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Un estudio señala que recuperar 17.000 hectáreas de cultivos y pastos ayudaría a proteger la región de Barcelona contra los incendios

Crear barreras naturales restableciendo plantaciones de los años 50 haría disminuir hasta un 30% la conectividad del fuego

El incendio del Pont de Vilomara, en Barcelona, el 17 de julio de 2022.
El incendio del Pont de Vilomara, en Barcelona, el 17 de julio de 2022.Lorena Sopêna (Europa Press)

Un estudio realizado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) concluye que incorporar ‘cinturones agrícolas’, una suerte de barreras naturales creadas con cultivos, ayudaría a disminuir un 30% la conectividad del fuego en caso de incendio. Además, también apunta que la incorporación de estas plantaciones ayudaría a mejorar la biodiversidad y la economía local. Para lograrlo, el estudio determina que se debe apostar por la recuperación de 17.000 hectáreas de cultivos y pastos de los años 50 y por aprovechar los espacios que están apareciendo en los bosques que han sufrido o sufrirán una grave sequía.

Los datos preliminares de este estudio, enmarcado en el proyecto Horizon Europe wildE, apuntan que para evitar que el fuego llegue a las zonas urbanas de Barcelona y su zona metropolitana, el punto focal debe ser mantener espacios abiertos a su alrededor a modo de cinturones de protección. “Los cultivos y pastos son zonas de baja combustión”, ha señalado Rodrigo Balaguer, investigador del CREAF y principal autor del estudio. Después añade que la reintroducción de estos sembrados entre las zonas forestales de la periferia urbana es clave “tanto para alejar el fuego de las personas como para ayudar en las tareas de extinción si llega un incendio”.

La investigación sustenta que la mejor opción para crear estos ‘cinturones agrícolas’ que protejan los núcleos urbanos del fuego es restablecer los cultivos que ya existían en los años 50 y que se abandonaron en su momento. También aboga por aprovechar los espacios abiertos que se están generando en los bosques a causa de la sequía. “Así ya nos avanzamos en las previsiones del cambio climático y reducimos el riesgo en zonas que tendrán mucho combustible acumulado para los incendios”, confirma Balaguer refiriéndose a la vegetación seca, que es propensa a quemar más rápido y con más virulencia.

Los expertos del CREAF han analizado los diferentes usos que se les da a los suelos del territorio según si son suelos urbanos, bosques o plantaciones. También ha estudiado la conectividad del fuego en estos suelos ahora y hasta 2050, teniendo en cuenta que un incendio arrasa más hectáreas si el paisaje tiene más conectividad, es decir, si las masas forestales están más conectadas entre ellas y facilitan la propagación del fuego. Para ello se ha tenido en cuenta el aumento previsto de etapas de sequía, que aumentan el riesgo de incendios y la proliferación de estos.

Siendo la conectividad del fuego el factor clave, romperla en los bosques cercanos a las zonas urbanas a través de espacios abiertos como cultivos o pastos es muy interesante, recoge el estudio. “Así, si llega un incendio quemará más despacio”, asegura Balaguer. La incorporación de estos espacios abiertos que actúen como cinturones de protección son tan importantes que los datos de la investigación concluyen que recuperando un total de 17.000 hectáreas de sembrados abandonados en las últimas décadas se podría disminuir hasta un 30% de media la conectividad del fuego en caso de incendio.

Además, la estrategia de restablecer cultivos en zonas que ya los poseían y donde se habían abandonado no solo previene el surgimiento y la propagación de incendios, sino que contribuye a mantener la riqueza de la biodiversidad asociada a los espacios abiertos de las zonas mediterráneas. Josep Maria Espelta, investigador del CREAF y coordinador del proyecto wildE, explica que “a menudo pensamos que ‘renaturalizar’ un ecosistema quiere decir reintroducir grandes herbívoros del pasado”. Sin embargo, según describe Espelta, recuperar un marco agroforestal en el que los incendios u otras perturbaciones que no van a dejar de producirse tengan una repercusión menos dañina, “puede ser esencial para el mantenimiento de la integridad ecológica del paisaje y su biodiversidad”.

La presencia de estas nuevas plantaciones que el estudio apuesta por introducir de nuevo para que ayuden a disminuir la conectividad del fuego favorecería también a una gran cantidad de animales. En concreto, desde el CREAF señalan que una gran variedad de mamíferos como el tejón, algunos pájaros como la avutarda común y distintos insectos polinizadores como las mariposas y las abejas se verían beneficiadas con estos ‘cinturones agrícolas’ que plantean a modo de estrategia.



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