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Sánchez exprime su última oportunidad con el debate a tres

El presidente pudo esta vez explicar su proyecto y colocar la disyuntiva: “O despertamos el lunes en 2023 o en 1973″

El candidato del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el debate a tres en RTVE el miércoles por la noche. Foto: ÁLVARO GARCÍA | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

Fue un debate completamente distinto del anterior, y también hubo un Pedro Sánchez muy diferente al del día 10. El candidato socialista a la presidencia del Gobierno el 23-J cambió no solo el tono, algo que se vio desde el primer momento, con un punto mucho más sosegado frente a los mensajes más duros de Santiago Abascal, esperando su turno para golpear con dureza al adversario, y tratando en todo momento de mostrar autoridad.

La Moncloa sabía que esta era una segunda oportunidad para enterrar las malas sensaciones que dejó el primer encuentro. Y sobre todo, era la última ocasión antes de votar. Sánchez exprimió al máximo los minutos de pantalla para intentar recuperar su imagen y, sobre todo, buscar votos no solo progresistas sino incluso de centro: en algún momento apeló a los votantes del PP que pueden estar descontentos con los acuerdos con Vox y que al ver el debate puedan escandalizarse con la idea de que Santiago Abascal sea el próximo vicepresidente.

El formato ayudó mucho a Sánchez, como pasó en el debate a 7 la semana pasada —también en RTVE y conducido por Xabier Fortes— porque las interrupciones eran la excepción y permitía discursos más tranquilos, exposiciones más largas, en las que Sánchez está más cómodo.

Abascal no apostó desde el principio por arrollar a sus rivales, al contrario de lo que hizo Alberto Núñez Feijóo en el cara a cara con Sánchez, y eso permitió al presidente defender con calma su gestión y sobre todo tratar de colocar a los españoles ante la verdadera disyuntiva de las elecciones, tal como la ve él: apostar por una coalición PP-Vox o por la continuidad del pacto PSOE-Sumar, esta vez con más facilidades para entenderse porque ya la lidera sin duda Yolanda Díaz.

Sánchez decidió conscientemente evitar hasta la mínima confrontación con Díaz. Se notaba hasta en la forma de referirse a ella: quería ofrecer la imagen de una coalición bien avenida. Incluso en las pocas ocasiones en las que Díaz apuntaba a alguna diferencia programática, Sánchez la dejaba pasar, evitando cualquier sensación de lío interno, una de las cuestiones que más daño ha hecho al Gobierno.

El rival real de Sánchez es Feijóo, y no Abascal, y por eso el presidente fue el que más veces intentó recordar a los telespectadores que el líder del PP no había querido estar. “¿Por qué falta el señor Feijóo?”, se preguntó Sánchez. “Porque no puede hacerse cargo de la montaña de mentiras que dijo en el anterior debate. Y además porque a Feijóo le da vergüenza aparecer en televisión con Abascal. No le dan vergüenza sus votos, que los usa, pero sí aparecer en televisión”, remató.

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Esa es una de las ideas centrales de la campaña del PSOE: poner al PP y a Vox juntos en todo momento como la alternativa real. Y por eso en La Moncloa estaban muy satisfechos, porque creen que se vio la imagen de una coalición bien avenida frente al lío que supondría en su visión un Gobierno PP-Vox, como se comprobó en algunos ataques de Abascal a Feijóo, que también le está golpeando en su campaña.

Pero por encima de todo, el líder del PSOE quería colocar un mensaje claro, y esta vez sí lo logró, al contrario que la semana pasada: que los españoles deben decidir el domingo si el lunes “España despierta en 2023 o en 1973″, con un claro retroceso. Esta segunda oportunidad hubiera sido sin duda mucho más eficaz con Feijóo en el debate, pero en La Moncloa creen que el líder del PP verá pronto que fue un error no acudir a un encuentro que confían en que sirva para movilizar un alicaído voto progresista.

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