Sobrevivir en Andalucía sola y con hijos: “El empobrecimiento tiene rostro femenino”
La comunidad sigue a la cabeza de España en exclusión social, una situación que se agrava en las familias monomarentales, denuncia Save The Children


“España no es para débiles”. Esta es la conclusión a la que ha llegado Triana, nicaragüense divorciada de 40 años que vino a Sevilla en 2022 para tratar de ofrecerles un futuro mejor a sus dos hijos, que ahora tienen 12 y 16 años. Su afirmación no solo tiene sentido porque en este tiempo no haya podido encontrar un empleo estable. O porque haya tenido que enlazar empleos precarios y, en muchas ocasiones irregulares, que apenas le dan para pagar el alquiler de 300 euros que comparte con su expareja y los gastos de los menores, uno de ellos con una enfermedad neurológica. Triana, por su condición de mujer y madre sola, afronta mayores dificultades que otras familias en riesgo de pobreza y que no son monomarentales. Una brecha que en Andalucía es más acusada que la media nacional y que no se logra cerrar, tal y como recalca la ONG Save the Children.
En España, la tasa AROPE de riesgo de pobreza es del 25,8%, 9,8 puntos por debajo de la de Andalucía, que lidera el listado con un 35,6% y también el del riesgo de pobreza extrema (29,2%, por el 19,7% de la media nacional), de acuerdo con la reciente Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del INE. Esta situación, como denuncia Save The Children, se agrava en el caso de los hogares monomarentales, que en España son el 81%, según la última Encuesta de Hogares del INE de 2020. En la comunidad la tasa de pobreza severa en hogares con una madre y uno o más hijos dependientes a su cargo se ha recortado en 15,17 puntos (del 35,43%, en 2023, al 20,26%, en 2024), pero las mujeres siguen estando expuestas a una mayor precariedad y pobreza laboral. “Tenemos empleos mucho más precarios, lo que conlleva menor salario y si se trata de madres solas con hijos, deben encontrar un trabajo que luego les permita estar con ellos o encontrar a alguien que los cuide. Son factores que hacen que, por desgracia, el empobrecimiento tenga rostro femenino”, indica Marta Bosquet, expresidenta del Parlamento andaluz y patrona de esta ONG.
Ese rostro es el de Triana, pero también es el de Mari Ángeles, de 34 años y que tiene la custodia total de su hija de 11, desde que cumplió los dos meses de vida y ella huyó de un marido maltratador. Hace un año le hicieron fija en la empresa para la que trabaja cuidando ancianos. Eso le ha permitido poder alquilar un piso por primera vez y abandonar la casa de unos padres con los que mantiene una relación muy complicada, porque cuando tenía 14 años ingresó en un centro de menores por los problemas de adicciones de sus progenitores. “Desde que estamos solas, mi niña ha cambiado muchísimo”, cuenta. Gana 750 euros al mes que complementa con el ingreso mínimo vital, pero con eso apenas le da para llegar a fin de mes. “De alquiler pago 560 euros, más luz y agua y la ropa y el colegio de la niña y la compra”, explica.
El coste de la crianza de un menor en Andalucía es de 775 euros mensuales, según el informe del mismo nombre publicado por Save the Children en 2024. Bosquet recuerda que entre las reivindicaciones de la ONG se incluyen la implantación de una renta universal a nivel estatal para compensar el incremento del coste de esos cuidados, reformular las rentas mínima de inserción de Andalucía para hacerla compatible con el IMV, la implantación de la garantía infantil europea, el rediseño del Complemento de Ayuda para la infancia asociado al IMV para los tramos de mayor edad o la vinculación de las actualizaciones de las prestaciones a indicadores del coste de la crianza.
