Feijóo quema con el PNV el último cartucho de una investidura imposible
El PSOE busca apoyos entre los independentistas para mantener la presidencia del Congreso
Por activa, por pasiva y por perifrástica. El PP ha podido percibir con todos los modos gramaticales y los tonos más variados el “no” firme, rotundo e inequívoco del PNV a facilitar la investidura de Alberto Núñez Feijóo. Los populares volvieron a intentarlo este lunes, apelando a que Vox dice ahora que apoyaría gratis al candidato popular, sin exigir la entrada en el Gobierno. Los nacionalistas vascos respondieron con el enésimo rechazo en términos tajantes. Sin la menor posibilidad para Feijóo, los socialistas tratan de desbrozar el camino a Pedro Sánchez en busca del aval del Congreso para seguir en el Gobierno. Su primer objetivo es mantener la presidencia de la Cámara, para lo que han iniciado contactos exploratorios con los grupos independentistas.
Elías Bendodo, coordinador general del PP, volvió a la carga este lunes. Tenía la excusa del movimiento del líder de Vox, Santiago Abascal, quien, tras reunirse en privado con Feijóo días atrás, se sacó de la manga una supuesta novedad durante el fin de semana. Vox anunció que regalaba sus votos al PP, sin plantear nada a cambio, por puro ardor patriótico: para evitar que Sánchez sea investido “con todos los enemigos de España”. Que Abascal retirase su exigencia de entrar en el Gobierno fue valorado por Feijóo como un “avance”, por mucho que no pareciese motivo suficiente para descabalgar al PNV de su negativa. Los nacionalistas lo han reiterado desde incluso antes de las elecciones, cuando advirtieron ya de que los populares no podrían contar con su apoyo tras abrir la puerta a la extrema derecha en municipios y comunidades autónomas.
Pero Bendodo lanzó sus redes aprovechando una entrevista en la Cope. “Hay un cambio en la situación y en las reglas del juego”, señaló aparentemente muy convencido. “Son circunstancias distintas para los que se posicionaron desde el principio”. Y perseveró: “No vamos a renunciar a dar ninguna batalla. El PP tiene la capacidad de hablar con todos y de pactar con casi todos”. Esos que se habían “posicionado desde el principio” no tardaron en reafirmarse en su posicionamiento. No habían pasado ni un par de horas cuando el PNV divulgó un tuit en el que recordaba que su dirección fijó el pasado 24 de julio una postura con “meridiana claridad” y remachaba: “Ante el intento de algunos actores políticos y mediáticos, tanto en Euskadi como en España, de construir una realidad alternativa, estimamos oportuno y conveniente refrescar su memoria”.
Y ahí se acabó todo. Ni siquiera tuvo mucho valor que Coalición Canaria sí recogiese el guante y se mostrara dispuesta a apoyar la investidura de Feijóo una vez que Vox ha renunciado al Gobierno, siempre que se atiendan una serie de reivindicaciones de su comunidad. La única diputada de la formación nacionalista isleña solo podría engrosar la cuenta favorable al PP hasta los 172 escaños, a cuatro de la mayoría absoluta (137 del PP, los 33 de Vox, uno de UPN y el otro de Coalición Canaria). Así que la carencia de apoyos suficientes para Feijóo resulta palmaria. Y los socialistas se lo recalcaron: “Feijóo no llega y lo sabe, pero parece vivir en su Matrix particular”. Ahora falta por saber si el Rey le dará la oportunidad de presentarse pese a todo a la investidura, apelando a su condición de fuerza más votada.
Los afanes de los socialistas están por ahora concentrados en la batalla inminente: la constitución de las Cortes, que llega ya la próxima semana, el día 17. El objetivo del PSOE, según fuentes gubernamentales, es mantener la presidencia del Congreso, un puesto clave en situaciones como la actual. Sin mayoría en la Cámara, el control de sus órganos de gobierno permite al Ejecutivo ahorrarse sorpresas en la vida parlamentaria y frenar los ímpetus de la oposición. Los socialistas necesitan el apoyo de los grupos independentistas, en lo que podría prefigurar un hipotético bloque de investidura. Y con ellos han empezado ya a explorar las posiciones.
El PSOE ha llamado a la discreción para no poner en peligro unas negociaciones que se adivinan muy delicadas. Del otro lado, sí habló en una entrevista en El Periódico una de las nuevas diputadas de ERC, Teresa Jordà, que dejó algunas pistas. Confirmó que los socialistas aspiran a seguir presidiendo la Cámara y que a cambio de los apoyos están dispuestos a ceder algún puesto en la Mesa a una de las formaciones independentistas y a permitir que ERC y Junts dispongan de grupo propio. Ninguno de los dos ha alcanzado el 15 % de los votos en cada una de las circunscripciones en las que se presentaba, condición que establece el Reglamento del Congreso para formar grupo, pero hay numerosos precedentes de que, contando con la mayoría en la Mesa, se encuentran fórmulas para esquivar esa norma. Disponer de grupo propio resulta vital para ambas formaciones, que de lo contrario tendrían que convivir en el mismo y repartirse el presupuesto y el tiempo de intervención.
Si la formación de dos grupos independentistas catalanes separados parece factible, la cesión de algún puesto en la Mesa entraña mayores dificultades. De entrada, el PSOE tendría que o bien renunciar a uno de los suyos, o bien convencer de que lo hagan a sus socios de Sumar, que reivindican mantener los dos representantes de los que han gozado la pasada legislatura. Uno de los diputados de la formación de Yolanda Díaz, el secretario general del PCE, Enrique Santiago, manifestó este lunes, cuando acudió al Congreso a retirar su acreditación, que no habría que descartar que la presidencia recayese en un nacionalista periférico.
Si la investidura se antoja imposible para Feijóó, los populares podrían intentar al menos alguna maniobra para evitar que la izquierda controle la Mesa y así contar con un instrumento a fin de desgastar al futuro Gobierno si Sánchez lo logra finalmente. De momento, según fuentes del partido, no hay ninguna estrategia prefijada a la espera de que el líder se reúna con la dirección la próxima semana.
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