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El rastro que todavía deja en Madrid la pandemia: una treintena de muertes diarias

En lo que va de enero han fallecido 807 personas por covid, el dato de sanidad mortuoria de la Comunidad alcanza los 26.596 defunciones desde el inicio de la crisis

Madrid Covid
Carmen, junto a su padre, durante su vacunación contra la covid en el ala de maternidad del Hospital La Paz, el 25 de enero de 2022.DAVID EXPOSITO
Isabel Valdés

Un fallecido, tres, dos, cinco. Durante el otoño, las muertes diarias por covid en Madrid disminuyeron a mínimos. Crecieron en diciembre, tras la llegada de ómicron, y empezaron a superar la decena cada día. Para la primera semana de enero pasaron la barrera de la veintena, la segunda la treintena y en los últimos días los números han rondado los 40. En lo que va de enero, 807 personas han fallecido en la región por coronavirus; 26.596 son las defunciones que registra la Comunidad este martes desde que comenzó la crisis sanitaria. Todavía quedan semanas para que ese dato vuelva a tener un solo dígito, por la propia evolución de la enfermedad, y comparados con otras olas —sobre todo con la primera—, y si se quiere hacer la comparación, no son elevados. Sin embargo, ¿cuántos son muchos? Entre algunos profesionales es habitual la afirmación “más de cero, ya son muchos”, más tras casi dos años de pandemia.

“Nada es como en marzo de 2020, o en abril, no, por supuesto que no, y esperemos que nunca vuelva a serlo, pero no perdamos de vista que seguimos acumulando fallecimientos y esos números son personas, cada número es alguien, con su ropa en el armario y su comida favorita y su familia”, dice Marta A., internista. Ella, como tantos otros facultativos, se han “despedido” de muchos pacientes desde que llegó el virus; solo en los hospitales, de 19.889.

Aunque explica que los profesionales de la sanidad saben que a su alrededor pueden producirse y se producirán defunciones, “no deja de ser difícil, más cuando ha ocurrido durante tantos meses seguidos y no se termina de ver el final”. “Parece que a veces nos acostumbramos a la muerte”, añade.

Un coche fúnebre a las puertas del Palacio de Hielo durante la primera ola de covid, en 2020.
Un coche fúnebre a las puertas del Palacio de Hielo durante la primera ola de covid, en 2020.EFE

Elena, geriatra de la sanidad pública madrileña, cree que quizás haya una “banalización” por “el hartazgo” de casi dos años conviviendo con el virus y la repetición de cifras diarias. También cree que “hay que seguir viviendo”, sin “olvidar” ciertas cuestiones: “No sé si en general no se le da importancia o que la población ha relajado las medidas y ha olvidado que hay que seguir manteniendo las recomendaciones —mascarilla en interiores, higiene de manos, ventilación—, pero mi sensación es que no todo el mundo percibe que esta es una enfermedad grave y que hay gente que fallece aún a pesar de estar vacunada, aunque sean las menos, sí, y aunque sean menos que antes”.

Casi la mitad de los ingresados en UCI son personas no vacunadas

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Antonio Zapatero, viceconsejero de Asistencia Sanitaria y Salud Pública, explicó este martes en rueda de prensa que “el 28% de los ingresados” en planta de agudos por covid en la Comunidad son “no vacunados”, y en las unidades de cuidados intensivos ese porcentaje sube hasta el 46,5%. Un dato “significativo”, dijo, para reafirmar la “eficacia” de las vacunas: en la región, según los últimos datos, hay un 92,4% de la población con 12 o más años con la pauta completa.

En esta sexta ola, según el análisis de la Consejería de Sanidad, “el riesgo de ingreso en cuidados intensivos es un 67,1% menor, es decir, tres veces inferior respecto a la quinta ola”. El mayor riesgo se evita en UCI cuando se alcanzan las tres dosis, un 91,6%; y en planta, ese peligro baja en un 82,9%. Además, añadió el viceconsejero, la “menor” gravedad de la variante ómicron, también deja otro contexto en las hospitalizaciones: pacientes que ingresan por el virus y pacientes que ingresan con el virus.

Con un recuento de 2.098 nuevos ingresos que la Consejería ha realizado desde el 29 de diciembre de 2021 y hasta el pasado 20 de enero, “la mayoría de los diagnósticos en menores de 50 años son otras patologías con PDIA positiva (62%)”. Es decir, explicó Zapatero, que llegan al hospital por otras enfermedades que no son coronavirus y al realizarse esa entrada, y siguiendo el protocolo actual por el que es necesario una PCR, se descubre que el paciente está infectado: “Pero el motivo del ingreso no es el virus”.

El difícil equilibrio

Con estas circunstancias, “las estrategias de control de la covid se tienen que redefinir y el objetivo en este momento debe ser identificar y proteger a las personas con mayor riesgo de padecer enfermedad grave o de fallecer”, ahondó Zapatero. “Y la cultura del autocuidado”, añadió recordando que en la región más de cuatro millones de ciudadanos han recogido un test de autodiagnóstico en la farmacia.

El panorama ya es otro y encontrar el equilibrio en las necesidades a futuro no parece tan fácil. Habla de ello Carlos Velayos, intensivista, que percibe una “polarización”. “Entre aquellos que piensan que va a venir una séptima ola destructiva y que no se puede bajar la guardia en ningún momento, y eso no me parece justo, y los que afirman que esto es una gripe y hay que levantar todas las restricciones, que tampoco me lo parece”, afirma.

Dice que “el mensaje de que es como un gripe tiene una parte de verdad, en el sentido de que la gravedad de la enfermedad y el porcentaje de muertos ha disminuido mucho respecto al principio, y problablemente haya que atribuirlo a la vacunación y a la variante ómicron”. Pero que ese mensaje de “gripalización del coronavirus” no es correcto: “Ningún invierno se colapsan las UCI como nos sigue ocurriendo con la covid”. En este momento, las unidades de críticos tienen 317 pacientes ingresados, lo que supone alrededor de un 60% de ocupación de esas camas específicas, sin contar con otras plazas como las de reanimación tras la anestesia.


Cuenta que siempre corre la respuesta generalizada de que la gripe colapsa los hospitales todos los inviernos, pero no es cierto: “Colapsaban las urgencias, y en las plantas a veces dificultaba el trabajo, pero nunca las UCI. Están siempre al límite, pero con pacientes de distintas patologías, nunca he conocido en toda mi carrera profesional una enfermedad que llene nuestras unidades como lo hace el coronavirus, y eso es un hecho constatable y diferencial respecto a la gripe”.

El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, advertía hace una semana en rueda de prensa: “Ómicron puede ser menos grave en promedio, por supuesto, pero la narrativa de que es una enfermedad leve es engañosa, perjudica la respuesta general y cuesta más vidas. No se equivoquen, ómicron está causando hospitalizaciones y muertes, e incluso los casos menos graves están inundando las instalaciones de salud”.

Velayos cree ahora que “el dinamismo de la pandemia exige no tomar las mismas medidas que en otros momentos”. Recuerda que pensaron que “esto se acababa” antes del verano, y después del verano. Y no lo hizo. “¿Es esta la última ola? No lo sabemos. Pero hay que evolucionar, ir dando pasos hacia la vida normal pero sin la simplificación de la gripalización, ni el “esto se ha acabado” ni forzar la máquina del miedo”.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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