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El tesoro escondido de la sierra madrileña en la lista de los BIC

La presa del Gasco y el Canal de Guadarrama ya son el primer Paisaje Cultural de la Comunidad de Madrid

Presa del Galgo
Dos visitantes en la presa del Gasco, sobre el río Guadarrama de Madrid.Santi Burgos
Patricia Segura

La niebla de las primeras horas de la mañana va desapareciendo poco a poco entre los matorrales del Parque Regional del Curso Medio del Guadarrama. Los impetuosos robles construyen una frondosa cenefa que recorre el curso del río. Encajada en la garganta granítica del estrecho de la Peña se asoma una obra descomunal. A simple vista, podría confundirse con una enorme muralla en ruinas. Se trata de la presa del Gasco, una obra hidráulica de 1787 que, junto al canal del Guadarrama, acaba de ser reconocida como el primer Paisaje Cultural de la Comunidad de Madrid, dentro de la lista de Bienes de Interés Cultural (BIC). Son los vestigios del sueño inacabado de Carlos III, que intentó que el canal, navegable, llegara hasta el Guadalquivir para desembocar en el Atlántico sin tener que pasar por el Tajo.

Esta infraestructura inacabada es para muchos un tesoro oculto. “Llevábamos 12 años pidiendo su protección por su alto valor histórico y paisajístico”, cuenta Eulalia Ramírez, portavoz de la Sociedad Caminera del Real del Manzanares. La excursión hacia la presa empieza en Torrelodones y sigue por el camino de Panarras. Un muro completamente destruido separa la lúgubre parcela que da nombre a la senda del camino arenoso por el que cada vez más pasan más visitantes. “A lo largo del canal hay más de 20 propiedades”, asegura César Pavón, exconcejal de Las Rozas y también integrante de la Sociedad Caminera del Real del Manzanares.

La imagen se transforma al llegar a una elevación rodeada de matorral, conocida por los vecinos como el “escalón” de Torrelodones. A 800 metros del nivel del mar, una estampa impecable de la capital. Tanto las urbanizaciones del municipio más cercano, Las Rozas de Madrid, como las Cuatro Torres del Paseo de la Castellana de la capital, se distinguen con una claridad suntuosa. Un lugar en el que detenerse y disfrutar de las vistas parece un gesto casi involuntario.

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Después de dejar atrás la finca de La Isabelina, ahora abandonada y oculta entre los pinos, el camino se vuelve más estrecho. El granito provoca que en verano la vegetación de ribera se vea ligeramente agostada. Pero, al llegar el otoño, el bosque se tiñe de colores ocres y naranjas, cuentan quienes lo han visitado en esa época del año. Estos días el olor sutil a enebro inunda de frescor los cinco kilómetros del sendero cubierto de copas densas y hojas verde oscuro. El extenso bosque de encinas camufla la presa de 50 metros de altura.

Ante la inmensidad de la obra, apenas se reconocen dos puntos diminutos. Son los visitantes que pasean por encima de la presa. Las vistas son de vértigo. “La presa es un sitio peligroso y es necesario que se elabore un plan de adaptación con señales de acceso”, explica Pavón. Los Ayuntamientos de Torrelodones, Galapagar y Las Rozas de Madrid aprobaron por unanimidad una moción para solicitar que se declarara BIC en 2016. Felipe García, concejal de Urbanismo y Medio Ambiente de Galapagar, asegura que hay una buena disposición por parte de los tres municipios: “Todos estamos muy interesados en garantizar la seguridad de los visitantes y abrir nuevos caminos para proporcionar el acceso a la presa”.

Charo Gómez, la arqueóloga encargada de realizar el informe para solicitar el reconocimiento, explica que el trabajo fue complicado: “Teníamos que caminar 14 kilómetros para ir a trabajar y la abundante vegetación nos impedía ver los acueductos”. Para inspeccionar la zona utilizaron planos antiguos del siglo XVIII y fotos del siglo XIX.

El proyecto de un canal navegable

El diseño del ingeniero Carlos Lemaur pretendía crear una ruta que continuara el canal del Manzanares, pasara por Aranjuez y terminara en Sevilla. “La idea era elevar la lámina de agua con una presa de unos 100 metros de altura para que el canal de Guadarrama fuera navegable y desembocara en el océano Atlántico”, explica el portavoz de la asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, Álvaro Bonet. Pero la parte central de la presa se desmoronó en 1799 tras una tormenta y las obras no volvieron a retomarse. “El antiguo Banco de San Carlos [hoy Banco de España] decidió abandonar el plan por miedo a que la reparación provocara una quiebra en los presupuestos”, cuenta Bonet.

Las tentativas para que la construcción se retomara continuaron durante los años siguientes, pero ninguna llegó a materializarse. “La última fue a principios del siglo XX, cuando intentaron utilizar la presa para el abastecimiento de agua que competiría con el canal de Isabel II”, revela Bonet.

Dos siglos después del inicio de la obra, solo quedan las reliquias que confirman el sueño truncado de Carlos III. La piedra de la construcción sigue agrietada y aún quedan restos de argamasa en la cercanía de la presa. La infraestructura está rodeada de contrafuertes y canteras, de donde se extraía la piedra para construir lo que hoy se ha convertido en un rincón exclusivo de Madrid, una región que cuenta con 658 Bienes de Interés Cultural y 4.071 Bienes de Interés Patrimonial, según fuentes del Área de Protección de la Comunidad de Madrid.

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