La fosa común de los brigadistas internacionales pone el cantón de Montecarmelo en el mapa de las embajadas europeas
La Asociación de Amigos de Brigadistas Internacionales alerta a las embajadas de Europa tras el descubrimiento de un nuevo documento histórico que refuerza la tesis de que los 451 cuerpos están en una zona cercana a la parcela elegida por el Ayuntamiento
A los buzones de las embajadas de Alemania, Francia y más de una veintena de países ha llegado una carta sobre un problema que, hasta ahora, parecía exclusivamente madrileño: la construcción de un cantón de basuras en una parcela del barrio de Montecarmelo, en el distrito de Fuencarral-El Pardo, donde se sospecha que hay una fosa común con los cuerpos de 451 brigadistas internacionales caídos en combate durante la Guerra Civil. “Le rogamos que esta embajada se dirija al señor Almeida para solicitarle que no lleve a cabo el proyecto urbanístico y que realice la correspondiente investigación arqueológica para encontrar la fosa común que alberga los restos mortales de dichos brigadistas internacionales”, dice la misiva que ha mandado la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) a todos los consulados de los países que tienen nacionales enterrados en dicha fosa. Las embajadas de Serbia, Italia y Reino Unido ya han acusado el recibido de la comunicación de la AABI, que ha tocado todas las puertas tras la declaración del alcalde en la que asegura no tener “ningún indicio” de la presencia de la fosa en el solar de la disputa. Los habitantes de la zona se han sumado a la cruzada de escudriñar la lista de los brigadistas exhumados del cementerio de Fuencarral y llevados a la fosa: “Un vecino inglés me pidió el listado y me dijo ‘¿Oye, sabías que aquí hay un sobrino de Virginia Woolf?”, cuenta Luis González, exdirectivo de banca, jubilado, aficionado a la historia y uno de los residentes de Montecarmelo que ha escarbado entre documentos históricos buscando más pistas de la fosa.
La fosa común de los brigadistas es apenas uno de los episodios de un desencuentro entre el barrio Montecarmelo y el Ayuntamiento por la construcción del cantón. La instalación, inicialmente, se iba a levantar cerca al colegio Infanta Leonor, pero el rechazo de los vecinos coincidió en vísperas de las elecciones del 28-M y Almeida ―que ganó los comicios por mayoría― pausó el proyecto para estudiar una ubicación alternativa. En septiembre, el delegado de Urbanismo y Medio Ambiente, Borja Carabante, confirmó que la alternativa era el solar que no solo queda al lado del cementerio de Fuencarral ―donde estuvieron enterrados los 451 brigadistas antes de ser exhumados por oden del franquismo― sino junto al Colegio Alemán, la escuela infantil Sol Solito y numerosas comunidades de vecinos. Desde entonces, organizaciones ciudadanas, como la Plataforma No Al Cantón, han batallado porque no se haga el cantón en la parcela 26.2b.
Ahora, la AABI se ha movilizado a toda prisa tras los últimos hallazgos de Luis González en los documentos digitalizados del Archivo de la Villa. González ha encontrado en los libros de actas de las sesiones del Ayuntamiento del municipio Fuencarral ―absorbido por Madrid en 1951― el folio 66, en el que el pleno confirma estar enterado de la orden del gobernador civil Manuel Mora Figueroa de exhumar a los brigadistas y aprueba la moción de trasladar los restos “a la fosa común del cementerio de esta localidad”. Además, indica que el traslado debe hacerse bajo las normas de sanidad de 1929. “Todo se hace en un tiempo récord. Presentan la moción el 26 de junio y el 15 de julio informan en el pleno municipal lo que se ha decidido”, resume la secretaría de la AABI.
