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Del “desprecio ajeno al victimismo propio”: así se ven los extremeños en la cuenta atrás de sus primeras elecciones en solitario

Un historiador, una modista, un divulgador cultural, una veterinaria y un exsindicalista cuentan a EL PAÍS qué esperan de su tierra tras el 21-D

"Quiero una Extremadura más vital". Lo que esperan los extremeños de las elecciones del 21 de diciembre

El historiador José María Lama reside en Zafra (Badajoz, 16.700 habitantes), tiene 65 años y ninguna duda: los últimos 40 años han sido, a su juicio, “los mejores años de historia de Extremadura e intentar trasladar la idea de una Extremadura mísera es un error porque es mentira”. Uno de los problemas de la región es “el desprecio ajeno y el victimismo propio”, cree. “La gente de fuera siempre nos ve por menos de lo que somos. Y eso coincide con la imagen que nosotros mismos nos hemos creado, que también es que somos menos de lo que somos”, sostiene Lama.

Voces tan dispares como la del divulgador cultural Aníbal Martín, de 36 años, Julián Carretero, de 66, secretario general regional de CC OO entre 2005 y 2017 o Laura Manuela Sánchez, de 33, coinciden en destacar “la tranquilidad vital”, los “mecanismos de solidaridad vecinal” o “el tiempo de calidad” que ofrece la vida en la Extremadura que vota este domingo, en la que la falta de infraestructuras aparece en muchas conversaciones como la principal desventaja. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicado a finales de noviembre, el 42,8% de los extremeños considera que la comunidad atraviesa una situación “buena” o “muy buena”, el 41,5% cree que el momento de Extremadura es “malo” o “muy malo” y, en medio, hay un 14,6% de extremeños que afirma que la situación de la región es “regular”.

A dos días de la cita con las urnas, por primera vez en solitario, sin coincidencia con otros comicios, cinco ciudadanos que viven en Extremadura cuentan cómo se ven y cómo quieren verse en el futuro en esta tierra sobre la que estarán puestos los focos de toda España este fin de semana.

El “deterioro” de los servicios públicos

El CIS sobre Extremadura muestra una sociedad dividida respecto al cambio en la comunidad desde las últimas elecciones autonómicas, cuando María Guardiola desalojó del poder al expresidente Guillermo Fernández Vara, recientemente fallecido. El 31,6% cree que la situación es “mejor” o “mucho mejor” y el 32,7% considera que están “peor” o “mucho peor”, aunque la mayor parte de los encuestados, el 34,3%, se sitúa en medio de esas posturas y sostiene que la situación general de Extremadura no ha variado. “A veces asumimos los problemas y no los enfrentamos”, dice Laura Manuela Sánchez al hablar de los cortes de red que tiene de vez en cuando en su pueblo y que le impiden acudir a reuniones en remoto, “la gente se acomoda y no clama por una solución”.

“Quiero una tierra más vital, que la gente no se vaya, que pueda quedarse trabajando y que viva bien”.

Aníbal Martín, escritor y divulgador cultural

En este sentido, el escritor José María Lama apunta que en los últimos años, desde la pandemia, “ha habido un deterioro generalizado de los servicios públicos”. Coincide el sindicalista Carretero, que señala que desde 2023 Extremadura “ha sufrido un retroceso importante en términos políticos y de políticas porque el Gobierno autonómico no ha tenido unos objetivos claros desde el punto de vista del futuro de la región”.

“Quien no es funcionario o interino se tiene que ir”

¿Ha mejorado Extremadura? Elena Diéguez, veterinaria jubilada de 68 años, así lo cree. “Se está profesionalizando cada vez más desde el punto de vista industrial, agrícola, ganadero y medioambiental”, pero opina también que “hay mucha gente que para desarrollarse profesionalmente tiene que irse porque la región tiene una capacidad muy limitada para generar puestos de trabajo, sobre todo los más actuales”. Se trata de una realidad a la que se enfrentan todos los jóvenes cuando se paran a pensar en su futuro, a pesar de que, como apunta José María Lama, ahora hay más oportunidades que, por ejemplo, en los ochenta, por el mayor nivel de información. En su opinión, “el problema puede estar en la carencia de instrumentos para gestionar esa información y que ahora todo está marcado por el cambio de lo productivo a lo consumista”. Por otro lado, añade el historiador: “La realidad es que nunca se ha perseverado en las posibilidades de Extremadura”.

