Aliança Catalana: la tormenta de arena que se cierne sobre el oasis catalán
Aupado en las encuestas, el partido independentista e islamófobo de Sílvia Orriols apuesta por una movilización permanente en la calle para la “reconquista de Cataluña” en las municipales de 2027


Si nada cambia, los ciudadanos de Cataluña no volverán a pasar por las urnas hasta las municipales de 2027. Pero Aliança Catalana, el partido ultraderechista e independentista al que las encuestas auguran un crecimiento sideral, se comporta como si las elecciones fuesen pasado mañana. Con solo cinco años de existencia, la formación que lidera la carismática Sílvia Orriols organiza, cada fin de semana, una docena de carpas informativas en pueblos y ciudades. El partido, al igual que Vox, permanece en estado de movilización permanente, agitado, gaseoso. A pie de calle, replicando la fórmula que sirvió a Orriols para hacerse con la alcaldía de Ripoll (Girona, menos de 11.000 habitantes), Aliança mima a sus votantes potenciales, al tiempo que se “profesionaliza” y refuerza su estructura para afrontar el crecimiento que todos le auguran. Tras el fracaso del procés independentista, y cuando parecía que el presidente de la Generalitat, el socialista Salvador Illa, había devuelto la calma a las aguas de la política, el ascenso de Aliança es una tormenta de arena que amenaza el nuevo oasis catalán y a los partidos rivales, especialmente a Junts per Catalunya.
Si el surgimiento de Vox se explica, en parte, por la oposición a la amenaza secesionista que planteó el referéndum de 2017, el nacimiento de Aliança está muy ligado a otro acontecimiento histórico ocurrido ese mismo año: los atentados yihadistas del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils. Sus autores, un grupo de jóvenes encabezados por Younes Abouyaaqoub —que condujo la furgoneta mortal en La Rambla— se habían criado en Ripoll y estaban aparentemente integrados (la investigación revelaría que no tanto). El suceso abrió una brecha en un pueblo donde casi todos se conocen y trastocó el esquema mental de muchas personas, incluida Orriols, que solo dos años después concurrió a sus primeros comicios bajo las siglas del Front Nacional de Catalunya: con 503 votos, fue elegida concejal, pero dejó el partido solo un año después para crear uno propio.
El 14 de mayo de 2020, en plena pandemia de coronavirus, Sílvia Orriols, Margarita Cabello y Oriol Gès registraron, ante notario, un nuevo partido fundado por ocho personas: Aliança Catalana. Empleado de banca, Gès ocupa desde entonces el cargo de secretario de organización y finanzas, y es testigo privilegiado de la transformación de un proyecto que nace de la convicción íntima de que “Cataluña estaba condenada a extinguirse”. “Desde el principio tuve claro que teníamos que salir a la calle, pisar la calle, hablar a la ciudadanía. Decidimos que el primer fin de semana de cada mes montaríamos una parada informativa en el mercado de Ripoll, de 11 a 13 horas. La gente al principio tenía miedo, pero después se acercaba cada vez más a hablar con nosotros”, rememora en conversación con EL PAÍS.

La fórmula funcionó. Explotando hábilmente el trauma del 17-A y el rechazo a la inmigración, en especial la de origen musulmán (Aliança no oculta, sino que hace gala, de una decidida islamofobia) Orriols, que ahora tiene 40 años, logró ser la más votada en un municipio pirenaico, Ripoll, considerado el bressol (cuna) de Cataluña; alberga, entre otras cosas, la tumba de Guifré el Pilós, mito fundacional de la nación. La incapacidad de los partidos para ponerse de acuerdo y plantear una alternativa le dieron la vara de alcaldesa. Desde ese púlpito, ha consolidado no solo su posición sino también la del partido. Sin Ripoll, y sin el empuje de aquellas municipales de 2023 en las que Aliança obtuvo ocho concejales en tres municipios, difícilmente puede explicarse el éxito que solo un año después iba a cosechar en las autonómicas: irrumpió en el Parlament con dos diputados, y a punto estuvieron de ser cinco: les faltaron unos pocos miles de votos para alcanzar el mínimo del 3% en la provincia de Barcelona. La estrategia del victimismo (denunciando el cordón sanitario impuesto por el resto de grupos) y el apoyo de medios de comunicación como 8TV, donde Orriols empezó a tener una gran presencia, brindaron el empuje definitivo.
