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Gracias a la sostenibilidad la segunda mano ya no es cutre: “Cada vez está más de moda”

Las aplicaciones de venta entre particulares triunfan, Wallapop ha crecido un 200% en dos años, y la tendencia se abre paso en supermercados y tiendas de lujo. La inflación también empuja la venta de ropa, tecnología, bicicletas o libros usados

Humana Vintage
Varios jóvenes buscan ropa de segunda mano en la tienda Humana Vintage de la calle Hortaleza de Madrid.INMA FLORES
Miguel Ángel Medina

Comprar un móvil o una sudadera de segunda mano en España ha estado considerado durante años como algo cutre. Pero la conciencia ecológica, y ahora también la inflación, están transformando la mentalidad de cada vez más personas, que se lanzan a comprar productos usados sin complejos. Lo usado, ahora, es cool, sobre todo entre los jóvenes. Gran parte de culpa la tienen aplicaciones como Wallapop —cuyos envíos han crecido un 200% en dos años— o Vinted, que permiten la compraventa entre particulares y juntos suman 23 millones de usuarios mensuales, casi tantos como Milanuncios (22 millones), web que el año pasado movió 5.600 millones en transacciones. Todo es susceptible de reutilización, de coches a bicis y de muebles a libros. Y se empiezan a romper antiguas barreras: la ropa vieja se convierte en vintage y la segunda mano entra en grandes supermercados, tiendas de moda y en el mundo del lujo.

La tienda Humana Vintage de la calle Hortaleza, junto a la Gran Vía de Madrid, ejemplifica esta tendencia. En el escaparate, maniquíes con prendas antiguas. Dentro, paredes de ladrillo visto, tubos de metal y música animada acompañan a la ropa, original y de colores chillones, que parece sacada del mercadillo londinense de Portobello Road. La palabra vintage se lee por todas partes. La única diferencia con una tienda de ropa nueva es que aquí las prendas no valen 50 o 100 euros, sino diez veces menos. Hay jóvenes y turistas; se escucha inglés y francés.

Una joven miran prendas usadas en la tienda Humana Vintage de la calle Hortaleza de Madrid.
Una joven miran prendas usadas en la tienda Humana Vintage de la calle Hortaleza de Madrid. INMA FLORES

“Comprar de segunda mano ya no se considera cutre, cada vez está más de moda entre los jóvenes”, dice Marian Ortiz, de 19 años, que lleva en la mano varias sudaderas a cinco euros cada una. José Luis Miñarro, de 25, suele comprar gorros, pañuelos, chaquetas y camisetas usadas: “Es más económico, más ecológico, más original y tiene un punto creativo, te sales de la moda que lleva todo el mundo”. Mar García, de 21, viste con varias prendas de segunda mano y pone el acento en la sostenibilidad: “No compro ya casi nada nuevo, hay demasiadas cosas fabricadas que se pueden aprovechar para no producir más”. En esta tienda no solo hay veinteañeros, aunque son mayoría. Pedro Quiñones, de 43, busca un chaquetón: “La segunda mano se está quitando la etiqueta de pobre, ya la compra cualquiera”.

La marca ha pasado de 36 locales en 2015 a 48 en 2022 —la mayoría en Madrid y Barcelona, siete de ellas vintage— y a casi doblar las prendas vendidas en ese periodo (de 3,18 millones a 5,91 millones). “Estas tiendas antes tenían la ropa amontonada, tipo mercadillo, pero ahora están refinando la experiencia para darle un tono ordenado y cool, dice David Cordón, profesor de comportamiento del consumidor en la Universidad Complutense. Marina Márquez, presidenta de la ONG Visión Circular, da otra idea: “En el norte de Europa, comprar de segunda mano lleva años siendo tendencia, y por fin se empieza a trasladar también a España”.

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Albert Vinyals, experto en psicología del consumo en la Universidad Autónoma de Barcelona, lo resume así: “En España hemos estado malcriados como consumidores y marcados por el qué dirán, por eso la segunda mano estaba mal vista y lo queríamos todo nuevo. Pero está habiendo un cambio de valores impulsado por la mayor conciencia ambiental. En esto ha tenido mucho que ver la pandemia, que nos ha hecho reflexionar más sobre cómo compramos. Ya no vales menos por llevar algo usado”. Según una encuesta de Milanuncios, el 70% de los consumidores afirma haber comprado algo de segunda mano, principalmente por precio (77%) y por sostenibilidad (39%).