“Creo en una sociedad articulada, dotada de asociaciones en las que los colectivos hagan actividades, que no se dependa solo de las instituciones, me parece muy importante”.

José María Lama, historiador

“Para los de mi edad era impensable hacer una Ingeniería, estudiar Medicina o Derecho y tener carrera en Extremadura”, denuncia el exdirigente sindical, ya jubilado. “Hoy los jóvenes tienen una serie de oportunidades que no había en otro momento”, añade. Laura Manuela Sánchez tiene su taller en Orellana la Vieja (Badajoz, 2.570 habitantes): “Tengo la sensación de que no se investiga qué oportunidades hay para que la gente pueda quedarse, qué trabajos del futuro puede haber. Ni se mira lo tecnológico ni las posibilidades de innovar en puestos de trabajo tradicionales como la agricultura o la ganadería, que se han devaluado mucho y son fundamentales. Creo que nos vamos a arrepentir”, apunta.

El escritor Aníbal Martín, que volvió a Extremadura hace cuatro años después de pasar un tiempo en Cataluña, se lamenta de que en su círculo, “quien no tiene un trabajo de funcionario o es interino, se tiene que ir”. “En el plazo de un año se han ido varios amigos a trabajar fuera” por las insuficientes oportunidades en sus sectores. Y en este sentido, Elena Diéguez insiste en que esa falta de oferta se debe a la escasa industria, pero también a la poca investigación que cita Sánchez: “Algunas empresas no creen que sea necesario que alguien lance sus productos a los mercados internacionales, que alguien les desarrolle una campaña de marketing. No se ha hecho nunca porque las empresas extremeñas casi siempre han vendido todo en el entorno cercano”.

Los cuidados a los mayores en los pueblos

Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), Extremadura tiene una población más envejecida que el conjunto del Estado. El grupo de ciudadanos de entre 60 y 69 años es superior a la media nacional. Eso, sumado al deterioro de los servicios públicos y el tejido asociativo que denuncian los ciudadanos extremeños, hace prever que la comunidad se enfrentará en un par de décadas a un reto extra para cuidar a sus mayores. Este desafío ya es palpable en las zonas más rurales de la región. Martín cuenta que ya sucede en pueblos pequeños como el suyo, Huetre, que pertenece al concejo de Casares de las Hurdes (Cáceres, 362 habitantes).

“Conozco un matrimonio que ha intentado resistir viviendo en el pueblo hasta que, por problemas de salud, han tenido que emigrar a donde viven sus hijos, a Cataluña, porque para ir al hospital, por ejemplo, tenían que ir a Plasencia, a más de una hora en coche. Me imagino que hay muchas personas más en esa situación”, explica. Aníbal Martín añade un par de elementos que van más allá de la salud física de las personas mayores, la salud mental, el aburrimiento: “Llega un momento en que los pueblos, sin gente, se vuelven un lugar tan pequeño y tan muerto que es muy difícil sobrevivir en ellos con una buena salud mental”.

“Se debe dar un valor más relevante a la política porque los trabajadores y los pensionistas necesitan a la política”.

Julián Carretero, ex secretario general regional de CC OO

Lama considera que el hecho de estar en Extremadura “no tiene por qué ser un hándicap para un mayor bienestar de los mayores”, de hecho cree que el ambiente en la región es mucho más amable que una gran ciudad, también por la existencia, en municipios medianos del medio rural, de proyectos de cuidados. El historiador insiste en la importancia de hacer sociedad civil: “En general, en España hemos dedicado demasiado tiempo a arropar a las instituciones, a trabajar por las instituciones, y hemos descuidado bastante la sociedad civil. Yo creo en una sociedad articulada, una sociedad que esté dotada de asociaciones en las que los colectivos hagan actividades en las que no se dependa solo de las instituciones, me parece muy importante. Y en Extremadura ha habido 40 años de desarrollo institucional, a veces descuidando la importancia de fortalecer lo social”.

