Sevilla quiere volar más alto con su industria aeroespacial
La provincia concentra el 70% del sector aeronáutico de Andalucía, que constituye el 1,41% del PIB de la comunidad y concentra un tercio de las explotaciones del país
“Sevilla es una ciudad aeroespacial, es un referente”. No es un eslogan del Ayuntamiento, sino una afirmación repetida por la mayoría de los más de 1.200 participantes que se dieron cita en el IV congreso Aerospace and Defense Meetings, que tuvo lugar entre el 7 y el 9 de junio en la capital hispalense y que reunió a más de 300 empresas del sector de la industria aeronáutica. Tras dos años de crisis por la pandemia, las empresas que se dedican al ámbito aeroespacial ven nuevos horizontes en la diversificación de mercados y tanto la capital como la provincia, que concentra el 70% del tejido aeronáutico andaluz, buscan consolidarse como puntal europeo. En ese empeño, la consecución de la sede de la Agencia Espacial de España, sería un espaldarazo.
La tradición aeronáutica sevillana es centenaria. Arranca en 1920 con la base aérea de Tablada y en este siglo se ha consolidado como uno de los cinco principales hubs aeronáuticos de Europa. Andalucía es la segunda región con más peso de esta industria en España, después de Madrid, y la primera en exportaciones del país, de acuerdo con los datos del parque empresarial Andalucía Aerospace, el único clúster aeroespacial de España.
La facturación anual del territorio supera los 2.000 millones de euros, lo que representa el 1,41% del PIB andaluz. Cada año exporta unos 2.500 millones, un dato equiparable al del aceite de oliva, el producto estrella de la región, de acuerdo con la agencia pública andaluza de Promoción Exterior (Extenda), el 6,3% del peso total de las exportaciones andaluzas. Las 141 empresas aeronáuticas de la región, de las que 107 están basadas en Sevilla, generan 12.177 puestos de trabajo.
Unos datos que, como confirma Juan Román, gerente de Andalucía Aerospace, “demuestran que el sector aeroespacial es estratégico en una provincia y una comunidad con poca industria”. “Estamos demostrando que tenemos empresas innovadoras y profesionales preparados y es el mejor aval para probar nuestras capacidades y atraer a Sevilla a la industria y a las empresas tractoras”, asegura.
Una de esas compañías tractoras y de la que depende el 84% de la facturación de las empresas auxiliares es Airbus. Un gigante que tiene dos plantas en la provincia de Sevilla –San Pablo y Tablada― dedicadas fundamentalmente a los aviones de transporte militar. Allí se ensamblan el A400M y el C295. El hecho de que el área de defensa fuera declarada una actividad esencial durante la pandemia no afectó a la carga de trabajo —que no se suspendió, aunque sí se ralentizó― ni a los 1.800 trabajadores empleados en sus dos instalaciones, a diferencia de las plantas gaditanas, dedicadas a los aviones comerciales, donde aún quedan algunos trabajadores en ERTE.
“Estamos en un momento de buenas expectativas que pueden consolidarse con el Perte aeroespacial y los fondos europeos vinculados al Green Deal. Pero la recuperación del sector debe traducirse en una recuperación de puestos de trabajo cualificados”, advierte Alfonso Mora, responsable de CC OO en la planta de Airbus en Tablada. El incremento de los presupuestos en Defensa contribuye a ese optimismo, aunque, de momento, no se ha traducido en pedidos nuevos, recalca Manuel Ponce, vicesecretario de la Federación de Industria, Construcción y Agro de UGT Andalucía.
La dependencia del gigante francés es un “bendito problema”, como señala Román, y aunque las empresas están firmando contratos con otros constructores como Boeing o Bombardier, encontrar un retorno equiparable al de Airbus “sería complejo”, reconoce Mora. La solución pasa por diversificar hacia el sector aeroespacial y de la movilidad aérea avanzada, tal y como se ha concluido en el último encuentro internacional en Sevilla. “Allí hay un segmento con un nicho muy específico y en el que las pequeñas y medianas empresas tienen grandes oportunidades”, señala Román.