Cordón, de la Complutense, tercia: “La sociedad española está virando hacia los productos reusados, sobre todo en las franjas de 30 a 45 años, como muestran cada vez más estudios”. En su opinión, se debe en gran parte a las apps que permiten la compraventa entre particulares, como Wallapop (17 millones de usuarios al mes en España) o Vinted (seis millones), especializada en ropa: “Son plataformas sencillas e intuitivas, se usan en el móvil, y además es un mercado automático, puedes ver miles de productos desde casa, elegirlos, regatear, y luego quedar con el vendedor o pedirle que te lo envíe. Ahorras tiempo y dinero y es más ecológico. Esa sencillez está derribando muchas barreras”.

Sol Rodríguez, con varias zapatillas y botas compradas de segunda mano a través de Wallapop y Vinted.
Sol Rodríguez, con varias zapatillas y botas compradas de segunda mano a través de Wallapop y Vinted.kike rincón

Zapatillas descatalogadas

Sol Rodríguez, argentina de 26 años, descubrió Wallapop al irse a vivir a Barcelona, porque necesitaba muebles baratos. “Empecé por un tema económico, pero luego me enganche a la economía circular”, cuenta. Desde entonces, ha comprado cámaras de fotos, libros, ordenadores, ropa… “Y unas zapatillas que ya no se fabricaban y me encantaban”, dice. Se lo recomienda a todos sus amigos. “¿Para qué comprar algo nuevo si ya existe y alguien no lo usa?”. Manel Lende, barcelonés de 45 años, busca en la app juegos de mesa, de cartas y coleccionismo. “Tengo un grupo de amigos que quedamos para echar partidas de juegos de mesa modernos. Algunos ya no se venden, así que si los consigues de segunda mano se valoran muchísimo”, apunta.

Manel Lende junto al juego de mesa Pueblo que ha comprado de segunda mano por Wallapop.
Manel Lende junto al juego de mesa Pueblo que ha comprado de segunda mano por Wallapop. Albert Garcia

Jon Kareaga, activista ambiental de 24 años, ha ido más allá y ha sellado una alianza con la aplicación para camperizar una furgoneta [convertirla en caravana] solo con productos comprados en Wallapop. “Se puede comprar de todo de segunda mano, de maderas a tornillos y de bisagras a placas solares”, explica. “La sostenibilidad para mí es fundamental, y el coste ambiental de las cosas usadas es cero, tan solo el transporte”, prosigue.

La furgoneta que el activista ambiental Jon Kareaga está 'camperizando' con productos comprados en Wallapop.
La furgoneta que el activista ambiental Jon Kareaga está 'camperizando' con productos comprados en Wallapop.

Esta nueva realidad ha llevado a crear la Asociación Española de Segunda Mano (Aesema), de la que forman parte Cash Converters, Milanuncios, Wallapop, CeX y Game (estas dos últimas venden sobre todo móviles, informática y videojuegos). Según Blanca Piédrola, portavoz de la entidad, Aesema pretende “dignificar este tipo de comercio” y “mejorar la normativa para el sector”. Piédrola trabaja además en Cash Converters, que tiene 73 tiendas por toda España donde se compran y venden todo tipo de productos (salvo ropa), sobre todo móviles, electrónica, informática y pequeños electrodomésticos. Su cifra de negocio aumentó un 19% en 2021 y en lo que va de año han crecido un 12%.

El escaparate de su local en Tetuán (Madrid) hay joyas y ordenadores, de violines a una PlayStation 2. Carritos de bebé por 89 euros, portátiles por 200 y cascos de moto desde 25. “Viene un cliente familiar recomendado por otros amigos a los que una compra ha salido muy bien. Los precios son entre un 10% y un 50% más baratos, se pueden comparar con el precio original”, explica José Hernández, que atiende a los clientes. Uno es Eduardo Bórquez, chileno de 45 años: “Estoy de visita, pero en Chile suelo comprar electrodomésticos y videojuegos de segunda mano, son mucho más baratos y están casi nuevos”. Su hijo toquetea un patinete eléctrico. Una joven compara varios modelos de móviles (algunos no han salido de su embalaje original), mientras Guillermo de la Obra, de 68 años, revisa los taladros. “Me gusta buscar ofertas baratas. Estoy mirando un arrancador de batería, que es difícil de encontrar, y vale solo 49 euros. Pero voy a preguntarle a un dependiente si funciona”. De hecho, los productos usados tienen dos años de garantía.

