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El Gobierno de Ayuso está decidido a rectificar cuanto antes los límites a la hostelería y los comercios

La comunidad de Madrid quiere acabar con el cierre a las nueve de la noche y Vox también presiona

La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el pleno de la Asamblea. En vídeo, Ayuso ha avanzado este jueves que la próxima semana se reunirá con el sector de la hostelería y comerciantes para liderar la recuperación de esas "horas perdidas" por las medidas restrictivas de su Gobierno.Foto: MARTA FERNÁNDEZ JARA / EUROPA PRESS
Juan José Mateo

En plena tercera ola del coronavirus, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso descuenta los minutos para que la situación sanitaria le permita levantar las restricciones impuestas este lunes a la hostelería y los comercios, que deben cerrar a las 21.00. La tensión interna y la desazón que ha provocado en un Ejecutivo autodefinido como liberal esa limitación de la actividad económica se han traducido en iniciativas para intentar compensar al sector. En paralelo, Vox, cuyos votos son imprescindibles para aprobar los Presupuestos de 2021, presiona para que Díaz Ayuso no prorrogue la limitación horaria, que vence el 8 de febrero.

La jornada en la que se decidió adelantar el cierre de la hostelería en Madrid a las 21.00, dejando sin la mitad de su negocio —las cenas— a los restauradores, además de adelantar el toque de queda a las 22.00, y restringir las reuniones a un máximo de cuatro personas, fue una de las más difíciles del Gobierno de coalición formado por PP y Cs.

“Ha sido una decisión muy dura”, relata una fuente gubernamental sobre las limitaciones conocidas el pasado viernes. “Estuvimos estudiando el conjunto de las medidas mucho rato, pero en buen tono, sin discutir”, sigue. “La posición de los responsables en Sanidad fue firme”.

“Han sido decisiones tomadas por Salud Pública, con su propio criterio, porque parecía que no iba a hacerse”, abunda un segundo interlocutor. “Se había barajado, pero parecía que se estaba más cerca de no hacerse”, insiste. “Los datos eran bastante malos, y en una situación crítica debe prevalecer la opinión de Salud Pública frente a la política”.

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Con la tercera ola del coronavirus ahogando la región, y los contagios disparados, el criterio sanitario se impuso al ideológico. El resultado, sin embargo, ha resultado indigesto para el Ejecutivo, que desde entonces llena su agenda de gestos hacia el sector.

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Todo se resumió este jueves en un salón del restaurante Malacatín, que se fundó en 1895. Este imperio del cocido siguió funcionando durante la Guerra Civil. También, en días de huelga general. La covid, sin embargo, le ha afectado. Y el conflicto interno que han desatado las nuevas restricciones en un Gobierno que se dice garante de la actividad económica y la iniciativa privada en tiempos de pandemia llevó hasta ese restaurante a Ignacio Aguado. Allí, el vicepresidente regional no solo recordó que el proyecto de Presupuestos recoge una línea de ayudas de 85 millones de euros para la hostelería. También hizo propósito de enmienda: las restricciones se levantarán lo más rápidamente posible, dijo.

“A partir de ahora las medidas que haya que adoptar serán para flexibilizar y no para seguir restringiendo”, avanzó. “Nos comprometemos a que en cuanto podamos, en cuanto nos dé la autorización la consejería de Sanidad, levantar todas las restricciones para que podáis operar sin más aprietos”, dijo. “Es en eso en lo que estamos. En levantar las restricciones y en que podáis funcionar”.

No fue una afirmación casual. Desde marzo de 2020, cuando estalló la pandemia en España, Madrid ha querido ser una isla en el océano de cierres generalizados. Esa estrategia no solo le ha enfrentado con el Gobierno central. Le ha colocado bajo los focos internacionales: “El milagro de Madrid”, llegó a titular Die Welt a mediados de noviembre, cuando la enfermedad convivía con bares y restaurantes abiertos.

Pero esos tiempos ya son pasado. Del milagro se ha pasado a la pesadilla. El terrible golpe de la tercera ola, que deja ya a 4.256 personas hospitalizadas por la covid, 700 de ellas luchando por su vida en unidades de cuidados intensivos, obligó el viernes pasado al Ejecutivo de Díaz Ayuso a reformular su estrategia. Cuando las nuevas restricciones entraron en vigor, este lunes, la presidenta reconoció que le causó “dolor”. Y solo tres días después, el jueves, avanzó su intención de rectificar esas medidas lo antes posible. La contradicción entre lo dicho durante todos estos meses y lo hecho ahora es demasiado fuerte.

“Intentamos minimizar los daños de la epidemia con pruebas masivas, un nuevo hospital público y poniendo en marcha nuevas medidas económicas”, dijo la presidenta de la Comunidad en el pleno de la Asamblea. “Entre esas medidas, evidentemente, no está precisamente la de cerrar la hostelería, la restauración y la actividad antes, eso evidentemente ayuda poco, pero la cepa británica ha cambiado las reglas del juego”, lamentó. “La semana que viene tendremos reuniones con la hostelería, los comerciantes y otros sectores para juntos liderar la recuperación de esas dos horas perdidas, y que pasen pronto los cierres y los despidos masivos en Madrid”.

“La idea es que en cuanto se pueda se vuelva a recuperar esas horas”, abundó una fuente que cuenta con la confianza de la presidenta, que busca garantizar un cumplimiento estricto de las medidas de seguridad en los establecimientos.

La patronal Hostelería Madrid calcula que las restricciones suponen un recorte del 40% de la actividad hostelera y pérdidas diarias de 7,2 millones de euros. Y para el presidente de la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM), Miguel Garrido, las restricciones horarias “dificultan la viabilidad y rentabilidad de muchas empresas, sobre todo de las pequeñas y los autónomos”, por lo que deberían ir acompañadas de medidas compensatorias.

El Gobierno regional, formado por dos partidos que se definen como liberales, promete ayudas. Y Vox, la formación con la que deben negociar para sacar adelante unos Presupuestos clave para el futuro de la región, presiona para que haga eso y más: acelerar el levantamiento de las restricciones. El partido de extrema derecha está haciendo bandera del asunto. Tanto, que Rocío Monasterio hace algo más que ponerlo encima de la mesa para la negociación presupuestaria: quiere que el diálogo sobre las cuentas comience en un restaurante pasadas las nueve de la noche.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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