El futuro está en el espacio
En esa apuesta, en Andalucía, y en Sevilla en concreto, van de la mano tanto el sector privado como las administraciones regional y municipal. La Junta aprobó el pasado 16 de marzo, con el apoyo de las empresas y las organizaciones sociales, la Estrategia Aeroespacial de Andalucía 2021-2027, un instrumento pionero en España para promover el viraje hacia un nuevo modelo productivo basado en la innovación y el conocimiento, con una inversión de 573 millones, de los que 293 serán fondos públicos, y 279, aportación privada.
“En el espacio hay una gran oportunidad, hay mucha tecnología a desarrollar y Sevilla es un referente, con una gran diversidad y riqueza en tipo de industrias, pero no recibimos la misma financiación que Francia o Alemania”, señala María Ángeles Martín Prats, profesora de Aviónica de la Facultad de Ingeniería Aeronáutica de la Universidad de Sevilla y presidenta y fundadora de Skylife Engineering, empresa especializada en el diseño, desarrollo y fabricación de sistemas embarcados y herramientas de digitalización. “Lo importante aquí es la agilidad en la gestión y que los fondos, también los europeos, lleguen realmente hasta las pymes que son las que generan empleo”, señala sobre el Perte aeroespacial del Gobierno, dotado con 4.533 millones, y el resto de partidas europeas.
Su empresa se resintió durante la pandemia, pero ha sido de las pocas que, en lugar de sacar a trabajadores a los ERTE, ha contratado a más profesionales. “La crisis venía de antes, Boeing ya había cancelado contratos y nosotros decidimos diversificar a otros sectores como el del transporte o la sanidad, que también necesitan aplicaciones avanzadas”, explica. Su empresa en estos años ha aumentado hasta los 47 trabajadores.
La sinergia entre la universidad y el tejido empresarial aeronáutico sevillano es casi perfecta y es otro de los elementos en los que tanto el sector privado como el público se apoyan para tratar de atraer a Sevilla la sede de la Agencia Espacial de España, uno de los pocos países que no cuenta con esta entidad. “No hay fisuras, hay una absoluta unanimidad”, señala el alcalde de la ciudad, Antonio Muñoz, uno de los principales impulsores de la candidatura sevillana.
La ubicación en Sevilla de la Agencia Espacial sería un paso más hacia la consolidación del viraje de una industria aeronáutica a una aeroespacial. “Hay un ecosistema, hay una historia y un parque empresarial. No queremos la sede para atraer funcionarios, sino para impulsar la innovación, que refuerce al sector y atraiga más negocio”, abunda. Muñoz quiere convertir a la capital en un laboratorio urbano de la industria aeroespacial en su empeño por dar una visión poliédrica de la ciudad, más allá del turismo.
Porque la provincia de Sevilla no es solo agricultura o turismo y tampoco es un desierto industrial. El hecho de que la mayoría de las pymes que pivotan en torno al sector aeronáutico hayan recuperado sus proyectos y su cartera de clientes tras la pandemia, tal y como se evidenció en el congreso internacional, demuestra, como recalca Román, “que el sector está consolidado” y que tiene ambición para ser una punta de lanza en el ámbito aeroespacial. Airbus ha escogido Sevilla para desarrollar la tecnología de aviones militares menos contaminantes y silenciosos —en la línea con las estrategias futuras de los fabricantes de aeronaves―, un proyecto en el que también está embarcado Skylife, una clara señal de que el músculo aeroespacial sevillano está en forma.
Falta de profesionales cualificados
El hecho de estar en un punto intermedio entre la formación universitaria y la empresa permite a María Ángeles Martín Prats, investigadora y profesora de Aviónica en la Universidad de Sevilla y fundadora de Skylife Engineering, observar de primera mano las carencias entre lo que demanda el sector aeroespacial y el currículo de los grados. “En el ámbito tecnológico todo va muy rápido y hay demandas que en la universidad no se imparten”, sostiene. Una reflexión que comparte con Juan Román, gerente del parque empresarial Andalucía Aerospace, que alerta de la alta competencia por profesionales cualificados en ese sector. Román aboga no solo por una mayor especialización en las facultades, sino también en la Formación Profesional.
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