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La librería que se resiste a la gentrificación: “Nuestro caso es uno más de la transformación urbana salvaje”

La tienda y editorial Traficantes de Sueños lanza una campaña para evitar ser expulsada del centro de la ciudad y comprar el local donde están establecidos desde 2014

Vecinos y clientes de Traficantes de Sueños asisten a la librería durante el lanzamiento de la campaña el pasado viernes.
Vecinos y clientes de Traficantes de Sueños asisten a la librería durante el lanzamiento de la campaña el pasado viernes.JUAN BARBOSA
Caio Ruvenal

La librería-editorial Traficantes de Sueños ha sido, en sus casi 30 años de vida, testigo y partícipe de las vicisitudes que España ha atravesado en las últimas décadas. Especializada en ensayo político, publicó y distribuyó textos que ayudaban a entender el movimiento antiglobalización que surgió a finales de los noventa, las manifestaciones antiguerra que sucedieron en 2003, el ecologismo que respondió al incidente del Prestige o la crisis económica que desembocó en el 15-M de 2011. Ahora se enfrenta al nuevo gran dilema social del país: la gentrificación y la especulación inmobiliaria. No solo con libros, sino en carne propia. Los propietarios del local donde está establecida desde 2014, en la calle Duque de Alba, 13, le comunicaron que el recinto de dos pisos se ponía en venta. La respuesta de la librería ha sido lanzarse en una campaña para recaudar parte del dinero que los dueños piden: 1,5 millones de euros.

“Sabíamos que en algún momento iba a pasar. Nuestra situación forma parte de las dinámicas de transformación urbana que se vienen dando de forma salvaje en los años posteriores a la pandemia”, asegura Blas Traven, uno de los representantes de Traficantes de Sueños. No menciona su cargo porque la librería no responde a una estructura jerárquica, sino que sigue un modelo asambleario dividido por sectores. Define al establecimiento, asentado en la frontera entre Lavapiés y La Latina, como una “empresa política”, donde trabajan 17 personas y que cuenta con áreas de edición, formación, diseño de carteles y centro cultural en el que se acogen unas 200 actividades por año. El patio, al que se llega después de cruzar la sala de piso de madera y techo alto, sirve como espacio de reunión abierto para movimientos sociales o asociaciones barriales. A las donaciones de ese séquito de seguidores y amigos que se ha formado a lo largo de los años apuesta la librería para conseguir al menos 150.000 euros que, sumados a los otros 150.000 que desembolsará el colectivo junto con las otras dos iniciativas que comparten el alquiler (Senda de Cuidados y la Red de Interlavapiés), servirán como un adelanto para la compra.

El resto del dinero que se necesita, casi 1,2 millones de euros, se conseguirá a través de un crédito financiado por la cooperativa Coop57, entidad solidaria que desde 1995 capta ahorros para canalizarlos hacia proyectos que contribuyan a una “transformación social positiva”. A inicios de junio, se realizó un abono de 50.000 euros por las arras, y la compra se debe completar antes del 31 de octubre. Los propietarios decidieron poner en venta el local por no asumir la reforma estructural que requiere el edificio antiguo, según afirman desde la librería. “Hemos podido hacer la oferta prioritaria por estar aquí dentro; si se llega a ofertar en el mercado, no sería una posibilidad”, comenta Carolina León, otra de las miembros de Traficantes de Sueños.

Blas Travel y Carolina León en la librería Traficantes de Sueños.
Blas Travel y Carolina León en la librería Traficantes de Sueños. JUAN BARBOSA

“Se evaluaron todo tipo de opciones, como alquilar otro sitio, pero sentíamos que tenemos una comunidad fuerte que nos apoyará en la medida en que seamos valientes. Es importante mantener este sitio como bastión de resistencia de la ciudad”, opina León. En los últimos cuatro años ha visto cómo sus vecinos han sido reemplazados por cadenas de supermercados o tiendas de ropa vintage. Ha defendido centros sociales ocupados, edificios que se desalojan y a vecinos que han sido desahuciados. Las noticias sobre desalojos, incluso a centros culturales, son “el pan de cada día”; en Madrid, desde la pandemia, hay un 26% más de locales a pie de calle transformados en viviendas particulares o pisos turísticos.

“Somos testigos de este proyecto de ciudad neoliberal que fomenta unas formas de consumo salvajes, de turismo, de desplazamiento de la población. Sobre todo desde el 2020 hemos visto cómo se ha reducido nuestro cliente habitual, amigo, y ahora nos escribe por mail diciendo que se ha trasladado a un pueblo o a un barrio más lejos. Quedarse es resistir”, apunta Traven. La decisión de luchar por mantenerse en el centro responde a la línea ideológica que sigue la librería y cuyos dueños definen como “pensamiento crítico antisistema”. En los 20.000 libros que componen el fondo de la tienda, más otros 200 que han publicado como editorial, se recoge la historia de los movimientos sociales, desde aquellos alineados al marxismo hasta los feminismos y ecologismos, pasando por el pensamiento anarquista y telúrico. Directrices que los llevaron a ganar en 2015 el Premio Librería Cultural, concedido por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), que justificó su decisión en la “reivindicación de la figura del librero como agitador cultural”.

Interior de la librería Traficantes de Sueños, ubicado en la frontera entre Lavapiés y La Latina.
Interior de la librería Traficantes de Sueños, ubicado en la frontera entre Lavapiés y La Latina. JUAN BARBOSA

Traficantes de Sueños empezó en 1995 como un puesto en El Rastro. Luego se mudaron a un piso en la calle de Hortaleza, donde pasaron nueve años; su última sede estaba escondida al final de la calle Embajadores, en el número 35. “Esta sede nos permite estar a pie de calle porque los anteriores locales estaban más ocultos y teníamos que apostar por el boca a boca. El trabajo que venimos desarrollando los últimos años es más amplio en el sentido de que lidiamos con un público que pasea por el centro y se encuentra con nosotros, más generalista, sin perder nuestra identidad”, refiere León.

La librería, con una pancarta de apoyo a Palestina en el segundo piso, ya forma parte de la fauna que se cierne sobre el barrio. Un colorido espacio en el que conviven personas mayores que salen a dar un paseo a paso lento, la población migrante sin papeles y derechos, y la nueva población que ha llegado hasta Lavapiés para vivir la experiencia. Traven insiste: “Hay que pensar sobre la vida de las personas que construyen una ciudad, que son los que establecen los lazos en un territorio, que permiten que sea sostenible. Si las políticas desde arriba juegan en contra, lo que queda es un páramo, pero siempre habrá lucha, habrá resistencia”.

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