Ir al contenido
_
_
_
_

“Llevadme a mi Extremadura”: la voz de los jóvenes que desafían a la región que los expulsa

En 2023, la comunidad sufrió la mayor fuga de jóvenes de su historia respecto a los que llegaron, más de 1.400 se marcharon a otros territorios del país

Son la generación que creció viendo marchar a todos y a la que educaron para irse. La de los domingos perdidos y las horas muertas en estaciones de tren rumbo a Madrid desde Extremadura, una región donde este medio de transporte rara vez juega a su favor. En la capital, con la nostalgia a cuestas, vuelven a su piso compartido, en el que no saben ni con quién viven, “porque cada dos por tres cambian los compañeros”, recuerda Juan Grande, de 26 años, que dejó Casas de Don Pedro (Badajoz) para estudiar Producción Audiovisual y Musical. “Es una obligación, más que algo que quisiéramos hacer. A nosotros nos educaron diciéndonos que teníamos que irnos si queríamos trabajar o estudiar”, cuenta su compañero Carlos Canelada, de 23 años. Junto a Víctor Arroba, de 24, forman Sanguijuelas del Guadiana, el grupo extremeño que pone voz a lo que viven miles de jóvenes como ellos. Una hornada nacida en tierra de emigrantes cuyo sueño es romper con el futuro que marcó a sus mayores.

El grupo ha podido volver a Extremadura, pero su voz suena en los auriculares de miles de jóvenes que cogen ese mismo tren: “Todos los domingos de vuelta a la capital. Yo las penas te las canto por si acaso, suerte la tuya de poder vivir donde naces".

La comunidad autónoma extremeña es una región enorme dividida en dos provincias en la que viven 150.000 personas de entre 16 y 29 años, según el Consejo de la Juventud de Extremadura. En 2023 —último año con datos disponibles—, se registró el mayor éxodo juvenil respecto a las llegadas desde que existen registros. Un total de 1.433 jóvenes hicieron las maletas rumbo a otras comunidades autónomas.

Esta representa la peor cifra de la España peninsular. La región duplica la fuga juvenil de Murcia y casi triplica la de Galicia, tal y como muestra la versión nacional de este mismo organismo. La mayoría de quienes se marchan ponen rumbo a la capital, mientras que el resto están repartidos entre la geografía española y portuguesa. La rebeldía de estos jóvenes es querer quedarse en su casa.

Entre las preocupaciones de los que quieren quedarse están la falta de oportunidades, la precariedad laboral, el deseo por poder quedarse en su tierra y el acceso a una vivienda cada vez más cara que dificulta su emancipación. Ese sentimiento es el que han sabido poner en palabras Carlos Canelada, Víctor Arroba y Juan Grande con su grupo de rock extremeño.

En el campo, a las afueras de Mérida, las reivindicaciones que cantan los tres jóvenes suenan así: “Llevadme a mi Extremadura y allí dejadme en mi tierra. Esparcío’ por lo’ aire’ para abonar la cosecha”.

“Te aseguro que la gente lo canta con orgullo, como si fuese el himno de España”, dice Javier Aguilar. Este agricultor de 25 años trabaja en dos parcelas, una de almendros y otra de árboles de pistacho, junto a su hermano, en las tierras de su familia. “Mi padre no quería que viviese esta vida porque sabía lo que se venía y me decía que por favor estudiara y me fuera a Madrid. Yo le contestaba: ‘Pero ¿para qué? Si yo lo que quiero es quedarme aquí”, explica Aguilar mientras su hermano y un trabajador faenan los almendros. Antes de poder volver a casa estuvo trabajando en Portugal, después en Chile y, por último, en Córdoba.

Extremadura sigue siendo un bastión agrícola en España. El campo aporta el 7,7% del PIB regional, una cifra que triplica la media nacional, donde la agricultura apenas llega al 2,7%. Sin embargo, el sector está envejeciendo a pasos agigantados. De las 54.798 explotaciones agrarias, tan solo 266 pertenecen a menores de 25 años, según las estadísticas del INE. “Hay pocas ayudas para el campo y la gente no puede vivir de ello”, sostiene Aguilar y explica que su hermano sigue esperando a recibir la ayuda de 35.000 euros al establecimiento de jóvenes agricultores aprobada por el Consejo de Gobierno de Extremadura hace un año.

