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La izquierda alienta el sueño de la remontada

PSOE y Sumar cierran la campaña en un estado de euforia impensable hace una semana, mientras el PP rebaja su triunfalismo

Operarios preparan las urnas para un colegio electoral en el Barrio Gótico de Barcelona.Foto: MASSIMILIANO MINOCRI | Vídeo: EPV
Xosé Hermida

La campaña electoral ha acabado en lo que los viejos cronistas futbolísticos definirían como “un partido con dos partes bien diferenciadas”. En la primera, el PP parecía propulsado hacia un triunfo imparable tras el cara a cara televisado en el que su líder, Alberto Núñez Feijóo, logró sacar de sus casillas a Pedro Sánchez. En la segunda, los populares han encadenado tropiezos hasta acabar elevando a las nubes la moral de los socialistas, que habían pasado varios días noqueados por el gatillazo de su líder en la contienda televisiva. La otra fuerza de la izquierda, Sumar, que también parecía titubeante al comienzo de la campaña, recibió una inyección de euforia tras los elogios al desempeño de su candidata, Yolanda Díaz, en el debate a tres del miércoles. Y así, entre una cosa y otra, la campaña concluyó el viernes en un clima impensable hace una semana, con la izquierda alentando el sueño de la remontada ante una derecha a la que la inmensa mayoría de la opinión pública —sobre un 60%, según las últimas encuestas conocidas— daba ya por ganadora.

Los enfervorizados miles de militantes socialistas que aclamaron el viernes a Sánchez en un entusiástico mitin en Getafe componían una imagen sorprendente para un partido al que las apuestas sitúan como perdedor. “La derecha y la ultraderecha están desfondadas”, clamó un desatado líder socialista, quien instó a todos a continuar “hasta la última pedalada, hasta el último suspiro, hasta el último voto” para lograr el domingo una “rotunda victoria”. La víspera, los socialistas más viejos ya habían visto con asombro cómo unas 4.000 personas dejaban pequeño un auditorio de Lugo para aclamar a Sánchez. En esa provincia, que no estaba en principio incluida en la agenda de campaña del presidente, se libra una de esas pequeñas batallas que, en conjunto, pueden acabar decidiendo unas elecciones. En 2019, PSOE y PP se repartieron allí los cuatro escaños. Ahora los socialistas pugnan para que una pequeña fuga de votos no desnivele la balanza 3-1 a favor de los populares.

Cuando el martes entró en vigor la prohibición de publicar encuestas, el viento demoscópico ya parecía haber rolado ligeramente tras una semana castigando sin misericordia a los socialistas. El PSOE apuntaba a una tímida recuperación. Desde entonces, no se han podido conocer más sondeos, aunque los que manejan internamente los partidos y se comentan bajo cuerda indican —con las cautelas obligadas en estos casos— que la tendencia se ha consolidado. Investigadores demoscópicos consultados insisten en que los populares siguen siendo favoritos, pero que, a la luz de lo visto en los últimos días, se antoja prematuro dar la batalla por resuelta.

En Getafe, Sánchez quiso convencer a los asistentes de que aún es posible reeditar la coalición entre el PSOE y “el partido de Yolanda Díaz”. El segundo de los socios del actual Gobierno también ha acabado la campaña en pleno subidón. La mejor prueba de que el papel de Díaz ha crecido en los últimos días es que el PP pasó de ignorarla a convertirla en blanco de sus ataques. Y en términos furibundos. La FAES, la fundación de José María Aznar, la llamó en un editorial “figurín neocomunista confeccionado a toda prisa con retales de Dior y mediocre literatura de autoayuda”. El día antes, Feijóo recibió una lluvia de acusaciones de machista en las redes sociales por cuestionar las cifras de empleo del Ministerio de Trabajo con el chascarrillo de que Díaz “sabe mucho de maquillaje”.

Feijóo y la verdad

La líder de Sumar ha contribuido a los recientes apuros de Feijóo porque ha logrado introducir como uno de los grandes temas de la recta final de la campaña la vieja amistad del candidato del PP con el contrabandista, luego condenado por narcotráfico, Marcial Dorado. No ha habido medio que entrevistase a Feijóo esta semana y no le haya preguntado por un asunto que nunca ha acabado de aclarar. El viernes en la Cope alegó que en la época en que fueron amigos, cuando él ejercía ya relevantes puestos públicos, Dorado “era contrabandista, no narcotraficante”, una manera de reconocer que se dedicaba a actividades delictivas.

Feijóo había construido uno de los ejes de la campaña en presentarse como el abanderado de la verdad frente al “Gobierno de la mentira”. Desde que él mismo ha sido cazado en varias falsedades notorias, ese relato se ha resquebrajado. La vehemente defensa de la verdad como un valor indispensable de la política había monopolizado sus discursos de campaña. En su mitin del viernes en Málaga la proclama bajó ya varios tonos.

Si el sueño de la izquierda es la remontada, el del PP es una mayoría próxima a la absoluta que le permita gobernar en solitario. Feijóo lo volvió a explicitar en Málaga, acompañado del presidente andaluz, Juanma Moreno, para evocar precisamente lo ocurrido el año pasado en las elecciones de esa comunidad. Los populares siguen viéndose como triunfadores, pero han moderado la euforia. Han acabado la campaña multiplicando los avisos a no incurrir en un exceso de confianza y los llamamientos al voto útil al electorado de Vox. Mientras las bases de la derecha han agitado sin cesar el “que te vote Txapote”, el candidato popular insistió en revestirse de un mensaje conciliador. “No vengo a romper nada ni a vengarme de nadie”, aseguró.

La prioridad en Vox es frenar las fugas hacia el PP que han venido detectando las encuestas. Abascal, tras optar en el debate del miércoles por ahorrar críticas al ausente Feijóo, cambió de estrategia en el cierre de campaña y lo acusó de preferir pactar con el PSOE antes que con su partido. Vox acudió a su lugar fetiche, la madrileña plaza de Colón, presidida por una gigantesca bandera de España. A diferencia de las exaltaciones de otras jornadas, esta vez no la consiguió llenar.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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