (290 satélites multiorbitales), un proyecto de 6.000 millones de euros para hacer frente a Starlink de Elon Musk y Kuiper de Amazon. “Tenemos voluntad política y financiación; es ahora o nunca”, subraya Alfonso Barea.
El eje franco-alemán
Dentro de esas fragilidades que comentaba Draghi, hay una bisectriz que une dos puntos preocupantes. El debilitamiento del eje franco-alemán. La sala de máquinas europea tiene problemas en las catenarias. La incertidumbre política de ambas naciones ayuda poco. “Vamos a ver qué sucede. Existen propuestas de Francia y Alemania que no terminan de arrancar. Pero hace falta pelear por un mercado único de la defensa”, destaca Vicente Palacio. Tampoco hay dejar atrás al Reino Unido, que continúa siendo miembro de la OTAN y soporte de Ucrania.
En este retorno a tiempos pasados, el átomo vuelve a entrar en el diálogo. “No es ningún riesgo, sino una estrategia de disuasión”, detalla Barea. Tampoco Rusia lo necesita para conseguir sus objetivos, aclara Clara Portela, profesora de Ciencia Política de la Universidad de Valencia. Mientras, el experto Vicente Palacio recuerda que es “una situación que no tiene precedentes; la amenaza existe y es algo que no se podía pensar hace tres años. Esto de por sí me preocupa y Europa, sola, no aguantaría el pulso”, advierte. Lo que han demostrado ser eficaces —pese a que pueden tardar tiempo— son las sanciones. Da igual el sistema económico. El dinero es la principal arma de destrucción masiva.
Así ha cambiado una industria pujante
Carlos Martí Sempere, autor del informe La transformación de la industria de defensa, abordó los grandes cambios en el sector en las últimas tres décadas. Advirtió el experto que Europa enfrenta una notable desventaja en términos de inversión en investigación y adquisiciones de defensa, especialmente frente a China, que ya supera a los países europeos en gasto militar. “El sector de defensa está experimentando una transformación impulsada por las nuevas dinámicas globales y la evolución de las amenazas”, afirmó. En su intervención, destacó los avances institucionales logrados por la Unión Europea, como la implementación de la política de seguridad común tras los tratados de Maastricht y Lisboa. Además, subrayó la relevancia del Fondo Europeo de Defensa como una herramienta decisiva para modernizar la industria y fomentar un mercado común. En el ámbito económico, Martí Sempere señaló que la especialización industrial y la globalización de las cadenas de suministro han generado desafíos importantes, incluyendo la competencia internacional y la necesidad de garantizar el acceso a componentes estratégicos. “La fragmentación de los mercados europeos limita la capacidad de las industrias para ser competitivas frente a actores globales como Estados Unidos, que cuentan con cadenas de producción más integradas y economías de escala más amplias”, lamentó el experto.
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