Junts y ERC evitan un frente común contra Sánchez pese al acercamiento entre Puigdemont y Junqueras
Una reunión en Waterloo busca mitigar los roces entre los dos líderes independentistas, pero no culmina en ningún plan común
Dos horas y media de reunión y un paseo en un coche matriculado con la fecha del referéndum del 1 de octubre de 2017 sirvieron para destensar, este jueves, la fría relación que se dispensan Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, aunque la cita no pasó de la fase de tanteo. Los presidentes de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana escenificaron en Waterloo (Bélgica) un acercamiento, pero evitaron plantear una estrategia política común. La reconstrucción del puente entre los dos líderes independentistas se queda a medio hacer. Puigdemont recibió en su domicilio belga a Junqueras y este viernes volverá a ejercer de anfitrión, al reunir en Bruselas a la cúpula de Junts. Puigdemont, además, prevé comparecer ante los medios para valorar el aplazamiento de la Mesa del Congreso sobre la propuesta registrada por Junts para impulsar una cuestión de confianza sobre la gestión de Pedro Sánchez.
La reunión entre Puigdemont y Junqueras supone la primera cita entre ambos, desde sus respectivos nombramientos como presidentes de Junts y Esquerra. En Waterloo, donde la temperatura bailó todo el día sobre los cero grados, se buscó el deshielo de una relación tormentosa. Puigdemont jugaba con el factor campo a favor, pero Junqueras llegó al contraataque cuando, antes de entrar en la reunión, espetó a la prensa que había viajado para “tener una reunión con la gente de Junts”. Evitó la alusión personal a su anfitrión, y esquivó darle el trato del que suele gozar Puigdemont entre el independentismo: “president”. A su llegada, Junqueras se limitó a enmarcar el encuentro en los esfuerzos de ERC por mantener “las mejores relaciones posibles con el conjunto de los agentes sociales, políticos y económicos”. Con Junts, aseguró, se mantiene una “relación educada” que busca ser “lo más productiva posible en beneficio de Cataluña y el conjunto de la sociedad”.
Acomodados frente a frente en sendos sofás compartieron la charla con Jordi Turull y Elisenda Alamany, respectivos secretarios generales de Junts y ERC. Según fuentes conocedoras del contenido de la reunión, Junqueras puso de relieve que su regreso a la jefatura de los republicanos, tras ser elegido presidente el mes pasado, marca un cambio de tono en el proceder del partido. Alegó que, cuando le tocó llevar las riendas de ERC en compañía de Marta Rovira y Pere Aragonès, pasó largo tiempo siendo un mando de pega. Una figura con rango en la tarjeta de presentación, pero sin poderes. Una explicación con capacidad para generar extrañeza en Junts, donde Puigdemont ha ejercido el poder sin ninguna discusión con independencia del cargo que haya tenido asignado en cada momento. Entre los asuntos que ambos líderes han discutido, según estas fuentes, están el de la lengua catalana y las infraestructuras.
Este jueves en Waterloo, la camaradería entre los dos bandos alcanzó para elaborar un comunicado conjunto donde se señala la necesidad de “iniciar una nueva etapa de relación que contribuya a recuperar la fuerza y la iniciativa del movimiento independentista”. Pero, más allá del texto, no se concretó ninguna unidad de acción. Nada de impulsar el trabajo en equipo en el Parlament de Cataluña, ni tampoco ninguna intención de ir de la mano en el Congreso. En ambas plazas mandan los socialistas sustentados sobre frágiles mayorías.
Las diferencias que separan a Junts y Esquerra son una extensión de las discrepancias que anidan entre los dos jefes. El expresident ha cargado duramente contra Esquerra por haberle facilitado la presidencia de la Generalitat al socialista Salvador Illa, y considera que el partido republicano vive rendido a los pies de Pedro Sánchez. Junts difunde la idea que no pertenece a ningún bloque en el Congreso y que no le preocupa si manda el PSOE o si lo hace el PP, de la mano de Vox. Junqueras afirma que “ERC no tiene interés en que en España haya un Gobierno de extrema derecha” y ha criticado a Puigdemont por perseguir una cuestión de confianza contra Sánchez porque “no es que aporte mucho”.
Sobre este tema, el Gobierno ha vuelto a ganar tiempo para intentar calmar el ánimo de Junts. La ruptura total entre los dos partidos estuvo planeando hasta última hora este jueves, ante la insistencia de los socialistas en que no admitirían a trámite en la Mesa del Congreso la propuesta del partido de Puigdemont para que el pleno de la Cámara instase a Pedro Sánchez a someterse a una cuestión de confianza. La Mesa, con mayoría de PSOE y Sumar, ha vuelto a hacer lo mismo que en diciembre, cuando Puigdemont lanzó su órdago: aplazar cualquier decisión alegando que existen dudas jurídicas sobre la pertinencia de una iniciativa que algunos ven como una moción de censura encubierta. La ruptura se ha evitado por ahora, pero todo queda a expensas de nuevas negociaciones. Carles Puigdemont tiene previsto un pronunciamiento público este viernes en Bruselas y ha amenazado reiteradamente con que la tramitación de la cuestión de confianza es clave para evitar el “colapso” de la legislatura.
Los votos de los dos partidos independentistas catalanes en el Congreso son clave para darle estabilidad al Gobierno, pero pese a reiteradas apelaciones a la unidad, Junts y ERC han gestionado los siete escaños que tiene cada uno atendiendo a la propia conveniencia. Sin esconder que a veces se trata de intereses enfrentados.
Fuentes de ambas formaciones sostienen que, al hecho de competir por el mismo electorado, se le suma la dificultad de consensuar posturas por culpa de choques personales. La falta de sintonía entre Puigdemont y Junqueras encuentra su réplica en los roces que tienen Miriam Nogueras y Gabriel Rufián. Los portavoces de Junts y ERC en el Congreso son personas del círculo de confianza de sus respectivos jefes.
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