Un festival en busca de nuevas joyas del cine español
Una muestra invita al espectador a interrogarse sobre las fronteras entre la realidad y lo virtual
Cineastas, músicos, performers… Artistas multidisciplinares de toda índole han pasado por Madrid gracias al RIZOMA. Desde 2010, año en que tuvo lugar la primera edición, la vida cultural de la ciudad le debe mucho al festival: su equipo fue el responsable de las visitas a la capital de genios como David Lynch, John Waters, Laurie Anderson o Miranda July; también del descubrimiento de nuevos talentos españoles, como el hoy multipremiado Carlos Vermut, director de Magical Girl, por quienes el certamen apostó desde el principio, cuando nadie más parecía dispuesto a atreverse.
¿La razón de ser del RIZOMA? “Descubrir talentos nuevos mediante la celebración de los ya consagrados”, resume Gabriela Martí, directora del festival. De su equipo continúa siendo la encomiable labor de sacar a la luz algunas de las joyas ocultas del audiovisual español reciente, como Video Blues (Emma Tusell, 2019) o La reina de los lagartos (Burnin’ Percebes, 2019), que se alzaron en las últimas ediciones con los grandes premios del festival.
Estos días, del 21 al 28 de noviembre, la muestra dirigida por Gabriela Martí celebra su novena edición. Tras un 2020 complicado, en el que tuvimos que aferrarnos a las pantallas ante la obligación de alejarnos del “otro”, la temática de este año no podía ser otra. Bajo el lema IRL (In Real Life, en la vida real) —concepto que comenzó a utilizarse en las aplicaciones de citas y en el mundo del gaming para referirse a lo que hay “fuera de la red”— el RIZOMA nos invita en esta ocasión a interrogarnos acerca de esta nueva realidad. “¿Dónde está la frontera entre real life y no-real life? ¿Nos hemos bifurcado para siempre hacía una distopía digital o estamos evolucionando hacia nuestro interior y nuestra fantasía?”, reza el programa de la nueva edición.
“Lo que siempre nos ha interesado es hibridar: no entendemos el cine como un arte estanco, sino en su relación con otras disciplinas como la música o las artes plásticas”, cuenta la fundadora de un certamen que, antes de formalizarse en Madrid, surgió en 2007 como un pequeño proyecto que pretendía llevar la cultura al pueblo de Molinicos (Albacete), donde había tenido lugar el rodaje de Amanece que no es poco (José Luis Cuerda, 1989).
En menos de 15 años las cosas han cambiado mucho. La pasada edición, contra todo pronóstico, resultó ser la más exitosa hasta el momento: bajo el tan apropiado lema “Mascaradas”, llevaron a cabo 45 proyecciones con gran afluencia de público. Este año esperan superarse con una edición articulada en seis secciones: Internacional, Nacional, Cortometrajes, Estrenos Especiales, Sección Oficial Premio Rizoma y Surrealismo Contemporáneo.
Siete son las sedes en las que se están proyectando las películas: el Imparcial, la Sala Equis, la Cineteca del Matadero, la Casa Árabe, la Casa Encendida, los Yelmo Ideal y el mk2 Cine Paz, donde tuvo lugar la inauguración del festival el pasado domingo 21 con el estreno de La vida era eso, ópera prima del cineasta madrileño David Martín de los Santos.
“Y tenemos muchas más películas interesantes. Es imposible quedarse con una sola, pero, para mí, es imprescindible ver en pantalla grande Users, un documental de Natalia Armada que recuerda a Koyaanisqatsi (1982), que dirigió estando embarazada y en el que se interroga acerca de qué va a dejarle a su hijo”, reseña Martí. “Y también Ascensión, de Jessica Kingdon, que retrata el mundo laboral chino y cuenta con una banda sonora tremenda de Dan Deacon”.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.