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Tres años sin comedor en el centro de mayores de Canillejas no es un problema cualquiera: “El día se nos hace más largo”

La Junta Municipal del Distrito de San Blas no explica las razones del cierre ni la falta de licitación. Los usuarios han tenido que modificar sus rutinas, tanto para alimentarse como para socializar con otros usuarios

Centro mayores Madrid
Javier Junquera (izquierda), presidente de la junta directiva del centro de mayores de Canillejas, y Rafael Ruiz (derecha), uno de los socios inscritos, posan frente a la sede donde el comedor dejó de funcionar hace tres años.Ana Puentes
Ana Puentes

Todos los días de Rafael Ruiz (Madrid, 80 años) se organizaban, en los últimos 12 años, alrededor del comedor del centro de mayores de Canillejas, el más grande del distrito madrileño de San Blas-Canillejas. Pero eso se acabó hace tres años. Antes, Ruiz llegaba con su esposa a las 8.00 para desayunar con amigos y, luego, entrar a las 10.00 a una de las 30 clases que oferta el Ayuntamiento. Terminaban a las 13.00, comían un menú de dos platos, bebida y postre por 5,50 euros, charlaban con compañeros y seguían con las actividades en la tarde. En el descanso tomaban un café o una cerveza y, a las 20.30, salían rumbo a casa con un táper con lo que les hubiera sobrado de la comida de ese día.

“Con eso cenábamos”, recuerda Ruiz, “y algún domingo también nos organizábamos unas cuatro o cinco familias, avisábamos al servicio de comedor, y nos hacía una paella o un plato especial y pasábamos aquí el día”. Pero desde que el servicio de comedor y cafetería cerró en 2020, su jornada cambió. Ruiz es uno de los 5.000 socios del centro municipal de mayores de Canillejas afectados por la suspensión de un servicio que, por ahora, no tiene fecha de reapertura.

Javier Junquera, presidente de la junta directiva de este centro, explica que el comedor de este centro día no solo brinda alimentación saludable a los mayores a un bajo precio, sino que es un espacio de socialización: “El comedor es el corazón del centro. Se ofrecían hasta 90 comidas al día. Luego, allí la gente iba a sentarse y a charlar mientras comían o tomaban un café. Socializar es clave para los mayores”, dice Junquera.

También era clave para que los beneficiarios pudieran pasar más tiempo en el centro. Rafael Ruiz, por ejemplo, ahora solo viene en la mañana a la clase de pintura de óleo y su esposa, a la de manualidades. Luego, van a casa, a cocinar lo que puedan y allí se quedan el resto del día. “Mis hijos nos han instalado una cocina eléctrica, por seguridad. Mi mujer tiene 79 años y a veces se despista en las cosas que hace. Ya a esta edad nada es igual”, dice, para confesar que, tras volver del centro, el día se les hace largo. “Estamos solos los dos”, lamenta. Para la compra, se las arreglan como pueden con lo que les llega de la jubilación, él era pintor y ella, limpiadora.

Del barullo de ese entonces en el comedor, hoy solo queda una sala en silencio. La junta directiva ha conseguido instalar un par de máquinas dispensadoras de comida y una automática de bebidas calientes. Ahora, en las mesas donde antes se comía, los adultos mayores juegan a las cartas. El presidente de esta junta lleva todo el año buscando una respuesta ante la Junta Municipal de distrito.

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En abril, envió una carta a Martín Casariego, antiguo concejal presidente del distrito de San Blas, para insistir por una reunión. “Se comprometió a poner la licitación en marcha antes de que acabara la legislatura y no lo hizo. Con la concejal actual es con la que tuve reunión y hay un compromiso verbal, pero no se mueve nada en absoluto”, cuenta Junquera. El teléfono en la recepción, mientras tanto, suena todos los días. Al otro lado de la línea, socios del comedor preguntan cuándo abrirá el comedor. “Yo también pregunto todos los días”, confiesa Ruiz.

La Junta Municipal del distrito de San Blas ha respondido que desde el inicio de la nueva legislatura, “se está trabajando en un nuevo contrato de servicios de comedor en los centros de mayores que se encuentra en tramitación”. Mientras tanto, añaden, hay dos alternativas: acceder a los servicios de comedor del resto de centros de la red municipal o al servicio de comida a domicilio que ofrece el Ayuntamiento.

Sin embargo, el centro de mayores de Canillejas señala que esas opciones no son suficientes. Junquera asegura que los otros cuatro centros de mayores del distrito ―Pablo Casals, Ciudad Pegaso, Antonio Machado y Castillo de Uclés― tampoco tienen servicio de comedor. De hecho, añade Junquera, antes del cierre, los socios de todos esos centros de mayores ―16.938, según datos del distrito― dependían del comedor de Canillejas. San Blas-Canillejas tiene 28.667 personas mayores de 65 años, un 17,78% del total de la población del distrito (en Madrid, 20,2% de la población es mayor de 65 años).

El distrito de San Blas no ha confirmado ni las razones del cierre del comedor en 2020 ni la fecha de un nuevo contrato. Este 29 de noviembre, el asunto llegó al pleno del distrito, donde tampoco se dieron mayores detalles a los concejales de la oposición ni a la ciudadanía. Jonatan Chiloeches, portavoz del PP en el distrito, reportó que Almudena Maíllo, concejal presidente de San Blas-Canillejas, se reunió “con los presidentes de las juntas de mayores para conocer las demandas” y que se avanzaba para poner en marcha los servicios de “cafeterías”.

“Yo seré el primero en apuntarme cuando vuelva a funcionar”, dice Rafael, con un entusiasmo que no se agota, pese a tres años de espera. “De este centro de mayores no me separa nadie. Cuando me dio pancreatitis y estuve en el hospital, le dije a los doctores que yo tenía que vivir, porque en Canillejas tenía un cuadro sin terminar”, añade.

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