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La utopía de la jornada laboral de cuatro días es ya una realidad en Madrid

Dos empresarias ponen en marcha este modelo productivo en sus restaurantes La Francachela

Las socias Elena García y María Álvarez en el restaurante La Francachela de MediaLab Prado que ha implantado la jornada de cuatro días. ÁLVARO GARCÍA
Las socias Elena García y María Álvarez en el restaurante La Francachela de MediaLab Prado que ha implantado la jornada de cuatro días. ÁLVARO GARCÍA
Idoia Ugarte

La jornada laboral de cuatro días es ya una realidad en Madrid. Tanto María Álvarez como su socia Elena García, fundadoras de los restaurantes La Francachela, se sienten orgullosas de su pequeña revolución: la implantación de este modelo productivo que muchos países como Nueva Zelanda, Escocia, Finlandia y Alemania buscan poner en marcha. Ahora también España. El Gobierno de Pedro Sánchez se ha comprometido a estudiar un proyecto piloto de alcance nacional dotado con 50 millones de euros para aquellas empresas que quieran disminuir su impacto ambiental y mejorar la salud de sus empleados. La propuesta viene de Más País que argumenta que España es uno de los países con mayor número de horas presenciales al año, sin que esto se traduzca en un aumento de la productividad respecto a los índices de referencia de la Unión Europea.

“Agradecemos que Más País haya apadrinado esta idea, pero nosotras somos partidarias de que la jornada de cuatro días se implemente por iniciativa propia de las empresas. Creemos que hay que hacer un trabajo de concienciación para que cada vez haya más empresas que valoren la posibilidad de implementarla”, declara Álvarez, convencida de que este nuevo modelo mejoraría la calidad de vida de unos trabajadores que hacen malabares para poder conciliar, con más tiempo libre para viajar o invertir en ellos mismos. “Con fines de semana de tres días el turismo que tanta falta hace se dispararía”, sentencia Álvarez.

Giannina De Nicola tiene 28 años y es camarera en uno de los restaurantes que estas dos mujeres tienen en Madrid, el de Medialab Prado, que inició su andadura en 2017, el otro se encuentra en el Matadero. Esta joven cuenta que como solo trabaja cuatro días ha decidido empezar un curso de gestión de restauración. Dos de esos días libres los dedica a estudiar y el que le sobra lo aprovecha para salir y disfrutar de los planes de la capital. “Después de la cuarentena empezamos con este cambio en la empresa y valoro mucho ese tiempo libre, sobre todo para el descanso, que también es muy importante”, comenta mientras va colocando los vasos detrás de la barra.

Giannina De Nicola sirve a unos clientes en el restaurante La Francachela. ÁLVARO GARCÍA
Giannina De Nicola sirve a unos clientes en el restaurante La Francachela. ÁLVARO GARCÍA

Su compañero, Carles Roca, tiene dos críos pequeños y tampoco se esperaba esta medida. Opina que es una idea estupenda: “Lógicamente disponer de ocho horas semanales más para la organización doméstica, estudiar o la crianza, supone un alivio en lo cotidiano”. Lleva 10 años en el sector de la hostelería y confiesa que ha estado en empresas en donde el número de horas extra era escandaloso. “Encima ni se pagaban ni se devolvían. Y por supuesto eran de obligado cumplimiento para mantener el empleo”, lamenta.

Para María Álvarez y Elena García el confinamiento les supuso un reto sin precedentes desde el punto de vista de la conciliación. “Pasamos la misma experiencia que otras cinco millones de familias con hijos, que era la de estar sepultada por la realidad entre niños, la casa, el teletrabajo y todo lo que se nos vino encima. Cuando volvimos a abrir no podíamos llegar a nuestros negocios e imponerles las mismas condiciones draconianas que habíamos sufrido nosotras. La nueva normalidad no podía ser como la antigua”, apunta Álvarez, de 38 años, que también ha implantado esta jornada en Ephimera, su empresa de comunicación.

En la mesa del restaurante La Francachela se pide a través de 'whatsapp' la comida.  ÁLVARO GARCÍA
En la mesa del restaurante La Francachela se pide a través de 'whatsapp' la comida. ÁLVARO GARCÍA

Cuando se llega a este restaurante hay un número de whatsapp en la mesa por el que se pide. La orden llega a la cocina y el camarero sirve la comida. “Identificamos en qué partes de ese servicio no se aportaba valor al cliente. Son esos momentos de esperar a que alguien se siente, estar pendiente de si quiere tomar primero y después segundo, había muchas horas muertas ahí. Esa dinámica del servicio la hemos sustituido por la tecnología y en lugar de llevar ese beneficio solo a la empresa lo estamos invirtiendo en los empleados”, explica Álvarez, que reconoce que ajustar los horarios es complejo, aunque no duda en seguir dándole vueltas a esas 35 horas semanales para introducir mejoras.

Muchas personas que trabajan en la hostelería se sienten atrapadas y son maltratadas con jornadas de seis días y turnos partidos, dice Álvarez. Dignificar el sector con profesionales cualificados y contentos es uno de sus propósitos. “No sabes la cantidad de tiempo que se va en gestión de personal, absentismo, sustituciones, rotación rapidísima, eso es un desastre para el negocio. El descontento de los trabajadores tiene un impacto económico negativo brutal en las empresas”, advierte.

Álvarez lanzó en mayo la campaña 4suma! para convencer a otras empresas de que se suban al carro. Es consciente de que entre los trabajadores hay un “consenso total” y con esta plataforma pide a las administraciones que implementen un plan de ayudas a las empresas que ya tengan disposición de reducir las jornadas. “Esa idea de los incentivos debería estar orientada a las pymes porque ahí es donde se concentra la aversión al riesgo y el miedo al cambio. En este país tenemos un montón de bonificaciones al i+d+i que acaparan las grandes empresas. El tema es hacer que la introducción de la tecnología repercuta también sobre la vida de los trabajadores”, expone.

Interior del restaurante de MediaLab Prado de La Francachela. ÁLVARO GARCÍA
Interior del restaurante de MediaLab Prado de La Francachela. ÁLVARO GARCÍA

Ambas socias defienden que la jornada laboral de cuatro días también se enmarca dentro de los planes de transición ecológica por la reducción del tráfico que lleva aparejada. “Ahora llegan los fondos europeos y ojalá que las empresas cambien de mentalidad y la gente se vaya animando a construir el trabajo del futuro para que cuando pase esta situación vivamos todos de otra manera”, concluye Álvarez.

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