Andrea Cheong, autora de ‘¿Por qué no tengo nada que ponerme?’: “No somos capaces de alinear nuestros valores con nuestra manera de vestir”
La creadora del método ‘Mindful Monday’, una guía de cinco pasos que invita a pensar críticamente sobre la ropa, propone recuperar el control de los armarios mediante estrictas auditorías para prescindir de lo que nunca se usa y evitar compras innecesarias
¿Por qué creemos que ese vaquero, igual a otros cinco que ya tenemos, pero de un tono sutilmente más oscuro, nos va a cambiar la vida? ¿Por qué compramos siempre variaciones de la misma prenda? ¿Por qué tenemos el armario a reventar, pero cada mañana constatamos, frustrados, que no tenemos nada que ponernos? Preguntamos a Andrea Cheong, autora del libro Why Don’t I Have Nothing to Wear? (¿Por qué no tengo nada que ponerme?), que acaba de publicarse en el Reino Unido, y dice que estamos ante un conflicto universal que las marcas de ropa se han encargado de solucionar (o de complicar) produciendo muchas variaciones de la misma prenda.
Cheong, también ilustradora y creadora del método Mindful Monday ―una práctica que implica tomarse unos minutos el lunes por la mañana para reflexionar sobre objetivos, establecer intenciones y practicar la atención plena―, propone aplicar a la compra de ropa los principios de la vida consciente. Cree que el desorden se sustenta sobre una mentira universal: siempre pensamos que cada adquisición será mejor que la anterior y nos acercará un poco más a esa entelequia que deseamos encontrar a la que llamamos estilo personal.
La autora, que cuenta con casi 130.000 seguidores en su cuenta de Instagram, contesta a este cuestionario vía email. Es rápida y drástica. Recomienda auditar rigurosamente el armario al comienzo de cada temporada para desmontar mentiras piadosas, determinar realmente qué tenemos, dejar de comprar duplicados, y reducir la frustración que sentimos frente al armario y que ella llama “fatiga por decisión”.
PREGUNTA. ¿Por qué hemos perdido el control sobre nuestro armario?
RESPUESTA. Porque en lugar de detenernos a pensar cómo compramos, nos lanzamos a acumular cosas para tratar de construir nuestro estilo personal, influidos por los medios de comunicación, las redes sociales, los famosos y la cultura de internet, y no por la calidad de la ropa o la utilidad que realmente le vamos a dar.
P. ¿Por qué compramos varias veces la misma prenda?
R. Compramos repetidamente variaciones de lo mismo porque romantizamos cómo será un fin de semana o una salida nocturna si estrenamos algo. Es esa búsqueda la que nos provoca el chute de dopamina. Una vez que tenemos la prenda, la usamos y comprobamos que nada ha cambiado, se nos pasa y nos sentimos culpables. Pero como seguimos creyendo esa fantasía, la próxima vez que veamos otro gran vestido (ya habremos olvidado que se parece a otros tantos que ya tenemos), repetiremos el patrón para buscar más dopamina.
P. ¿Por qué su nuevo libro es una queja universal?
R. No somos capaces de alinear nuestros valores con nuestra manera de vestir. Hay muchas interferencias. Sacrificamos conciencia por conveniencia. Buscamos marcas que nos representen, pero luego nos convertimos en sus súbditos, cuando realmente la ropa debe ser una herramienta a nuestro servicio. Si no entendemos, nos estresamos y acabamos convencidos de que no tenemos nada que ponernos.
P. ¿Es posible recuperar el control de nuestros armarios?
R. Mi método Mindful Monday es una guía de cinco pasos para ayudar a las personas a pensar críticamente sobre su ropa. Empieza con una estricta auditoría del armario que proveerá de varios filtros importantes. Por ejemplo, qué materiales no van contigo o qué marcas, a pesar de que crees que te gustan, acaban en el bulto de lo que nunca te pones. Luego debes preguntarte si estás cómoda con tu presupuesto dedicado a comprar ropa y qué motivación hay detrás de tanto gasto. Porque, incluso si nos podemos permitir nuestros hábitos de compra, siempre habrá un lugar mejor donde invertir el dinero que el armario ―¡y eso que a mí me gusta mucho la ropa!―. El tercer paso es determinar qué quieres conseguir con la ropa, cuál es su misión en tu vida. El cuarto, entender cómo luce una prenda de buena calidad y el quinto, aprender a leer la composición de una prenda en la etiqueta.
P. ¿Cómo se audita un armario?
R. Hay que crear cuatro pilas de ropa: ropa para guardar (por ejemplo, la de verano que estamos a punto de guardar); ropa que no quieres (es muy importante examinar esta pila, observar su calidad y si hay alguna marca recurrente); ropa para donar y regalar (después de un año de auditorías de armario esta pila se reducirá significativamente), y ropa que necesita algún arreglo (recomiendo revisar esta pila cada vez que sientas necesidad de comprar algo nuevo). Animo a la gente a que haga una auditoría cada temporada para que solo queden a la vista las prendas que va a necesitar.
P. ¿Qué ventajas supone hacer esas auditorías de manera frecuente?
R. Ganas poder sobre tu armario y no te cuesta nada. Sabrás exactamente cuáles son las prendas que usas cada día y cada semana, y si hay lagunas en el armario que te impiden vestirte fácilmente. La mayoría de los compradores quieren encontrar su estilo, pero temen repetir prendas. Sin embargo, tu sello distintivo es precisamente la confianza para usar lo que te gusta, aunque sea todo muy parecido. Y eso es muy sostenible.
P. Dice que el 70% del guardarropa debe ser fondo de armario, ¿cómo reconocer un básico?
R. Los básicos son muy personales. Por ejemplo, muchos consideran los vaqueros como fondo de armario, pero otros apenas los usan. Tus básicos serán los que sobrevivan una y otra vez a la auditoria del armario, a pesar de la estación. Y sí, creo que un armario eficiente debe estar constituido en un 70% por básicos.
P. ¿Por qué? ¿No es muy aburrido?
R. Porque son los cimientos de casi todos los looks. La auditoría no prioriza la ropa en función de lo bonita o lo cara que es, tampoco de las marcas que en teoría pueden dar valor a tu armario. Se trata de igualar el valor de la ropa, de modo que si te sigues poniendo una camiseta que ya tiene una década, esta será igual de valiosa que cualquier otra prenda del guardarropa. Si confías en tu armario, las microtendencias, los hypes de marcas que aparecen de la nada y las compras por impulso serán menos tentadoras.
P. ¿La ropa buena tiene que ser cara?
R. Es posible encontrar ropa de buen nivel a cualquier precio, pero el desafío al que nos enfrentamos como compradores es que cuando se produce en exceso, como ocurre ahora, es difícil identificar los artículos bien hechos, pues se imponen criterios comerciales como la obsolescencia programada. El precio de una pieza nunca es una indicación fiable de su calidad ni de su pretendida sostenibilidad. Yo recomiendo darle la vuelta a las prendas: si son tan bonitas por dentro como por fuera, suele ser una buena señal.
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