“Estamos poniendo en marcha con el Ayuntamiento de Sevilla una herramienta piloto para garantizar que las familias que lo necesitan puedan acceder a las ayudas que están disponibles y luego poner los resultados al servicio del resto de las administraciones para acelerar los cambios en sus políticas”, indica Bosquet, que también ve con esperanza la ley de familias monoparentales en las que está trabajando la Junta de Andalucía. “En todo caso, igual que la perspectiva de género se aplica a todos los ámbitos, el enfoque de infancia también debería ser prioritario y eso pasa por prestar más atención a lo importante y no a lo urgente”, puntualiza la expolítica de Ciudadanos.
Redes de apoyo
Mari Ángeles tiene en sus nuevas vecinas la red de apoyo indispensable para poder doblar su turno de trabajo y garantizarse que cuando llega a su casa, pasadas las 22.30, su hija ya ha hecho los deberes, se ha bañado, ha cenado y está acostada. “Cuando le doy el beso de buenas noches, siento cómo se relaja”, dice. Triana está enseñando a sus hijos a cocinar para poder tratar de trabajar más horas. “Quiero que sepan valerse por sí mismos”, indica. Jenny ha rechazado un horario de tarde en el supermercado en el que ha empezado a trabajar para poder estar por las tardes con sus hijas de 10 y dos años y medio. “Me dicen que haga amigos y salga un poco a divertirme, pero yo quiero estar con ellas”, cuenta esta colombiana de 34 años, que llegó a España hace tres y que se ha separado del padre de la más pequeña.
Cuando no puede quedarse con las pequeñas, tiene que pagar a una niñera. “Mi madre se vino de Colombia conmigo y se ha casado con un sevillano hace unos meses, pero ella trabaja también y ya cuidó de la mayor en Colombia cuando yo enviudé”, explica. Ella gana unos 1.000 euros, de los que poco más de la mitad destina al alquiler, al que luego tiene que sumar los gastos de la compra, de sus hijas… Como Mari Ángeles y Triana, prefiere no mirar lo que le queda en la cuenta cuando termina el mes.
Jenny y Mari Ángeles sueñan con poder comprarse una casa. “Siento que el dinero del alquiler lo estoy tirando”, explica Jenny. La sevillana es realista y sabe que con sus ingresos y el precio de la vivienda en la capital andaluza ahora mismo no puede permitírselo, pero tiene esperanza. “Igual dentro de un año puedo empezar a pensarlo en serio”, dice, con un brillo en los ojos. Triana solo piensa en sus hijos: “Quiero que sean alguien en la vida, que valga la pena el sacrificio que hemos hecho”. Le preocupa especialmente el mayor, por el que se decidió a venir a España y que sufre constantes cambios de humor. Ha conseguido que le atienda un psiquiatra de la Seguridad Social, pero, tal y como está la sanidad andaluza, en este tiempo, solo le ha atendido una vez.
Ha visto progresos en él gracias al Centro de Recursos para la Infancia y la Adolescencia para luchar contra la pobreza que Save the Children tiene en la barriada sevillana de Los Pajaritos y donde atiende a los hijos de familias vulnerables y también a sus madres. Más de 130.000 niños en Andalucía están en riesgo de exclusión, según los datos de la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE. A esas mismas instalaciones acuden también las hijas de Mari Ángeles y Jenny. Además de brindarles apoyo para las madres también opera como un respiro a un día a día muy duro y lleno de privaciones “solo para que ellas puedan vivir mejor, son nuestro motivo de inspiración”, como dice Jenny
Detrás de su constatación de que España no es país para débiles, Triana ha confirmado que es una mujer fuerte. Igual que Jenny, pese a que nunca hasta que llegó a este país había sufrido una depresión. Su propia vida, también ha curtido a Mari Ángeles. “A veces me cuesta, porque me vengo abajo, con todo lo que tengo encima, pero lloro dos lágrimas y me río de la vida otra vez”, sostiene. Acaba de darle el contacto de su empresa a Triana, una hebra más en esa red de apoyo que las administraciones deberían tejer más rápido. “En lugar de en las cifras macroeconómicas, las instituciones deberían mirar más a lo que pasa aquí, porque la pobreza está a la vuelta de cada esquina, tienen que creer en estas políticas”, incide Bosquet.
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