“La juventud aspira al empleo público, a mantenerse sobre todo en la administración, porque el emprendimiento, por la propia cultura de la región, sigue siendo un riesgo que cuesta asumir”, explica Marcelo Sánchez-Oro, profesor de Sociología de la Universidad de Extremadura. “Incluso muchos de los jóvenes que sí deciden emprender tienden a irse fuera para hacerlo”.

La tasa de paro juvenil en Extremadura se sitúa en el 24,8 %, lo que la convierte en la tercera comunidad con más desempleo entre los jóvenes, solo por detrás de Andalucía y de Ceuta y Melilla. Esto significa que uno de cada cuatro jóvenes que busca trabajo no lo encuentra.

Óscar Enciso siempre ha rechazado la idea de vivir en Madrid porque le parece “una ciudad de cartón piedra”. Este joven de 26 años, de Plasencia (Cáceres), vivía en Salamanca y se desplazaba a la capital dos días para trabajar. El resto de la semana lo hacía desde su casa. “El ritmo de vida no es sostenible y tampoco te permite crear una red de apoyo, algo que es esencial”, dice. Para volver a su tierra decidió opositar a la administración de la Seguridad Social y se mudó a casa de sus padres.

La presidenta del Consejo de Juventud de Extremadura, Lidia Solana, asegura que en el segundo cuatrimestre de 2024 la tasa de emancipación juvenil en Extremadura se situó en el 13,1%, la cuarta más baja del país desde que se tienen registros. “Un joven extremeño tiene que destinar el 57,4% de su salario para alquilar una vivienda en solitario, esto significa que viven por y para pagar su casa”, sostiene. Las expectativas salariales tampoco mejoran el panorama, su salario medio anual ronda los 11.500 euros, según los datos que presentará el Consejo en enero.

En Badajoz, el rugido de un mitin político marca el arranque de la campaña electoral que culminará el próximo 21 de diciembre, cuando 26.000 jóvenes extremeños votarán por primera vez. A unos pasos de ahí, Carmen Grajera, estudiante de Biotecnología en la Universidad de Extremadura, reconoce que para muchos jóvenes es casi imposible imaginar su futuro sin saber dónde podrán construirlo. “En Extremadura no tengo opciones. Es difícil tener la ilusión de estudiar algo que ves que no vas a poder hacer aquí”, dice esta joven de 18 años nacida en Villafranca de los Barros (Badajoz).

Hay un dicho popular en la región que habla de las dos “Extremaduras”: “Una que vive aquí y otra que vive fuera”, cuenta el politólogo Juan Schrinzi. “Los niveles de emigración son altísimos. Prácticamente tenemos a la mitad de nuestra población viviendo fuera y empadronada en otro sitio. Muchos jóvenes se han dado cuenta de que esto lleva demasiado tiempo así. Hay que generar medidas que les permitan salir del bucle y desarrollarse profesionalmente dentro de nuestra tierra”, afirma el politólogo.

Sanguijuelas del Guadiana tocó en el festival musical Sonorama de Aranda de Duero (Burgos), el pasado verano. Allí estaba Irene Felipe, natural de Cáceres, pero asentada en Madrid, llevando la bandera de Extremadura. No era la única, muchos más asistentes la ondeaban. “Había una sensación de unión, he notado que cada vez nos sentimos más orgullosos de ser extremeños”, cuenta en la capital esta joven de 30 años. Lleva ocho fuera de su tierra. Tuvo que irse a estudiar Traducción e Interpretación a Madrid porque en Extremadura no existía esa carrera.

“Tengo mi vida hecha aquí, estoy en proceso de empadronarme en Madrid, pero volver a casa es como un soplo de aire fresco: la gente de toda la vida, la vida de barrio y hacer planes que no requieran una hora de metro”, explica. Su sueño sigue siendo volver a su región algún día, pero todavía es un futuro lejano. “Si tengo hijos, igual nacen en Madrid y conocerán Extremadura de otra manera”, cuenta.

Felipe se siente identificada con las letras del grupo de rock extremeño que hablan de un cambio de mentalidad, de las ansias de una generación que ya ha sufrido las capitales y que reivindica la frustración de la Extremadura vaciada. Unas voces que, desde Extremadura, laten hasta Madrid.

“Los chavales están cambiando, se chismeaba por ahí que se mudan a Madrid porque ya juraron su vida…”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_