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¿Es el comienzo de año el mejor momento para empezar o cambiar un hábito?

Los propósitos de año nuevo más repetidos son comer más sano, hacer más deporte, dejar de fumar o mimar más a las amistades. Pero la tasa de fracaso en los objetivos es altísima porque no solemos sopesar bien nuestras metas reales ni individualizamos la manera óptima de llegar a ellas

Habitos año nuevo
Fijar una fecha puede servir de base para iniciar un cambio, sin embargo, el comienzo del primer trimestre del año no es el mejor momento para ponernos a modificar nuestro estilo de vida.J Studios (Getty Images)

Cada mes de enero miles de personas consideran que están en el mejor momento para iniciar o cambiar un hábito. Esta idea suele arrastrarse desde el año anterior, y forma parte de un proceso de procrastinación al que se pone una fecha límite para arrancar el propósito que se tiene en mente —y que suele ser después del día de Reyes—. Entre los clásicos está comer más sano, dejar de fumar, hacer ejercicio de manera frecuente o intentar mimar más a las amistades. Fijar un punto de referencia temporal puede servir de base para iniciar el cambio, pero los expertos apuntan que, quizá, el comienzo del primer trimestre del año no es el mejor momento para ponernos a modificar nuestro estilo de vida.

La resaca de las Navidades trae consigo un periodo de vuelta a la rutina que coincide con el inicio de la temporada más fría del año en el hemisferio norte y, además, hay menos horas de luz. A esto le sumamos que entre regalos, planes hechos durante el mes de diciembre y rebajas, muchas cuentas bancarias se han quedado tiritando. Este cóctel de circunstancias es perfecto para sacar a relucir el famoso Blue Monday, un término que los medios de comunicación mencionan cada año y que hace referencia al tercer lunes de enero, el día que se considera el más triste del año: hace frío, el bolsillo está resentido y la mayoría de personas han vuelto a la normalidad. Pensar que en este contexto se está en un buen momento para afrontar la dificultad que supone iniciar un cambio de hábitos responde más a una motivación cultural que a una decisión realmente práctica.

Iniciar un cambio de hábitos a principio de año no es necesariamente positivo e incluso tiene sus contras. Aunque puede que poner una fecha concreta para empezar a cambiar algo de nuestra vida sí que ayude, esta fecha no tiene por qué ser enero”, apunta la doctora en psicología Rebeca Pardo Cebrián. “Lo que suele pasar es que solemos venir más o menos frescos de las fiestas y esto quizá nos mete en un estado más positivo con respecto a ciertos objetivos, nos hace que nos animemos en exceso a adquirir unos nuevos hábitos que son fáciles de escribir en un papel, pero no tanto de llevar a cabo”, concluye. Además, la también profesora e investigadora de la Universidad Europea de Madrid (EUM) insiste en que el concepto “propósitos de año nuevo” se ha banalizado en los últimos años convirtiéndose más en una costumbre que en una intención real de construir una serie de objetivos alcanzables a largo plazo. “El hecho de que se haya instaurado esta tradición de marcarnos unos propósitos de año nuevo hace que no sopesemos bien cuáles son nuestras metas reales y tampoco individualicemos la manera óptima de llegar a ellas”, añade la experta.

A veces, como venimos de las fiestas navideñas, estamos en un estado más positivo con respecto a ciertos objetivos. Ello hace que nos animemos a adquirir nuevos hábitos que son fáciles de escribir en un papel, pero no tanto de llevar a cabo.
A veces, como venimos de las fiestas navideñas, estamos en un estado más positivo con respecto a ciertos objetivos. Ello hace que nos animemos a adquirir nuevos hábitos que son fáciles de escribir en un papel, pero no tanto de llevar a cabo.Peter Dazeley (Getty Images)

Pese a que la estadística arroja que la tasa de fracaso de los propósitos de año nuevo es muy alta, no hay que desesperanzarse tan rápido. El problema de intentar cambiar radicalmente la rutina a comienzos de año suele partir del mal planteamiento que se hace al marcar los objetivos. Un ejemplo muy sencillo es el de una persona cuyo propósito es levantarse temprano cada día para salir a correr al menos una hora. Casi nadie sin un entrenamiento físico previo conseguirá correr durante ese tiempo el primer día. Lo ideal para conseguirlo es empezar corriendo a intervalos cortos o marcarse un tiempo de carrera más realista durante las primeras semanas. De esta manera, los pequeños progresos servirían como motivación. Lo interesante de esto es entender que obtener gratificaciones a corto plazo es clave para conseguir el objetivo final: hacer que un hábito se mantenga en el tiempo.