Elena Diéguez, Laura Manuela Sánchez y Julián Carretero coinciden en que Extremadura “se queda corta” en los servicios y recursos necesarios para el bienestar de los más mayores porque hay “un salto pendiente” que sirve para acoger en los próximos años a quienes los van a necesitar. “Mucha gente viene a jubilarse a los pueblos y llega un momento en que no tienen capacidad para atender a estas personas en su vejez”, apunta la modista. En este aspecto, el que fuera secretario general de CC OO indica que se trata de una cuestión de opciones ideológicas y políticas: “Solo se puede resolver y mantener con servicios públicos de calidad. Y, en estos momentos, para los mayores, pero también para los más pequeños con la educación y para todos en el ámbito sanitario, hay una opción ideológica que considera que la atención directa a las personas es un nicho de negocio”, denuncia.

“Mucha gente viene a jubilarse a los pueblos y llega un momento en que los pueblos no tienen capacidad para atender a estas personas en su vejez”.

Laura Manuela Sánchez, modista

Por eso, dice Julián Carretero, para que Extremadura cuente con unos servicios de calidad, es importante que se apueste por ellos con una contundencia absoluta, es decir, desde una apuesta ideológica y, para ello, se debe “establecer una mayor capacidad de relación entre las distintas fuerzas políticas intentando puntos de acuerdo y se dé, por tanto, un valor más relevante a la política porque los trabajadores y los pensionistas necesitan a la política”.

El futuro y el índice de “vitalidad democrática”

El historiador José María Lama insiste en que el futuro de una región como Extremadura, que en los últimos 10 años ha perdido más de 40.000 habitantes y se prevé que haya perdido otros 25.000 en 2035, según las proyecciones del INE, debe pasar por una “riqueza asociativa” en la sociedad: “En la ciudad en la que vivo lo que me interesa sobre todo es el número de asociaciones que hay, y hay una vida social bastante intensa. Eso sí me parece un índice de vitalidad democrática”.

“Impulsar la comunicación exterior” es imprescindible para Elena Diéguez, que la gente conozca Extremadura y, sobre todo, que pueda acceder a ella con facilidad. Pero también debe mejorarse la infraestructura interna, comenta Laura Manuela, “las carreteras que faltan por hacer o mejorar y la conexión con servicios públicos, que no todo el mundo tenga que tener un coche para poder moverse”.

“Hay que hacer lo que sea para conseguir que los jóvenes agricultores y ganaderos quieran quedarse en Extremadura y puedan trabajar”.

Elena Diéguez, veterinaria

“Se habla mucho del problema de la vivienda, pero creo que la ayuda no es que te den una casa, sino que uno pueda tener una gracias a un empleo digno. Por tanto, es importante que se den facilidades a los jóvenes para encontrar o crear trabajo”, abunda la modista, que desea una apuesta por “proyectos y empresas que aporten valor y sean los trabajos del futuro, y que tengan una visión ecologista, pues en Extremadura hay una base para crearlos”. “Los Gobiernos tienen que pensar que la riqueza de sus zonas depende de distintos factores, hay que hacer lo que sea para conseguir que, por ejemplo, los jóvenes agricultores y ganaderos quieran quedarse en Extremadura y puedan trabajar”, comenta Diéguez, que apunta a la necesaria inversión y dedicación. Añade que puede ser preocupante que los más jóvenes tengan que salir a estudiar una carrera, sin embargo, ve más grave que no puedan volver: “Tendría que ser factible ejercer esa carrera en la región”, comenta.

“Quiero una tierra más vital, que la gente no se vaya, que pueda quedarse trabajando y que viva bien”, resume Aníbal Martín: “No puede ser que si ya hay dificultades en el territorio, como puede ser el transporte, se le sumen más problemas como el precio de la vivienda... Entonces, vivir se hace difícil en un sitio como Extremadura”, explica.

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Sobre la firma

José Nicolás
Es redactor en la sección España. Previamente, estuvo ocho años en Opinión, donde colabora con la columna 'Red de redes'. Es graduado en Periodismo por la Complutense y máster en Periodismo de Datos y Nuevas Narrativas en la Universitat Oberta de Catalunya. Antes de su llegada a EL PAÍS en 2017 trabajó en Onda Regional de Murcia y Cadena SER.
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