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Abascal se presenta como el antagonista del Gobierno de izquierdas ante la incomparecencia de Feijóo

El líder ultra elude debatir sobre los datos y busca la confrontación ideológica con Sánchez y Díaz

El candidato a la Presidencia del Gobierno, Santiago Abascal, antes del inicio del debate electoral en TVE. Foto: ÁLVARO GARCÍA | Vídeo: EPV
Miguel González

Santiago Abascal se puso la venda antes de la herida: anunció que el presidente Sánchez trataría de confundirle con un torrente de datos manipulados o falseados y que sus dos adversarios le interrumpirían continuamente para no dejarle hablar. No lo hicieron, el tono del debate fue en todo momento correcto, y el moderador, Xabier Fortes, tuvo que animarles a que se pisaran unos a otros para dar viveza a la discusión.

El líder de Vox demostró que su fuerte no son los datos y cuando Sánchez o Díaz lo abrumaban con porcentajes se zafaba alegando que “los datos de este Gobierno tienen la misma credibilidad que sus pactos” y que las cifras macroeconómicas no llegan a los hogares. La única vez que se adentró en ese terreno patinó: admitió que hay casi 21 millones de cotizantes a la Seguridad Social, pero aseguró que trabajan menos horas. La vicepresidenta segunda le silenció aduciendo que el número de horas cotizadas ha subido un 22%. También fue Yolanda Díaz quien, después de que Abascal reprochara el apoyo de Bildu a la reforma laboral del Gobierno, le recordó que los abertzales y Vox votaron juntos contra la misma.

Más cómodo se sintió el líder ultra al abordar la violencia de género. Consciente de que la mejor defensa es un buen ataque, acusó a sus interlocutores de ser los responsables de la “la ley que ha traído más violencia machista a España”, en alusión a la ley del solo sí es sí y a la excarcelación anticipada de 117 violadores. Sánchez le respondió que los dos partidos del Gobierno “siempre defienden a las mujeres”, aunque a veces cometan errores; mientras que Vox se equivoca siempre porque niega la violencia machista. “¿Qué es una mujer para ustedes”, les espetó Abascal, aludiendo a la autodeterminación de género de la ley LGTBI, sin que ninguno de los dos le contestara. Díaz le exigió que dejara de reírse de las mujeres, mientras exhibía la foto de dos cargos públicos de Vox bromeando durante el minuto de silencio por una mujer asesinada en Valencia.

Sánchez y Díaz se repartieron los papeles, el primero rebatiendo a Abascal con intervenciones didácticas; y la segunda, entrando al cuerpo a cuerpo, hasta el punto de que el líder de Vox la acusó de darle “órdenes” y de representar “la hoz y el martillo”, aunque trasladó al presidente la culpa “de haber metido el comunismo en el Gobierno”.

Ambos se dirigieron a Abascal como si fuera el portavoz de Feijóo y, a través de él, debatieran con este —”el señor Feijóo, representado hoy por el señor Abascal”, le dijo Díaz—, pero el líder ultra intentó zafarse de ese papel, subrayando que el presidente del PP, en su cara a cara con el jefe del Gobierno, le ofreció un pacto para que gobernase el que resulte más votado de los dos. Sánchez le recordó que en cinco comunidades autónomas y cientos de ayuntamientos gobiernan juntos el PP y Vox. “Como no ha venido [Feijóo], no hablaré de él que no puede defenderse”, dijo Abascal para zanjar el asunto.

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El líder ultra consiguió su objetivo: confrontar con el Gobierno de izquierdas y colocar sus mensajes sobre inmigración, inseguridad ciudadana, cambio climático o indultos a los independentistas. No se trataba de ganar a los dos presentes, sino al ausente. Y Abascal se declaró ganador por incomparecencia, coronando su intervención con un sonoro: “¡Viva España!”.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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