Para valorar la tasa de éxito de nuestro propósito, “hay que tener en cuenta que habrá más probabilidad de éxito si lo que nos planteamos instaurar es realmente importante para lo que queremos en nuestra vida. Esto es, si nos resulta de utilidad para lo que queremos o nos interesa de verdad”, en palabras del doctor en Psicología Francisco Javier Molina Cobos por la Universidad de Almería (UAL). “Dicho con otras palabras, si está al servicio de lo que nos importa. A partir de aquí habrá que plantearse ser parsimoniosos: ir alcanzando paulatinamente objetivos poco pretenciosos que, finalmente, configurarán el todo que perseguimos”.

Lo ideal para iniciar el hábito de hacer 'footing' a diario es empezar corriendo a intervalos cortos o marcarse un tiempo de carrera más realista durante las primeras semanas.
Lo ideal para iniciar el hábito de hacer 'footing' a diario es empezar corriendo a intervalos cortos o marcarse un tiempo de carrera más realista durante las primeras semanas.Westend61 (Getty Images)

El también experto en análisis de la conducta y profesor titular en la UAL hace hincapié en la importancia de tener presente el porqué y el para qué de lo que hacemos. Es decir, ser conscientes del esfuerzo que requiere instaurar o cambiar un hábito. Volviendo al ejemplo anterior, el futuro corredor deberá sopesar si el esfuerzo de madrugar para salir a correr le compensará a largo plazo en términos de salud y bienestar físico y mental. Si es así, no tiene sentido esperar al comienzo de un nuevo año cuando, además, sabemos que son unos días que, en general, resultan desapacibles. “Cualquier fecha es buena para empezar a hacer las cosas que realmente nos importan y queremos incorporar a nuestra vida. Otra cosa es que se busque una en la que se vaya a disponer de más tiempo u otras circunstancias que puedan hacer más probable la implicación en el nuevo hábito. Si no es por eso, no tendría mucho sentido posponer”, añade Molina.

Propósitos en negativo

El efecto “Año nuevo, vida nueva” es, para algunos, la excusa perfecta para tener carta blanca y hacer a placer todo lo que quieren cambiar antes de que llegue la fecha límite marcada en el calendario. Esto se da con los propósitos en negativo, es decir, cuando el objetivo es eliminar malos hábitos de nuestra vida como, por ejemplo, dejar de fumar o reducir el tiempo de uso del móvil. En estos casos, evitar iniciar un cambio drástico a partir de una determinada fecha resulta crucial, pues el esfuerzo y la falta de convencimiento son los dos elementos por los que el objetivo está, desde el principio, abocado al fracaso.

En el caso de los propósitos en negativo, el esfuerzo y la falta de convencimiento son los dos elementos por los que los objetivos están abocados al fracaso.
En el caso de los propósitos en negativo, el esfuerzo y la falta de convencimiento son los dos elementos por los que los objetivos están abocados al fracaso.Peter Dazeley (Getty Images)

Si la proximidad de la fecha genera tal incomodidad que se apura para hacer en los meses previos todo aquello que en el futuro se querrá evitar, buscar apoyo colectivo o ayuda profesional puede ser mucho más productivo que obcecarse con la fecha. “En estos casos hay a quienes el grupo les ayuda mucho porque sienten el compromiso con este y tienden a excusarse menos”, comienza su explicación Paul Pérez Palacios, psicólogo del gabinete Aquí y ahora. “Siempre que se pueda, construir la adquisición de un hábito en grupo es mejor que de manera individual, ya que podemos ver que nuestra experiencia no es ni rara ni exclusiva, y que al que tenemos enfrente también le pasa algo parecido”.

A falta de grupo, las parejas también son una buena opción: “Si los grupos suponen un problema, es bueno que, aunque sea, el cambio se pueda hacer con el seguimiento o ayuda de otra persona. Esto va a permitir que tengas a alguien con el que contrastar los avances, los miedos, etcétera”, anima el experto.

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