Lecciones de Alcanar después de tres danas: “Las catástrofes son una oportunidad para introducir cambios”
El municipio de Tarragona, azotado por temporales en 2018, 2021 y 2023, creó una mesa de expertos e inspiró una investigación como escenario post-catastrófico que ha permitido implantar soluciones técnicas para afrontar las riadas
Alcanar, el último municipio del sur de la costa de Cataluña, frontera con la Comunidad Valenciana, sufrió tres severos temporales en solo cinco años: 2018, 2021 y 2023. No hubo víctimas. Pero, ubicado entre la sierra del Montsià y el mar, con dos núcleos con un urbanismo que nació descontrolado y ocupa todo el frente litoral, el agua que baja como por un tobogán por cuatro de los barrancos de la montaña destrozó casas, infraestructuras, restaurantes y espacio público. Las inundaciones más graves fueron las de 2021. Justo entonces, el arquitecto Roger Sauquet (experto que ya colaboraba con el grupo de estructuras colapsadas de los bomberos) acababa de ganar una beca Leonardo de la Fundación BBVA para estudiar recuperaciones post-catasfróficas. Entre otros escenarios, había elegido Alcanar. Además, creó una asignatura optativa en la escuela de Arquitectura del Vallès para trabajar la resiliencia al cambio climático en varios escenarios, que un grupo de estudiantes analizó durante meses. De ahí y de la complicidad del alcalde, Joan Roig, surgió un grupo de trabajo formado por expertos que ha permitido diseñar, implantar y evaluar soluciones técnicas para afrontar las avenidas: balsas que distribuyen el agua que baja de los barrancos, zonas inundables antes del núcleo urbano, renaturalizar una plaza o derribar una instalación eléctrica que no permite el paso del agua.
Porque los aguaceros son recurrentes en la zona. Después de la de 2023, este 2024 no hubo destrozos, pero la misma dana que causó estragos y más de 200 muertos en municipios del entorno de Valencia se quedó anclada sobre Terres de l’Ebre durante diez días (del 26 de octubre al 4 de noviembre). Tormenta tras tormenta se han podido analizar y comparar los daños en los mismos puntos exactos. Y constatar aspectos clave. Por ejemplo, que las medidas que se toman antes de que el agua llegue a las zonas urbanas impactan positivamente a toda la comunidad, mientras las soluciones que pasan por blindar casas o instalaciones concretas levantando muros pueden perjudicar al conjunto. “En 2023 vimos que las ayudas invertidas después de 2021 en fortificar casas o estructuras no fueron resilientes porque desplazaron el flujo de la inundación a parcelas vecinas o aumentando el agua que circulaba por las calles. En 2023 llovió la mitad que en 2021 y, en cambio, el agua subió diez centímetros más: cuando la mirada no es colectiva sino individual, el agua pasa de forma más violenta”, apunta Sauquet sobre una de las conclusiones de las observaciones. Han quedado plasmadas en el Estudio de soluciones arquitectónicas, urbanísticas y paisajísticas para mitigar los efectos de los aguaceros en el municipio de Alcanar, del que Sauquet es el investigador principal y firman otros profesores y estudiantes de la Escuela de Arquitectura del Vallès de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).
“El aprendizaje de Alcanar es que es necesario tener una visión global y que no hay una única solución, sino trajes a medida. Cada territorio tiene sus especificidades y es necesaria la mirada de expertos de varias disciplinas (arquitectos, geógrafos, geólogos, ingenieros de caminos, paisajistas), para consensuar medidas a distintas escales y velocidades”, resume el arquitecto. El alcalde entiende que el caso de Alcanar debería servir de ejemplo para otros municipios: “Hay que hacer mesas técnicas que deriven en actuaciones concretas. El discurso político está agotado: el cambio climático ha llegado para quedarse y los políticos no podemos hacer más que prevenir y gestionar”. Sauquet también alerta de que “las catástrofes son una oportunidad para introducir cambios: porque la población está concienciada, porque hay una lluvia de millones para invertir, y porque las propias cicatrices del territorio te marcan qué daños ha causado el clima y dónde hay actuar”. El estudio del que es investigador principal apuesta por considerar el gasto post-catástrofe (sumando público y privado) como una inversión.
De su experiencia como arquitecto y también colaborando con los Bomberos de la Generalitat analizando edificios afectados, Sauquet insiste mucho en que las soluciones que valen para un entorno pueden no valer en otro. Por ejemplo, “en los edificios de planta baja en una zona inundable que no está en el cauce del río y donde el agua llega de forma dócil, la solución puede ser levantar un primer piso”. Sobre la deconstrucción opina que “hay que estudiarla muy bien y ser realistas: desmontar urbanizaciones enteras se puede poner sobre la mesa, pero sabiendo que tiene una realización larguísima y que, mientras, hay que actuar”. “También hay que tener en cuenta que derribar significa construir en otro lado”, añade. En cambio aplaude que la Generalitat esté descalificando suelos urbanizables, que también afecta retales de suelo de la costa sur de Alcanar.
El caso de Alcanar ha demostrado que ha funcionado actuar desviando o permitiendo que el agua que baja por los barrancos se esparza por zonas previas a las urbanas, incluso por encima de la antigua carretera N-340, creando espacios generosos para frenar el flujo. Son zonas de evacuación que cuando no hay tormentas pueden servir para pasear. Y se pueden crear con algo tan sencillo como aplanar un terreno. Además de estas obras civiles para generar zonas verdes que retengan agua, en Alcanar también está sobre la mesa actuar sobre un núcleo concreto de 12 casas ubicadas encima del cauce de un barranco, el del Llop. Y en el barranco de Sant Jaume, donde se había tapado el cauce con una losa, se destapó y ahora la salida del agua vuelve a ser natural, pero con menos flujo porque se ha esparcido el flujo más arriba. En cambio, el estudio alerta también en sus conclusiones de que de los 17 millones gastados (entre indemnizaciones a particulares del consorcio de seguros y las ayudas públicas para restituir la normalidad), “una gran parte se han destinado a reproducir o incluso empeorar el escenario urbano ante futuros aguaceros”.
El primer municipio donde se utilizó la alarma a los móviles de Protección Civil
Alcanar también fue el primer municipio de Cataluña donde Protección Civil utilizó la alarma de emergencias que la población recibe en los móviles. En este caso, para avisarles de riesgo de inundaciones. Hace dos semanas, les sonó hasta tres veces. La subdirectora de Protección Civil de la Generalitat, Imma Soler, explica que coincidió la petición del alcalde en 2021 de crear algún sistema porque durante las tormentas la parte baja del pueblo quedaba incomunicada; con la directiva europea que obligaba a crear sistemas de alerta. “La UE-Alerta, que fija que todos los Estados miembros deben disponer de un mecanismo por el que las operadoras de telefonía permitan enviar mensajes a los móviles que están bajo la cobertura de sus antenas”.
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