Cómo abordar traumas del pasado para conocerse mejor en el presente: “El recuerdo sigue ahí, pero ya no duele”
La terapia de desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares, avalada por la OMS desde 2013, permite procesar acontecimientos dolorosos que la memoria no es capaz de guardar en el cajón correcto. Pacientes y psicólogos cuentan su experiencia después de probarla
Elena P. llevaba ya varios años en terapia con la misma psicóloga. Había acudido a ella para trabajar alguna que otra cuestión que le perturbaba en el presente y adquirir herramientas para gestionarlas. Trabajaban principalmente desde la corriente cognitivo-conductual, una de las terapias más estudiadas y que vincula pensamiento y conducta. Sin embargo, cuenta, un día le propuso “indagar en unas emociones que se repetían, explorar de dónde y cuándo venían”. En las sesiones que Alberto Ruiz (Madrid, 38 años) trabaja con su psicólogo también abordan respuestas comunes a situaciones que le generan un gran estrés. Descubrió que lo que le provocaba aquello no habían sido grandes traumas, sino momentos vividos en la infancia que no recordaba. “Acabé conectando situaciones, descubriendo quién me había provocado ese estrés”, explica Ruiz.
En los casos de ambos pacientes se empleó la terapia de desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares (EMDR, por sus siglas en inglés), un tipo de abordaje psicoterapéutico para reprocesar eventos traumáticos avalado desde 2013 por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Como señalan los expertos, este tipo de acontecimientos que ocurrieron en el pasado, y que no se han podido procesar en nuestro cerebro correctamente, tienen un gran impacto en el presente, afectando notablemente a nuestras relaciones. Además del EMDR, existen otro tipo de terapias con el mismo fin.
En década de los ochenta del siglo XX, la psicóloga estadounidense Francine Shapiro descubrió que los movimientos oculares voluntarios de un lado hacia el otro reducían las emociones negativas asociadas a sus propios recuerdos de episodios dolorosos. La técnica se probó con pacientes que sufrían trastorno de estrés postraumático, como excombatientes de la guerra de Vietnam y víctimas de abusos sexuales. Años después se estableció un protocolo clínico vigente.
Vicente Alcántara, psicólogo general sanitario y consultor en EMDR, explica el funcionamiento de la terapia: “Mientras el paciente hace movimientos oculares (o cualquier otra estimulación bilateral del cerebro) le vienen a la mente partes del recuerdo traumático u otros recuerdos”. La estimulación bilateral facilita la conexión entre los dos hemisferios cerebrales, logrando el procesamiento de la información y la disminución de la carga emocional. También se puede realizar mediante la escucha, o la kinestesia (golpes sobre las manos o los hombros del paciente). “Cogemos el recuerdo que produce ese malestar porque se había guardado en un cajón que no era, lo reprocesamos y después lo desensibilizamos con esta terapia, es decir, lo guardamos en el cajón correcto de nuestro cerebro. El recuerdo sigue estando ahí, pero ya no duele”, pone de ejemplo el psicólogo con consulta privada en Palma.
Elena P. confiesa que en las primeras sesiones de EMDR le costaba conectar con las emociones que estaban trabajando en consulta. “Estaba un poco disociada de ciertas situaciones en mi vida y creo que por eso no era capaz de visualizar una imagen concreta en un momento doloroso”, relata. Añade que, con la evolución de la terapia, esas dificultades fueron desapareciendo: “Conseguí localizar qué era aquello que me disparaba ciertas emociones y que se repetía tanto en mi vida”.
“El trauma es un acontecimiento aislado en la memoria, pero la vida continúa. Eso quiere decir que nos perseguirá en el tiempo presente, creándonos dificultades en diversos sentidos”, matiza Alcántara. En psicoterapia se diferencia los traumas complejos ―aquellas situaciones en las que la persona temió por su vida, como un accidente de tráfico, una catástrofe o una agresión― de los simples, que son aquellos eventos que se dan de manera repetitiva como acoso escolar, peleas en casa, ausencia emocional, exigencia, críticas, invalidación...
La psicóloga Marta Segrelles explica que, aunque en la teoría están diferenciados, en terapia muchas veces se encuentran con que “los traumas simples y los complejos van de la mano”. La terapeuta con gabinete psicológico en Barcelona explica que además del EMDR existen otras terapias que han sido probadas para el reprocesamiento del trauma, como la somática o sensoriomotriz, o de Sistemas de Familia Interna. Segrelles aborda precisamente los traumas que se producen en los vínculos afectivos y que producen disfunciones en el apego. Ella trabaja a través de una terapia integradora de varias de estas corrientes para reparar esas formas disfuncionales de relacionarse y regular el sistema nervioso.
Un viaje emocional para el que hay que estar preparado
Indagar en el pasado tiene un coste emocional, como cuenta Elena P.: “Al principio salía muy removida con una resaca emocional que me duraba días”. Alberto Ruiz lo describe así: “Conectar esas emociones y situaciones es como tener una segunda oportunidad para enfrentarte a ellas de otra forma”.
Sin embargo, como explica Segrelles, el trabajo de reparación del trauma no es volver al punto de partida y pretender que aquello que alteró nuestro sistema nunca hubiera ocurrido. “Lo esperable es que esa herida se convierta en cicatriz. Algo que se repite mucho en esas ocasiones es la sensación de sentirse atrapado, de que algo nos supera, y eso habla de que hay algunos aspectos emocionales que no hemos podido adquirir cuando teníamos que hacerlo y necesitaremos conseguirlos más adelante”, añade la psicóloga, que también advierte que no siempre se puede realizar este tipo de abordaje psicoterapéutico del trauma. “Hay veces que cuando la persona toma consciencia de las secuelas que el trauma le ha dejado quiere repararlo deprisa, y en ocasiones este proceso es más lento de lo que desearíamos, también porque en ocasiones hay que escuchar los ritmos y saber si realmente estamos preparados o no para abordar una cuestión”, explica la psicóloga. “Para poder reparar el trauma es necesario que exista cierta seguridad en el presente”, añade.
Elena P. agradece el autoconocimiento que ha adquirido con este tipo de abordaje psicoterapéutico. “Me ha permitido tomar conciencia de situaciones anteriores que yo había normalizado, pero que en realidad habían sido dolorosas o traumáticas. A través de esa consciencia, puedo identificar ciertas situaciones y gestionar las emociones que me producen de una forma mucho más sana”, cuenta. Ruiz también coincide en los beneficios del abordaje de las emociones relacionadas con el trauma. “Me permite ser más benévolo conmigo mismo, no huir de mis propias emociones”, celebra.
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