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ERC y PSC cercan a Puigdemont para que descarte pactos con la extrema derecha

La indefinición del candidato de Junts sobre si aceptaría gobernar con los votos de los ultras de Aliança Catalana enciende los reproches de sus adversarios electorales

Cartel de fiestas censurado por el Ayuntamiento de extrema derecha en Ripoll porque en la parte inferior derecha del dibujo se representa a una niña con un velo rosa.
Cartel de fiestas censurado por el Ayuntamiento de extrema derecha en Ripoll porque en la parte inferior derecha del dibujo se representa a una niña con un velo rosa.

En las elecciones catalanas del 12 de mayo van a concurrir 72 listas, según ha contabilizado la Junta Electoral, y la precampaña avanza con dudas acerca del papel que puede desempeñar una novata en la política autonómica, la candidatura que encabeza la líder de extrema derecha Sílvia Orriols. Ante la disyuntiva de una ajustada victoria independentista y la posibilidad que la extrema derecha obtenga representación, Junts no despeja los interrogantes sobre si aceptaría gobernar gracias a los votos de Aliança Catalana. “Solemos poner la venda antes de la herida”, se ha limitado a decir Carles Puigdemont, y ha evitado concretar si ve posible mantener algún vínculo con el partido racista e islamófobo.

Sus rivales electorales presionan para que Junts per Catalunya aclare públicamente si contempla la posibilidad de llegar a acuerdos con el partido ultra. “El fascismo es fascismo, aunque detrás tenga una estelada como un camión, y nuestra obligación es denunciarlo y decir que nunca pactaremos con el fascismo”, reprochó este miércoles en el Congreso el diputado de ERC Gabriel Rufián. “Me gustaría que hubiera un pronunciamiento claro al respeto de todo el mundo. Cataluña es una sociedad que se ha construido a base de acoger a integrar a personas que vienen de lugares distintos”, manifestó Salvador Illa, primer secretario del PSC.

Tras más de medio año sin conceder ninguna entrevista, Carles Puigdemont atendió este martes a Rac1, la emisora radiofónica del Grupo Godó. Durante una hora, dio respuesta a cuáles son sus planes de futuro y concretó que regresará a España sea cual sea el resultado del 12-M, pero que dejará la política si no es presidente. Habló de fútbol, de Girona, de su familia, contó que se ha sacado el carné de conducir en Bélgica, país al que se marchó en 2017 para evitar ser juzgado, y advirtió que la durabilidad de la legislatura española está condicionada a las maniobras que haga el PSOE tras las elecciones catalanas.

Sin embargo, al ser preguntado sobre si aceptaría los votos de Aliança Catalana con tal de ser investido president, Puigdemont evitó ser concreto: “No lo sé, es una cuestión que no hemos planteado ahora”. El expresidente dice tener argumentos para no arrinconar a la ultraderecha: “si miramos la reacción que tiene la prensa española, incluso la prensa pública española, el famoso cordón sanitario no existe”, afirmó. Se refería al hecho de que el circuito catalán de TVE decidiera entrevistar a Orriols, justo en la misma franja que él daba su intervención radiofónica. Puigdemont sí ha sido claro a la hora de anticipar que en ningún caso explorará un acuerdo con Salvador Illa: “Yo no buscaré un pacto con el PSC”, ha afirmado.

“Los discursos de odio no admiten ninguna concesión”, advirtió este miércoles Illa. Un posicionamiento que no es nuevo. En una reciente entrevista en EL PAÍS, Illa hizo un llamamiento a todas las fuerzas democráticas que participan en el 12-M: “El primer acuerdo que tenemos que suscribir todas las fuerzas en Cataluña es vetar el paso de la extrema derecha. Ni Vox ni Orriols”, dijo entonces. Este miércoles, antes de mantener una reunión con Javier Pacheco, secretario general de CC OO en Cataluña, Illa evitó mencionar directamente a Junts, pero reiteró su petición de hacer un frente común contra la extrema derecha. “Me dirijo a todos los ciudadanos de Cataluña, vengan de donde vengan, piensen lo que piensen, hablen lo que hablen y tengan la posición que tengan. Pero este planteamiento de apertura a todos los ciudadanos de Cataluña tiene una línea clara hacia los discursos del odio que en Cataluña articulan dos formaciones políticas, Vox y Orriols”, señaló.

Junts per Catalunya, que ha renunciado a su marca par dejar todo el espacio a “Junts+Puigdemont per Catalunya”, salió malparado de la última encuesta del CEO, el CIS catalán. El sondeo publicado en marzo daba a los socialistas entre 35 y 42 escaños (ahora tienen 33), en segundo lugar quedaría ERC (ahora con 33 y que obtendría entre 26-32), y en tercero, Junts (de los 32 actuales pasaría a tener entre 24-29). La mayoría absoluta en el Parlament está en 68 escaños. Junts señala que las encuestas del CEO fueron realizadas antes de que Puigdemont oficializara su candidatura y los mandos del partido manifiestan que carece de sentido pronunciarse sobre escenarios futuribles.

El PSC es favorito en las encuestas, pero su objetivo principal es que los independentistas no alcancen los 68 escaños de la mayoría absoluta. No tanto porque puedan sumar partidos tan dispares para formar un posible Govern, que ya fracasó este mandato, sino porque pueda ser una mayoría de bloqueo. Las encuestas empiezan a pronosticar que Aliança Catalana, con su discurso xenófobo, puede entrar en el Parlament. Junts plantea el control de la inmigración como uno de los grandes temas que hace falta abordar en Cataluña, y el equipo en el Congreso, comandado por Míriam Nogueras, presenta como un gran éxito haber logrado un supuesto acuerdo con el PSOE para transferir a Cataluña las competencias sobre el control de la inmigración.

La criminalización de las personas migrantes y la islamofobia es el eje sobre el que discurre el discurso de Sílvia Orriols. La candidata de la ultraderecha independentista ha vetado el cartel de la fiesta mayor de su pueblo, Ripoll, porque en él aparecía dibujada una niña con un velo en la cabeza. El dibujo salió elegido en una votación popular, pero Orriols, que ejerce de alcaldesa, alega que la censura responde a una voluntad de “no normalizar la misoginia islámica”. Ha impuesto, en su lugar, una ilustración donde se da preeminencia a la figura de un santo.

La líder ultra admite que su equipo de gobierno “descalificó el cartel de la fiesta mayor que el jurado había escogido” porque “la autora se ha negado a borrar la imagen de una niña con velo islámico en la parte inferior”. El Ayuntamiento de Ripoll define el protocolo que, cada año, se ha seguido para escoger el cartel de la fiesta mayor. Durante una feria que se celebra a primeros de marzo, se abre una votación popular para seleccionar los dibujos que se presentan a concurso. Luego, un jurado de “profesionales de las artes gráficas” elige la que considera que es la mejor propuesta. El vencedor se lleva un premio de 300 euros y su dibujo se convierte en imagen de las fiestas. Las bases especifican que “el tema del cartel es libre”.

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