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“En un proyecto hiper especializado está el futuro del pequeño comercio”

Socks Market de Miguel Valero y Ángel Sánchez gana el Premio Impulsa que Cruz Roja otorga a aquellos negocios que han sabido reinventarse con la pandemia

De izquierda a derecha: Ángel Sánchez y Miguel Valero, propietarios de la firma madrileña de venta de calcetines Socks Market.
De izquierda a derecha: Ángel Sánchez y Miguel Valero, propietarios de la firma madrileña de venta de calcetines Socks Market.KIKE PARA
Idoia Ugarte

El proyecto madrileño Socks Market de Miguel Valero y Ángel Sánchez acaba de ganar el Premio Impulsa que Cruz Roja otorga a aquellos negocios que han sabido reinventarse durante la pandemia para mantenerse viables. Ambos se encontraban en el paro tras la crisis económica de 2008 y decidieron montar un pequeño comercio hace ya cuatro años. Se especializaron en un producto por el que muy pocos apostaban: los calcetines. A base de diseño, calidad y mucha dedicación van capeando esta nueva crisis sin dejar de apostar por marcas españolas que también buscan hacerse un hueco en el mercado.

¿Cómo se les ocurrió la idea de montar una empresa de calcetines?

La respuesta menos bonita es que se nos ocurrió por desesperación. Nosotros veníamos de la crisis económica anterior y estábamos en el paro. Vimos que el único camino que nos quedaba era el autoempleo. Habíamos visto en Nueva York una tienda muy pequeña que era casi como un estanquito donde solo vendían calcetines. La idea era tan friki que conforme se nos venía a la cabeza la descartábamos, pero mientras íbamos avanzando en el análisis de mercado volvíamos a ello. En aquel momento no había nada parecido en toda España, era un proyecto muy original e hiper especializado que es donde creemos que está el futuro del pequeño comercio, nadie podemos competir con una gran superficie como Amazon.

¿Les hizo dudar que su entorno no creyera en este tipo de negocio?

Cada vez que tocábamos alguna puerta porque necesitábamos financiación y contábamos lo que queríamos montar se hacia un silencio incómodo y ya no escuchaban nada más. Fue horroroso, ni nuestros padres y amigos creían en nosotros, nos miraban con cara de se van a arruinar. Alguien nos dijo que Cruz Roja tenía el proyecto Impulsa, fuimos allí a puerta fría y lo vieron viable, gracias a ellos encontramos un microcrédito con CaixaBank.

¿Qué han sentido al recibir el premio?

Por lo raro de la situación ha sido un chute de energía, están siendo meses muy complicados y te planteas si merece la pena seguir. Damos trabajo a 20 personas que están a nuestro cargo. Este premio nos da ánimos para decir que podemos salir de esta.

¿Cómo fueron esos inicios?

Primero arrancamos con una tienda de nueve metros y en seguida nos dimos cuenta de que el proyecto era viable. A los siete meses dio la casualidad de que el local que estaba pared con pared se quedó vacío. Era más amplio, de 40 metros, y empezamos a contratar equipo. Al año siguiente abrimos la tienda de Plaza del Ángel, mucho más grande, en su momento fue la mayor tienda de calcetines de Europa. De ahí abrimos la tienda online porque la gente lo reclamaba y después fuimos a Barcelona.

¿Qué ha supuesto la pandemia para el negocio?

La covid nos ha empujado a reinventarnos, todos los puntos que tenemos están en sitios muy turísticos, las zonas más castigadas por la crisis. La vida del barrio se ha mantenido más, pero la vida en el centro se ha muerto. Había que inventar un modo de tener ingresos sin ser dependientes del cliente de la calle. Retomamos una actividad que hasta ahora habíamos hecho muy esporádicamente que era fabricar calcetín corporativo personalizado. Empezamos a hacer de comerciales empresa por empresa. Al principio no teníamos muy claro si iba a merecer la pena, pero ha sido una labor constante y ahora de cara a la Navidad supone una vía de ingresos con la que no contábamos y que mantendremos en el futuro.

¿Por que creen que ha tenido tan buena acogida?

Yo creo que la clave del éxito es la buena experiencia que la gente vive en la tienda, se lo pasan muy bien y se ríen mucho. Se venden desde calcetines de Chewbacca a calcetines presentados como si fuesen un aguacate. Nos ha hecho crecer ese valor añadido que aporta el pequeño comercio y no las grandes superficies, un trato más cercano y agradable en donde interactuamos mucho con el cliente.

¿Cuál es el criterio de selección de calcetines?

Hicimos unos cortes para determinar qué productos traíamos: el primero era la calidad, un porcentaje de algodón por encima del 75%. Tenía también que aportar un plus por el diseño, bien por el producto o el packaging con un trabajo detrás. Si calidad y diseño se juntaban en una marca o fábrica española tenía prioridad. La venta online funciona muy bien pero seguimos siendo bastantes rehenes de nuestros clientes, más de la mitad de la gente que compra nos conoce de la tienda física y empieza a hacernos pedidos.

Ahora trabajan con 70 marcas nacionales e internacionales

El trabajo más complicado fue el arranque. Había que contactar con muchas marcas que nunca habían tenido presencia en tienda física porque habían nacido para Internet, había que convencerles de que quisieran entrar al proyecto, muchas eran reacias a estar en una tienda con tantos competidores. Hubo un proceso de aunar voluntades de mucha gente. Después ya se produjo el proceso contrario, las marcas eran quienes llamaban porque ya habían visto nuestra tienda.

Cuestión de empatía

Miguel y Ángel se dieron cuenta de que en España había muchas pequeñas marcas y fábricas que hacían un producto muy bueno. En la mayoría de los casos eran proyectos similares al suyo, una pareja de amigos o un matrimonio que se estaban reinventando. La empatía les ha llevado a unirse a ellos. Cuentan que España era un gran productor textil y que Pradoluengo es un pueblo de Burgos que fabricaba el 70% del calcetín a nivel nacional y que ahora está luchando por sobrevivir porque toda la producción se fue a China. “Teníamos un pueblo entero con familias con un saber hacer inmenso y nos sentíamos más cómodos trabajando con ellos que con una gran fábrica de Shanghái”, admiten.

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