¿Lo volverán a hacer?
Los diputados y las diputadas del partido de Puigdemont en el Congreso han unido dos veces sus votos a los del PP y de Vox en votaciones importantes. ¿Qué pasará la propuesta del embargo a Israel?


En los últimos diez días, los diputados y las diputadas de Junts en el Congreso han unido dos veces sus votos a los del PP y de Vox en votaciones importantes. Hace poco más de una semana lo hicieron para impedir la tramitación de una propuesta legislativa vuelta a reducir la jornada de trabajo. Y ahora hace menos de una semana lo hicieron con el objetivo de bloquear la creación de un organismo independiente de lucha contra la corrupción.
En estos días se han multiplicado los análisis en la prensa que enmarcan estas decisiones en el tira y afloja de las relaciones entre el PSOE y Junts, con el destino de Puigdemont (y la posible andadura futura de la legislatura) en el panorama de fondo. Así, se ha remarcado que en el fondo los dos votos negativos se han producido en el caso de proyectos presentados por Sumar, el socio minoritario y más progresista del Gobierno. En este tipo de análisis, la lectura que se hace es de que las votaciones constituyen una advertencia a Sánchez, algo así como un movimiento táctico.
Sería ingenuo pensar que en la política no exista la táctica. Sin embargo, hay límites que es preciso no pasar. En este caso, no tanto o no solo por el posible daño reputacional de la cercanía al PP y a Vox, sino por el contenido de lo que se ha resuelto boicotear. ¿Podrá Junts explicar de manera convincente a la ciudadanía catalana que se opone a que las personas trabajen menos tiempo para facilitar la conciliación familiar, la formación o simplemente el descanso? ¿Podrá también explicar que se opone a la creación de herramientas que faciliten la eliminación de la corrupción política, cuando esta figura en las primeras posiciones de las preocupaciones de la ciudadanía?
En los últimos días, el Gobierno ha planteado la posibilidad de llevar al Congreso la propuesta del embargo a Israel. Y Junts, puntualmente ha declarado que, de entrada, votará que no (presumiblemente otra vez con Vox y el PP), y que solo se moverá a la abstención en el caso que consiga algo a cambio (¿Qué se puede pedir a cambio de aislar un Estado que ha matado solo en los últimos meses más de 60 mil personas?). Volverá a haber especulaciones analíticas en torno al porqué el partido de Puigdemont hace una cosa u la otra. Sin embargo, los de Junts deberían estar atentos: la ciudadanía quizás obviará los sesudos análisis y concluirá que un partido que está en contra de la reducción de la jornada laboral, que no respalda mecanismos avanzados para luchar contra la corrupción y que se opone a embargar a un Estado que está cometiendo un genocidio -ahora también según la ONU-, en el fondo lo hace porque quiere. Y quizás no es tan diferente de aquellas fuerzas políticas con quienes comparte voto.
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