Almeida plantará un cantón de basura donde se sospecha que existe una fosa con 451 brigadistas internacionales
La Asociación de Amigos de Brigadistas Internacionales propone paralizar las obras y localizar los cuerpos que lucharon en la Guerra Civil. La decisión ha puesto patas arriba al barrio
Todo cambió al volver de Marbella. Luis González, exdirectivo de banca, jubilado, vecino de Madrid de 66 años, aficionado a la historia, y sobre todo muy curioso, regresó de sus vacaciones a finales de agosto. Al llegar a casa, en el barrio de Montecarmelo, un vecindario acomodado al norte de la capital, se encontró de bruces con una noticia. El Ayuntamiento de Madrid instalará un cantón de basuras justo enfrente de su casa, en un inmenso solar público abandonado que los vecinos utilizan para correr, sacar al perro, jugar a fútbol, respirar aire fresco. La decisión ha puesto patas arriba al barrio que acoge a cerca de 16.000 madrileños.
Ahora, lejos de aceptar este cantón de basuras para la zona, impuesto por el propio PP y sin avisar al vecindario de la ubicación antes de las pasadas elecciones, se han organizado para impedirlo. Si finalmente se construye, colindará con el Colegio Alemán, la Escuela Infantil Sol Solito, numerosas comunidades de vecinos y, sobre todo, con el cementerio municipal de Fuencarral. El concejal de Urbanismo y Medio Ambiente, Borja Carabante, argumenta que el sitio es idóneo “por razones técnicas”. Pero la curiosidad de González, el vecino que desconectó unos días en Marbella, quizá pueda impedir esas razones técnicas por unas históricas. Al lado de la zona norte del cementerio existe la teoría de que se alberga una fosa común con 451 brigadistas internacionales, voluntarios extranjeros que participaron en la Guerra Civil española junto al ejército republicano para luchar contra el dictador Francisco Franco.
El vecino González, que ha publicado tres libros de historia, se dio cuenta de que donde José Luis Martínez-Almeida quiere instalar este cantón de basura también puede existir una fosa común con 451 soldados. Estadounidenses, belgas, húngaros, polacos, checos, yugoslavos, judíos, cubanos, chipriotas, rusos, y españoles. Al enterarse, leyendo unos documentos en su ordenador, agarró el teléfono y llamó de inmediato a otro vecino de Montecarmelo para contárselo y este, a su vez, a la Asociación de Amigos de Brigadistas Internacionales (AABI), que puso en el grito en el cielo. No habían sido informados de nada. Preguntado por la ubicación del cantón de basuras, una portavoz del Ayuntamiento de Madrid se limita a decir: “No hay cambio de ubicación”.
“No teníamos ni idea de que el Ayuntamiento quería instalar ahí el cantón”, cuenta por teléfono la presidenta de la asociación, Almudena Cros. “Nosotros ya sabíamos la posible existencia de esa fosa común. Creemos que la fosa está ahí porque en otros cementerios de España la exhumación se hizo de manera similar, como el de Morata en Madrid. Se sacaban los cuerpos de brigadistas con una excavadora y se tiraban justo al lado. La dictadura no quería que descansaran en un camposanto”. El principal problema con el cementerio de Fuencarral, argumenta Cros, es que no queda ningún descendiente vivo que tenga la certeza de la existencia de la fosa. Tampoco documentos oficiales que digan dónde están esos cuerpos. Pero sí pistas.
Dos documentos oficiales indican que la exhumación existió, tal y como se recoge en el archivo de Villa de Madrid. La petición de la exhumación data del 30 de junio de 1941, que expresa así los motivos: “Resulta verdaderamente intolerable que junto al Cementerio Católico de esta Villa, donde reposan los restos de nuestros antepasados y los de nuestros hermanos, que, en número superior a 70, cayeron por Dios y por España [en referencia a los soldados falangistas], acribillados por el plomo vengativo y asesino de la horda roja, a pocos metros de ellos exista todavía un magnífico patio dedicado a aquellas manadas de patibularios, hampa criminal organizada en leva de presidios que constituyeron las llamadas brigadas internacionales”. Se propone “acabar de manera rápida y tajante con este estado de cosas” depositar en “fosa común” a todos los enterrados. El 9 de julio de 1941 se autoriza esa petición, como consta en otro documento oficial. Y así se hizo. Ahora, 82 años después, la Asociación de Amigos de los Brigadistas pedirá “próximamente” al Gobierno de España comprobar si están ahí los cuerpos, a pocos metros de donde el Ayuntamiento de Madrid quiere ubicar el cantón de basuras.
