Madrid afronta la crisis del agua: el aporte a los embalses se ha hundido un 18% de media en 30 años
Ayuso anuncia un plan de trasvases mientras el Canal sube la tarifa a los grandes consumidores y licita un contrato para adaptar su red al cambio climático
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aparece el lunes pasado vestida con un chaleco de obra reflectante, guarecida bajo un casco y con una tuneladora gigantesca a sus espaldas. Está en Pozuelo de Alarcón y tiene algo que anunciar: “La Comunidad está realizando una planificación de las distintas cuencas y estudiando cómo se puede trasvasar agua de un embalse a otro, cómo mejorar el abastecimiento sin perder una gota de agua, y así pensar en el futuro, para adelantarse a lo que está por venir”. Lo que está por venir son los efectos más radicales del cambio climático. Y Madrid, donde la aportación de agua de los ríos y nieve a los embalses se ha hundido un 18% de media en 30 años (1988-2018) frente a la media histórica (1914-2018), según datos del Canal de Isabel II, formará parte de una mezcla peligrosa. De un lado, aumento de la población. Del otro, menos lluvias y sequías más frecuentes. Y como colofón, precipitaciones puntuales de dimensiones bíblicas e inundaciones, para las que la red puede no estar preparada.
“Se estima que, pese a que las precipitaciones en términos generales se reducirán, las intensidades máximas experimentarán aumentos significativos, que previsiblemente tendrán como consecuencia el aumento de las inundaciones y los vertidos de los sistemas de saneamiento combinados en tiempo de lluvia en entornos urbanos”, se lee en un contrato que el Canal acaba de sacar a licitación para estudiar los efectos del cambio climático en el Ciclo Urbano del Agua en la Comunidad de Madrid.
“Los cambios derivados del cambio climático no estarían del todo contemplados [en el diseño de las redes actuales], produciéndose una falta de capacidad en el diseño”, se reconoce. Y se remata: “En concreto, el resultado que se persigue obtener [con el contrato] es las series de precipitación futuras correspondientes a los escenarios de cambio climático de las tres estaciones meteorológicas más representativas de la Comunidad de Madrid (Madrid-Retiro, Getafe y Torrejón)”.
No es la única medida que está tomando Madrid en torno al agua. Como informó EL PAÍS, el Canal ganará 39 millones más al año al subir el precio del agua para jardines, piscinas y parques, al apostar por un aumento tarifario con el que quiere desincentivar el consumo.
Además, el Ejecutivo regional ha demandado al Gobierno de la nación ante el Tribunal Supremo por el diseño del plan hidrológico del Tajo, que fija por primera vez un caudal mínimo para este río, y condiciona a una autorización previa del Estado que el embalse de Valmayor pueda recibir agua del río Alberche, a través del trasvase San Juan-Valmayor. A estas medidas se une el proyecto anunciado por Ayuso para intentar trasvasar agua de cuenca en cuenca para asegurar el abastecimiento.
Finalmente, el potencial rediseño de la red para adaptarse al cambio climático es consecuencia de datos que dimensionan el reto: durante los últimos 30 años el agua aportada a los embalses regionales procedente de las precipitaciones de lluvia y nieve ha descendido casi un 20% frente a la media histórica que reflejan los datos recogidos por Canal durante más de un siglo. De hecho, la precipitación media del periodo 1980-2018 en la cuenca del Tajo es un 12% inferior a la media del periodo 1940-1980, disminución que se traduce en un descenso de las aportaciones del 20%, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
“Hace bastante tiempo que venimos advirtiendo de que una de las mayores amenazas del cambio climático para Madrid es el descenso en la disponibilidad del agua, debido al descenso en las precipitaciones, y en consecuencia de los caudales de los ríos y acuíferos de los que bebe Madrid”, recuerda Alejandro Sánchez, diputado de Equo integrado en el grupo parlamentario de Más Madrid en la Asamblea regional.
“Evidentemente, nos parecen bien los pasos que se vayan dando para prevenir estos eventuales escenarios de sequía, pero nos preocupa que lo primero que anuncien sean nuevos trasvases, interconexiones, que lógicamente habrá que evaluar medioambientalmente, que dependerán de los permisos de la Confederación, y que sobre todo inciden en una política de oferta del recurso, en lugar de gestionar la demanda, la eficiencia, y reutilización del agua”, argumenta.
Y pide: “Madrid debería acelerar mucho los planes de reutilización de agua regenerada, y debería adecuar la normativa de los ayuntamientos para poder reutilizar las aguas que proceden de la lluvia, y las grises, que proceden de duchas y lavabos, para que puedan ser usadas en inodoros, para regar, lavar el coche...”.
Es previsible que eso acabe ocurriendo, ya que las sequías son un fenómeno cíclico. La última en Madrid fue en 2005, cuando los ríos apenas aportaron 237,7 hectómetros cúbicos (hm³), frente a los 761,6 hm³ de la media histórica, o los 1.175,6 hm³ de 1941.
Por eso, el Gobierno regional y la compañía pública del Canal de Isabel II no pierden ojo de lo que ocurre en Cataluña, que este año ha sufrido la peor sequía nunca registrada, con embalses que en febrero no llegaban al 20% de su capacidad, por lo que impusieron restricciones al consumo al 80% de la población (seis millones de personas). Una situación que solo han aliviado un poco las lluvias primaverales, ya que el último lunes de abril fue el día más lluvioso de los últimos dos años y medio con acumulados que en algunos puntos superaron incluso los 100 litros por metro cuadrado.
Sin mar desde el que potabilizar agua, y con la previsión de que la población se dispare hasta los ocho millones en los próximos años, según cálculos del Instituto Nacional de Estadística, Madrid empieza ya a tomar decisiones. Como dijo Ayuso el lunes: “Cada vez hay más contrastes del clima. Hay que priorizar el consumo humano, pero también la agricultura, las necesidades de la ganadería y del turismo. En nuestra región se aprovecha cada gota de agua. Asegurar el abastecimiento o evitar desastres ecológicos únicamente es posible a través de una planificación e inversiones a largo plazo”.
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