El trabajo ya no es lo que era
Nunca antes había habido tanta gente con trabajo ni tantos cotizantes a la Seguridad Social, pero nunca antes había tanta gente con trabajo que no llega a final de mes


En cierta ocasión, la directora general de una empresa de trabajo temporal se quejaba de la actitud de los jóvenes ante las ofertas que recibían. Le parecía lamentable que solo estuvieran interesados en saber cuántos días tendrían de vacaciones y qué horario tendrían que hacer. No están dispuestos a implicarse, concluía. ¿A implicarse en qué? Y la empresa, ¿cuánta implicación y qué seguridad ofrecía?
Una de cada seis familias españolas con hijos vive en la pobreza a pesar de que al menos uno de los progenitores trabaja, según un informe de Save the Children. Y la situación empeora si son familia numerosa y solo hay un adulto al frente del hogar, porque en ese caso, están en la pobreza una de cada tres. Lejos ha quedado aquella sociedad típica del sueño americano en que el pater familias aseguraba con su trabajo la prosperidad para todos sus miembros. Los defensores del patriarcado lo tienen crudo. Necesitan el sueldo de la mujer y lo que es nuevo es que tener trabajo no garantiza ya salir de la pobreza. La pobreza laboral afecta al 15% de la población. Y sería mucho peor si el Gobierno no hubiera subido el salario mínimo.
Si esto ocurre en una fase de crecimiento económico, ¿qué ocurriría en una fase depresiva? Este es solo un aspecto de la mutación profunda que está viviendo el mundo del trabajo, y es el preludio de la gran transformación que vendrá con la generalización de la inteligencia artificial en todos los procesos productivos.
La cuestión es que el trabajo absorbe cada vez más energía y más tiempo para vivir peor. Esto es más evidente entre quienes ya han sido arrojados o han entrado por gusto en la otra acera, la de la autoexplotación: la de los emprendedores, los empresarios de sí mismo y los falsos autónomos, que cada vez han de sumar más contratos con más empleadores para poder redondear un salario. Este sistema de autoempleo, que algunos confunden con la libertad, está ocultando un fenómeno que en tiempos pasados hubiéramos denominado pluriempleo.
Qué gran paradoja la de nuestro tiempo: nunca antes había habido tanta gente con trabajo ni tantos cotizantes a la Seguridad Social. Pero nunca antes había tanta gente con trabajo que no llega a final de mes. Así que la cuestión no es solo generar riqueza. España crece ahora mismo el doble que la media de la zona euro. La cuestión es quién se la queda. Cómo se reparte. El trabajo ha dejado de ser el instrumento de redistribución por el cual todo el mundo pueda aspirar a llevarse una porción suficiente del pastel.
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