El Ayuntamiento cambia por sorpresa la ubicación
Este cantón ha sido motivo de disputa entre este barrio y el Ayuntamiento desde principios de año. Inicialmente, se iba a construir cerca del colegio Infanta Leonor, en otro recinto público que está a diez minutos del cementerio, pero, tras protestas vecinales, el Ayuntamiento anunció en abril, semanas antes de las elecciones de este año, que buscaría una parcela alternativa. En septiembre, el delegado de Urbanismo y Medio Ambiente, Borja Carabante, confirmó que la alternativa era el solar junto al cementerio. La parcela tiene una superficie de 10.259 metros cuadrados. Lo que no está claro, por ahora, es cómo será el nuevo cantón.
La Plataforma No Al Cantón de Montecarmelo, integrada por más de 16.000 vecinos, se ha reunido en tres ocasiones con el Ayuntamiento para solicitar los detalles del proyecto. También ha enviado otra propuesta con otra ubicación, más lejana, e incluso ha pedido la intervención del Defensor del Pueblo que, el pasado viernes 3 de noviembre, solicitó al Ayuntamiento entregar los documentos que justifiquen “técnicamente” la elección de la nueva parcela, los detalles del cantón, las actividades que se harán allí y, además, un informe de si tiene indicios de que en esa zona “puede encontrarse una fosa común con un número importante de restos humanos, cuya exhumación podría solicitarse de acuerdo con la normativa sobre memoria democrática”.
Almeida se enfrenta a otra nueva queja vecinal por su gestión de los cantones, que están provocando numerosas manifestaciones en distintos puntos de Madrid. Otros barrios, como Vicálvaro y La Paz, también se han enfrentado al Ayuntamiento por la ubicación de los suyos en las últimas semanas. De hecho, la Fiscalía ha abierto una investigación en Vicálvaro. En Montecarmelo, sin embargo, no es la primera vez que la fosa de los brigadistas tropieza con la burocracia municipal.
En 2017, unas obras de rehabilitación y ampliación del cementerio, iniciadas entonces por Manuela Carmena, alertaron también a la asociación de brigadistas, que pidió una exploración previa antes de hacer cualquier trabajo. El Ayuntamiento aseguró entonces en un comunicado desconocer dónde está la fosa. “La Empresa Municipal de Servicios Funerarios y Cementerios de Madrid, S.A. desconoce la posible ubicación actual de los restos de los brigadistas [...] y no tiene conocimiento de la existencia de ningún indicio, evidencia, información o documento que acredite dicha ubicación”, dice el boletín de prensa publicado en agosto de 2017.
Cuatro años después, con Almeida como alcalde y con Vox en la oposición, la extrema derecha pidió la retirada de todas las placas del cementerio que recuerdan a los 451 brigadistas que lucharon por la República, además del monumento a los brigadistas soviéticos. La iniciativa no salió adelante.
Ahora, la asociación de brigadistas quiere saber de una vez por todas si los soldados que lucharon contra Franco están ahí o no. El presupuesto rondaría entre 20.000 y 30.000 euros, más los costes de forenses y antropólogos, de acuerdo con los cálculos de Luis Avial Bell, georradarista profesional que ha explorado más de un centenar de fosas de la Guerra Civil y de la posguerra y uno de los expertos que ha seguido de cerca el caso de los brigadistas de Fuencarral.
“Primero habría que hacer un análisis mediante sensores aéreos en dron, con una cámara termográfica, una cámara multiespectral y una cámara infrarroja”, explica Avial, y agrega que “por fortuna” los terrenos de ese solar “se conservan bastante” por lo que es más sencillo “detectar anomalías”. “Después se tendría que explorar con georradar para ver si hay material”, detalla. El paso final sería la excavación en la que los forenses tendrían que verificar si se trata de restos humanos. La ventaja, de acuerdo con el experto, es que por la cantidad de cuerpos que se buscan y por las características del terreno, sería sencillo de comprobar o descartar que la fosa está en la zona justo detrás del cementerio. “Diría que hay que investigar la zona que está a entre 50 y 100 metros del cementerio y un kilómetro”, afirma el georradarista, que estuvo también detrás del hallazgo de los restos de Miguel de Cervantes en Madrid. “Yo descarto al 100% que se sacaran y se llevaran a otro sitio donde se hiciera una excavación bien hecha”, dice y muestra, con una imagen área de mediados del siglo XX, dos caminos, un poco más hacia el noreste del cementerio, por donde considera, según su experiencia, se pudieron haber llevado los cuerpos. Avial, incluso, anota que dentro del cementerio aún puede haber algunos pequeños huesos de los brigadistas.
“Pero resulta que nadie mueve un dedo por encontrarlos”, critica Avial que, en 2017, ya había solicitado hacer las exploraciones. “No recuerdo que hubiese interés por ningún lado. Es increíble, porque el cementerio de Fuencarral es un microcosmos de todo lo que sucedió en la Guerra. Es injusto el final de los brigadistas y la desidia de las autoridades”.
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