Los folios del libro de sesiones se suman al expediente 84 del Ayuntamiento de Fuencarral y a la lista de brigadistas fallecidos entre 1936 y 1937 y enterrados, inicialmente, en el cementerio de Fuencarral. Estos y otros documentos son parte de las pruebas que ha reunido González y que la Plataforma No al Cantón ha entregado al Ayuntamiento y al Defensor del Pueblo para tratar de detener el proyecto del cantón hasta que no se investigue si están o no los cuerpos allí. Para González, el folio de las sesiones evidencia que la fosa debe estar en Fuencarral. “No pueden haber ido a otra localidad. Saltar al otro lado, a los montes del Pardo [que se anexionó a Madrid en 1950], era incumplir las órdenes del gobernador”, asegura, para añadir, señalando un mapa: “Todo el barrio ya ha sido excavado: la zona habitada, la trinchera del ferrocarril y la trinchera de la M-40, que no existían en la época. Solo queda este terreno inexplorado: el solar junto al cementerio”.
El Ayuntamiento, sin embargo, sostiene que no hay evidencias de que allí esté la fosa. Así ha respondido la Dirección General de Servicios de Limpieza y Residuos a una carta enviada por la AABI al alcalde, a la que ha anexado los documentos históricos encontrados por González en los Archivos de la Villa. “En los alrededores del cementerio de Montecarmelo se han realizado importantes obras después de los acontecimientos que se citan (colegios y guarderías, parroquia, edificios residenciales…) en zonas próximas al cementerio, sin que haya habido problema alguno a este respecto ni nadie haya hecho referencia al asunto”, dice Limpieza y Residuos.
Un sobrino de Virginia Woolf, entre los enterrados en la fosa
La lista de los brigadistas caídos entre 1936 y 1937 sigue revelando secretos. Hace un par de semanas, Ashley Aarons, un vecino inglés de Montecarmelo, pidió ver el listado ―que incluye, en algunos casos, nombres, apellidos y nacionalidades de los fallecidos― y descubrió que la víctima número 387 es Julian Bell, sobrino de la escritora británica de Virginia Woolf. “Sus padres y su tía trataron de disuadirlo de ir a España a la Guerra Civil, pero él insistió. Al final, llegaron a un acuerdo para que fuera un conductor de ambulancia y no un combatiente”, explica Aarons.
Bell falleció, a los 29 años, el 18 de julio de 1937 en Madrid durante un ataque en el marco de la batalla de Brunete, uno de los enfrentamientos más sangrientos de la Guerra Civil. “Bell es un personaje interesante y bien conocido en Reino Unido”, destaca Aarons, que es exalumno de la Universidad de Cambridge, donde también estudió Bell. Por eso, conoce su historia. El sobrino de Woolf fue poeta y miembro del Círculo de Bloomsbury, “un grupo muy importante en la historia del Reino Unido de principios del siglo XX enfocado en arte y paz y considerado como un adelantado a su tiempo en términos del social liberalismo”, describe Aarons, que recuerda que Virginia Woolf y los padres de Bell eran miembros del grupo original. La novela histórica Los soldados no lloran (2012), del autor neerlandés Rindert Kromhout, está inspirada parcialmente en su vida.
“Como ciudadano extranjero, mi sugerencia al Gobierno español es que investigue más esto e intente encontrar y enterrar apropiadamente los cuerpos de estos extranjeros”, reflexiona Aarons. “No se me ocurre una forma más irrespetuosa de tratar a estos fallecidos que dejarlos en tumbas sin nombre, sin información a sus familias y construirles un cantón encima”, concuye.
La AABI, por lo pronto, sigue escarbando en la lista y enviando cartas. Se han comunicado también con Urbaser, la empresa ganadora del contrato del lote 3 y la que debe construir el cantón, y con asociaciones de brigadistas internacionales de los países que tengan víctimas del listado. “Haremos una petición conjunta. Nos hemos comunicado, por ejemplo, con la asociación en Serbia, les he mandado los nombres y apellidos y dijeron que iban a alertar a los descendientes. También hemos hablado con el International Brigade Memorial Trust, del Reino Unido”, dice la Secretaria de la AABI. El cantón ya no es asunto solo de un barrio al norte de Madrid.
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