En modo campaña
Orriols había dicho que no se presentaría como candidata a presidir la Generalitat, promesa que incumplió. Ahora asegura que Aliança no quiere saber nada del Congreso de los Diputados, cosa que está por ver porque, según fuentes consultadas, hay división interna al respecto. Aunque no hay elecciones a la vista, el partido está en campaña permanente, consciente de que es su momento. Los estudios de opinión muestran una simpatía cada vez mayor, sobre todo entre los votantes más jóvenes. Y una reciente encuesta publicada por La Vanguardia le otorga 19 de los 135 diputados en unas hipotéticas elecciones al Parlament, lo que le situaría en la frontera de convertirse en segunda fuerza. La líder de Aliança dice que no se fía de las encuestas, pero sí de su propio barómetro: la calle.
El camino para crecer más sigue pasando por el asfalto: paradas informativas, pero también cenas con vecinos, encuentros con empresarios, reuniones en círculos reducidos… “Si algo funciona, no lo toques. Este fin de semana tenemos otras 12 paradas. Queremos hacer lo mismo que hicimos con Ripoll, poniendo el foco en las comarcas donde la problemática con la inmigración y la inseguridad es más elevada”, explica Gès. En un giro lingüístico con connotaciones étnicas e históricas, Aliança llama a la “reconquista” de una “Cataluña catalana” en 2027. Aspira a ser “el primero en la Cataluña interior”, aquella que antaño fue carlista y, más tarde, feudo de Convergència y del independentismo. Aliança quiere dar la batalla en municipios de Barcelona, como Vic, Olot o Manresa, y se sabe crecida también entre los agricultores de Lleida, incluido el joven movimiento Revolta Pagesa. “Defendemos un sector primario fuerte, y ellos lo saben y nos apoyan”.
El advenimiento de un partido ultra independentista parecía impensable hace no tanto. “El procés prometía un proyecto ilusionante para mucha gente, y probablemente eso retrasó lo que ya estaba pasando en el resto de Europa: la irrupción de una formación que promueve emociones más negativas, como el miedo al extranjero", explica Xavier Torrens, politólogo y autor de Salvar Catalunya (Pòrtic), que analiza la gestación de un partido al que califica de “nacionalpopulista”. Coincide con él el periodista Xavier Rius, que también ha estudiado el fenómeno en otro libro, Aliança catalana: els nostres ultres (Icària): “Estamos en el postparto del procés. Aliança ha captado a los desencantados y, mientras Junts y ERC no reconozcan sus errores, lo tiene todo a favor".
Las ‘siete diferencias’ con Vox
Ahora, a falta de uno, Cataluña cuenta con dos partidos de extrema derecha que, más que competir por el voto, se complementan: Barcelona y Tarragona para el partido verde, Girona y Lleida para el azul. Aunque las cosas, claro, son un poco más complejas porque, para empezar, “Aliança no es exactamente el Vox catalán”, explica Torrens. Les separa, por encima de todo, la bandera. Aliança defiende un independentismo irredento, unilateral, que haga realidad “el mandato del 1 de octubre”, en alusión al referéndum ilegal. El acento, sin embargo, lo está poniendo en el otro gran sostén de su discurso, en el que sí coincide con Vox e incluso va más allá: el rechazo a la inmigración.

Aliança abraza la idea del “gran reemplazo”, una teoría conspirativa de la extrema derecha, y alerta del riesgo de que si hay una mayoría musulmana, Cataluña se convierta en una “república islámica” que cercene derechos y libertades. Orriols cree que el islam es “incompatible” con Occidente y de ahí que, incluso ante el genocidio en Gaza, salga en defensa de Israel, al que considera un bastión de “civilización occidental” frente a la “barbarie” musulmana. El partido pide una moratoria en inmigración y la expulsión de todos los que hayan entrado de forma irregular. En su mandato como alcaldesa, Orriols ha maniobrado para retrasar el empadronamiento de extranjeros y ha prometido adoptar medidas contra los musulmanes, como el cierre de la mezquita local o la prohibición del uso del velo islámico con el pretexto de la seguridad. No ha cumplido ninguno de esos dos compromisos.