Una de las tiendas de Cash Converters.
Una de las tiendas de Cash Converters.

Cosas usadas en el súper

Los grandes supermercados se están sumando a esta tendencia. Carrefour acaba de sellar una alianza con Cash Converters para crear Carrefour Ocasión, un lugar para la compraventa de productos, en uno de sus centros en Madrid. Alcampo va más allá: tiene 15 espacios para ropa de segunda mano en otros tantos establecimientos en colaboración con Moda Re, una marca de Cáritas, y 40 locales para electrónica de segunda mano gestionados por la malagueña ReWare.

Ambas cadenas —además de tiendas de alimentación y restaurantes—, usan también Too good to go, una app permite comprar comidas o alimentos que no se han vendido al final del servicio a un tercio de su precio. La aplicación ha vendido 10 millones de packs desde 2019, cuatro de ellos el año pasado. Mientras, Decathlon ha puesto en marcha Segunda Vida, donde los clientes pueden vender aquellos productos deportivos que ya no usan; la marca francesa se los compra, los revisa y luego los revende más baratos a través de su web o en algunos establecimientos. Y da tres años de garantía (igual que con los productos nuevos).

'Córner' de ropa de segunda mano en el supermercado Alcampo Alcobendas, al norte de Madrid.
'Córner' de ropa de segunda mano en el supermercado Alcampo Alcobendas, al norte de Madrid.

El sector de la bici usada es uno de los que más está creciendo —impulsado por la falta de stock— , como lo muestran los datos de dos plataformas: Bike Ocasión ha pasado de vender 1.600 velocípedos en 2019 a unos 4.000 este año (todavía sin cerrar), mientras Tuvalum crece una media del 60% anual desde 2020. Pero la tendencia llega a todos los sectores: Re-Read, que vende libros de segunda mano, tenía 42 librerías en España en 2019 y ahora son 55, y ha pasado de vender 1,6 millones de libros a casi 2 este año. Según coches.net y motos.net se venden 2,3 coches usados por cada coche nuevo, y 2,5 motos (antes de la pandemia eran 2,1).

Varias personas miran libros de segunda mano en la librería Re-Read de la calle General Martínez Campos, en Madrid.
Varias personas miran libros de segunda mano en la librería Re-Read de la calle General Martínez Campos, en Madrid. MOEH ATITAR

Hasta las marcas más exclusivas se ha subido al carro. “El lujo de segunda mano está creciendo muchísimo”, avanza José Luis Nueno, de la Cátedra de Cambios en el Comportamiento del Consumidor del IESE. “Esto ocurre porque ha habido una profesionalización de los canales de venta de lujo online, porque la gente quiere cambiar más a menudo de productos, porque no siempre hay disponibilidad en las tiendas, y en parte también por sostenibilidad”. Este flujo se canaliza a través de webs como Vestiaire Collective o The RealReal, que garantizan que la ropa o los complementos son auténticos. “Si una chaqueta de Gucci vale 3.500 euros, en esas webs se vende por unos 2.000, con lo que sabes que te la puedes comprar y revenderla sin que pierda mucho valor, y luego comprarte otra”, añade. StockX hace lo mismo con zapatillas exclusivas y la plataforma vale ya 2.000 millones.

Según Nueno, este sector crece a un 18% anual, tres veces más que el comercio normal. Por ahora, muchas marcas de lujo están de uñas contra este mercado. “Sin embargo, algo está cambiando: Gucci ha hecho una alianza con The RealReal para meter en su página producto antiguo y producto nuevo”, señala el profesor. Y llegará a más marcas: en noviembre, Zara lanzó en Reino Unido una plataforma (Zara Pre-Owned) para reparar ropa usada y revender sus compras de cualquier colección con la garantía de la marca. Aunque todavía no tienen fecha para llevar el servicio a España, es un campo de pruebas que cambiará el mundo de la moda.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad -es un apasionado de la bicicleta-, consumo y urbanismo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha ganado los premios Pobre el que no cambia su mirada y Semana Española de la Movilidad Sostenible. Ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’.

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