Hoy por ti, mañana por mí
Alba Costa e Irene Fernández aman su barrio y no creen en las limosnas sino en la confianza entre vecinas, en el hoy por ti y mañana por mí de toda la vida
- Hija, ve a casa de Mercedes a por laurel, que estoy haciendo lentejas y se me ha olvidado comprar.
Y yo, obediente, cruzaba el descansillo y llamaba al timbre del octavo A. Al cabo de unos segundos, las legumbres de mi madre tenían el ingrediente que les faltaba. Por supuesto, tampoco era raro lo contrario, que fuera Mercedes la que tocara nuestro timbre por alguna urgencia gastronómica semejante.
Pues bien, algo así está pasando ahora con las redes de cuidado mutuo que se han creado en un montón de vecindarios de Madrid. No se trata de caridad sino de recuperar lo que se ha hecho siempre, echarse una mano bidireccionalmente, pero en formato grande, puesto que, ahora, la emergencia económica derivada de la sanitaria es mayor y ni las ayudas ni los servicios sociales están llegando a todo el mundo o, al menos, no a tiempo. Se quedan fuera muchas personas por temas burocráticos, por ejemplo quienes no están empadronados o quienes están en situación irregularizada, pero también quienes han cobrado el ERTE o se han quedado en paro y, con el salario recortado, a cierta altura del mes, tienen la nevera vacía y la cuenta, también.
No se trata de caridad sino de recuperar lo que se ha hecho siempre, echarse una mano bidireccionalmente, pero en formato grande
En plena emergencia, nace Barrio x Barrio y, como estamos en 2020 y todo es móvil y tecnología, se gestó en los primeros días de asfixia médica de la pandemia en el grupo de WhatsApp de una cuadrilla de jóvenes de Alcorcón. Alguien propuso que pusieran cinco euros por persona para poder hacer alguna donación al hospital de la localidad porque tenía a un conocido dentro que le había contado sus necesidades. Lo compartieron en sus cuentas personales de Instagram y en veinticuatro horas habían conseguido más de mil euros. Eso les dio para hacer una gran compra compuesta de cremas hidratantes, importantísimas para la gente que pasó semanas en una cama de UCI sin poder moverse, pero también revistas que acabaron en las manos de las personas que estuvieron horas y horas en las salas de espera de unos hospitales colapsados. Hasta compraron zumos y batidos con el objetivo de que el personal sanitario, que no disponía de tiempo, pudiera permitirse meterle algo al estómago entre carrera y carrera.
Como vieron que funcionó, hicieron otra colecta y recaudaron aún más dinero. En esta ocasión decidieron donárselo a Cocina Solidaria 2020. En vista del éxito de sus iniciativas consideraron que debían darle otra forma y eliminar el dinero de la ecuación incluyendo en su lugar comida no perecedera, productos de higiene personal y de limpieza. Basta con que haya una persona voluntaria que se encargue de poner una caja en su portal (previo permiso del resto de la comunidad) y un cartel en el que figure toda la información acerca del proyecto. Una vez esté llena, se lleva a los locales de distribución que les han cedido (en la C/San Blas 1 y en Porto Alegre 6 posterior) o pasa otra persona voluntaria con vehículo para poder transportarla.
Alba Costa e Irene Fernández impulsoras de la iniciativa, de 25 y 27 años, sin trabajo y en ERTE, respectivamente, aman su barrio y no creen en las limosnas sino en la confianza entre vecinas, en el hoy por ti y mañana por mí de toda la vida.
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