En otros derechos y libertades individuales, como la orientación sexual, la eutanasia o el aborto, sí hay marcadas diferencias, observa Torrens: “Vox es más reaccionario, Aliança es más laxa y y representa una extrema derecha un poco más modernizada en el terreno ético-moral, al estilo de Geert Wilders en Países Bajos”. En el Ayuntamiento de Ripoll ondea a menudo la bandera LGTBI. Y a Orriols no le tembló la mano para expulsar del partido al otro alcalde de Aliança, el de Ribera d’Ondara (Lleida), Albert Puig, que en junio de 2024 dijo que los homosexuales eran “el cáncer más grande del país”. El politólogo agrega que “muchos de los dirigentes” del partido “son homosexuales declarados”. Aliança ha sabido atraer también a una parte del voto gay, temeroso de que las imposiciones del islam puedan restringir sus libertades.
“Profesionalización” y caza de candidatos
Aliança está ahora en fase de construir las candidaturas para 2027. Madre de cinco hijos, Orriols dice que necesita a gente “comprometida” y “valiente”, e imprime en sus discursos una sensación de urgencia: por culpa de la inmigración, dice, a la identidad y a la lengua catalanas les aguarda la “extinción”. El partido confía en armar listas de candidatos y darles “herramientas”, este otoño, en unas jornadas de formación. Pero también explora otras fórmulas, reconoce Gès: “Estamos haciendo contactos y acuerdos con grupos independientes para incorporarlos bajo el paraguas de Aliança”. Hace apenas una semana, por ejemplo, firmó un “acuerdo de colaboración” con dos concejales independientes de Bellpuig (Lleida). El objetivo es “reforzar la presencia territorial del partido”, que cuenta ahora con 28 comités comarcales.
Otra vía para crecer es la captación de concejales de otros partidos. Ha ocurrido puntualmente con Esquerra y con Junts, y es probable que siga ocurriendo en el futuro. Fuentes del partido señalan que ediles postconvergentes “han empezado a llamar a la puerta”. La formación de Carles Puigdemont está preocupada porque el crecimiento de Aliança se produce, sobre todo, a su costa, y diversos alcaldes han pedido al expresident un cambio de rumbo para abordar con más determinación temas como la inmigración o la inseguridad.
“Los partidos independentistas están desconcertados: admiran la capacidad de movilizar de Orriols y, al mismo tiempo, se ven incapaces de hacer frente a su discurso”, explica Rius. La Diada del pasado 11 de septiembre, que fue un fracaso de participación, supuso en cambio un baño de masas para Orriols. Cientos de personas, sobre todo jóvenes, se acercaron para hacerse una foto con la presidenta y cara visible de Aliança. “Están en un momento de hacer piña con los afiliados, de crear germanor (fraternidad) y cuentan con una líder carismática”, admite Torrens. “Parece que solo decide ella, no hay vicepresidente, y eso puede llegar a ser un problema”, tercia Rius.
Gès señala que el partido está “en proceso de profesionalización”; en ese contexto se enmarca el fichaje del experiodista de TV3 Eduard Berraondo como jefe de prensa, cuya misión es entre otras cosas dar visibilidad a Orriols en los grandes medios de comunicación. Mientras, el número de afiliados (que pagan una cuota de 20 euros al mes) no deja de crecer: en septiembre se incorporaron 200 y ya son más de 1.600, siempre según datos facilitados por el partido que este diario no ha podido comprobar. En unas semanas, la formación abrirá oficina en pleno Eixample de Barcelona, aunque el secretario de organización asegura que “la sede nacional está y estará siempre en Ripoll”, el lugar donde todo empezó.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
