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Los viñedos se alían con la ganadería contra los incendios: “La filosofía de que el bosque no se puede tocar empieza a cambiar”

Bodegas Torres renueva el convenio con la Federación de Asociaciones de Defensa Forestal para prevenir los fuegos de vegetación

Los antiguos viñedos pueden ser recuperados y reintroducidos en paisajes afectados por el cambio climático, actuando como cortafuegos.

Los incendios forestales han calcinado este verano cerca de 400.000 hectáreas de bosque, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), pulverizando así el récord de 2022. En Cataluña, las llamas se han cebado especialmente con las comarcas de Lleida y del centro-sur, desde donde Bodegas Torres impulsa un plan de gestión forestal para combatir los incendios y el cambio climático. Con más de un millar de hectáreas de viñedos y otras 1.800 de bosque, la centenaria bodega propiedad de la familia Torres ha renovado el convenio con la Federación de Asociaciones de Defensa Forestal (ADF) Penedès-Garraf. “Los bosques catalanes están muy desordenados y son tan homogéneos que son un polvorín para los incendios de sexta generación. La filosofía de que el bosque no se puede tocar empieza a cambiar”, apostilla Xavier Sort, director de sostenibilidad de la empresa.

En Cataluña solo se gestiona el 20% de los bosques de forma activa y continuada, cuando la media europea es del 50%. Las lluvias abundantes del último año y un inicio de verano tórrido han favorecido la proliferación descontrolada de biomasa que son puro combustible para las llamas. Por eso, Bodegas Torres apuesta por un paisaje mosaico. “Está demostrado que esta distribución funciona, pero es todavía más efectiva con las viñas, que actúan de cortafuegos porque el choque térmico reduce el avance de las llamas”, explica Sort. “Incentivar las talas selectivas, fomentar la ganadería extensiva y la limpieza del sotobosque nos puede ayudar frente a los fuegos”, añade.

Los incendios de 1994, los más graves ocurridos en Cataluña con más de 76.000 hectáreas quemadas, especialmente en el Penedès, obligaron a la empresa a dar un paso adelante en materia de protección ambiental. Además de fomentar un paisaje mosaico, Torres apuesta por el pastoreo con ganado propio como ovejas, cabras y caballos. “El pastoreo permite limpiar el sotobosque, pero el paso de los caballos también abre pasadizos forestales que facilitan el acceso de los cuerpos de bomberos”, subraya Sort.

Xavier Sort, director de sostenibilidad de las bodegas Familia Torres, en uno de los viñedos en Vilafranca del Penedès, en Barcelona.

La gestión forestal de Torres se enmarca en el plan Torres & Earth que comenzó a diseñar e implementar en 2007 con tal de reducir su huella de carbono. Entre 2008 y 2024, el negocio, enfocado a la exportación, ha logrado reducir el 40% de las emisiones de CO₂ por botella, pero su alcance es del 60% si se consideran únicamente las emisiones directas. Para lograrlo, la empresa ha invertido 23 millones de euros en acciones como el regadío gota a gota, el pasto con ganado propio o la apuesta por la energía fotovoltaica y la biomasa.

Cultivar en altura

La vitis vinífera es una planta extremadamente sensible a los cambios de temperatura. El Penedès es un territorio particularmente vulnerable al cambio climático, ya que en los últimos 40 años ha experimentado un incremento de un grado en la temperatura media anual. Esta variación térmica afecta directamente a la viña y provoca que la vendimia tenga lugar actualmente 10 días antes que hace dos décadas. Una alternativa es el cultivo en altura. “La viña necesita más contraste térmico y noches más frías”, señala Sort.

Cada 100 metros más de altitud respecto al nivel del mar, la temperatura disminuye 0,4 grados aproximadamente. Por eso, desde 1998 Torres ha desarrollado un sistema de agricultura regenerativa que contempla cultivos a más de 900 metros, como es el caso de los viñedos que trabaja en Tremp, en el Pallars Jussà (Lleida). “Con este tipo de cultivo tratamos de mantener la acidez de la uva y preservar los precursores aromáticos. El calor hace que desaparezcan variedades de la viña”, añade.

Imagen aérea de uno de los viñedos de Familia Torres rodeados de bosque para evitar la propagación de incendios forestales.

“Con el tiempo hemos modificado determinadas prácticas culturales en el cultivo. Ahora dejamos crecer más la hoja para evitar exponer la uva a fuertes momentos de insolación, algo que antes no solía hacerse”, expone Mireia Torres, directora de Innovación y Conocimiento de Familia Torres.

Resiliencia hídrica ante las sequías

La cada vez más concentrada periodicidad de las sequías es otro factor que preocupa al sector. El plan Torres & Earth se diseñó con la intención de llegar a cubrir el 100% de los viñedos mediante el sistema de gota a gota. Actualmente, la bodega implementa esta técnica en el 30% de sus cultivos y su objetivo es doblar esa cifra en los próximos años.

Los viñedos situados en el Penedès, una zona frágil ante la falta de lluvias, utilizan agua de la depuradora de la propia bodega que, una vez tratada con los criterios higiénico-sanitarios pertinentes, se utilizan tanto para la limpieza como para el riego. “La idea es que en un futuro podamos mezclar esta técnica con agua proveniente de desalinizadoras como la de Cubelles, en la costa, para poder extender el riego hasta cultivos ubicados hasta 300 metros de altitud”, plantea Torres, quien también ve como una posibilidad desviar agua del río Ebro para abastecer los cultivos del Priorat, en Tarragona.

Uvas protegidas de la insolación por las hojas en plena ola de calor en Vilafranca del Penedès, Barcelona.

“Todavía estamos en fase de estudios técnicos y de costes de inversión. Pero, sobre todo, es vital que estas acciones vayan acompañadas de una elevada inversión en comunicación y que el sector se asocie con entidades y la administración pública para concienciar a la población”, matiza. Ambos coinciden en que hay un fuerte desequilibrio territorial y que existe un divorcio entre el mundo rural y el urbano. “Es necesario consolidar ese maridaje. El mundo urbano tiene una visión idílica del mundo rural, pero quienes lo trabajamos lo conocemos y sabemos cómo gestionarlo. Ese consenso quizás nos ayude a entender que nos hemos pasado de frenada”, concluye Sort.

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