La inundación de Alcanar evidencia la mala ordenación urbanística del litoral catalán
El 15% del territorio urbanizado en zonas fluviales de la comunidad corre riesgo de sufrir desbordamientos
El desbordamiento del pasado miércoles del barranco de Sant Jaume, cuyo último tramo del cauce discurre por un barrio Alcanar (Tarragona), no solo causó importantes daños materiales en este pequeño municipio de la comarca del Montsià, sino también evidenció los riesgos que conlleva la mala ordenación urbanística que los expertos alertan desde hace años en el litoral catalán. “El resumen es que ocurre [el desbordamiento] porque se ha construido sobre los bordes de los barrancos”, sintetiza Glòria Furdada, profesora de Geología de la Universidad de Barcelona (UB) y miembro del Equipo de Investigación en Riesgos Naturales Risknat, de la UB.
Según el Plan de Gestión del riesgo de inundación en el distrito de la cuenca fluvial de Cataluña de la Generalitat, el 15% del territorio urbanizado en zonas fluviales de la comunidad corre el riesgo de inundarse, “hecho que se agrava si se tiene en cuenta la alta densidad de las infraestructuras existentes”, recoge el propio documento. Les Cases d’Alcanar es un barrio construido al borde de la desembocadura del barranco de Sant Jaume, un pequeño curso fluvial que recoge las aguas de otros barrancos de la abrupta Serra de Montsià, que limita con la Comunidad Valenciana. El miércoles, este barrio construido en ambos lados del cauce a cuatro kilómetros del núcleo urbano del municipio y frente a un puerto marítimo se llevó la peor parte de la tromba de agua que cayó en esta comarca catalana.
Antiguo poblado de pescadores hoy también dedicado al turismo, a mediados del siglo XIX el barrio de les Cases d’Alcanar no sobrepasaba la treintena de edificios. Pero en las últimas décadas ha visto crecer su población. “El problema es que en los años 60 y 70, con la expansión urbanística por el turismo, en algunos municipios se construyó sin un conocimiento de los riesgos”, se refiere Josep Coma, profesor de Geografía de la UB. Coma añade que las características geográficas del municipio (“situado bajo una cadena montañosa como la de Montsià”) aumentan los riesgos. “Entra el viento húmedo y en seguida choca con la montaña, lo que provoca una caída de agua en poco tiempo que discurre por un cauce que habitualmente está seco”, añade el profesor. La totalidad de las viviendas del barrio están declaradas como zonas potencialmente inundables por Protección Civil de Cataluña, y el propio plan de emergencias Inuncat de Protección Civil cataloga el riesgo del municipio a sufrir inundaciones en un nivel “muy alto”. Hoy, en el barrio viven unas 1.400 personas, cuando en el año 2000 eran poco más de 900, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Furdada y Coma creen que la mala planificación urbanística de Alcanar no es, a su juicio, excepcional en Cataluña. También que los desbordamientos se pueden producir con demasiada asiduidad a lo largo del territorio en los próximos años, sobre todo en el litoral de las comarcas del Garraf y del Maresme, cerca de Barcelona, “ya que geográficamente se asemejan al litoral de Tarragona”, dice Coma. Furdada añade que en municipios como Premià de Mar (en la comarca del Maresme), hay vecinos que cuando llueve retiran sus coches aparcados junto a las ramblas por miedo a que se repitan imágenes como la del 2016, cuando otra tromba de agua arrastró a numerosos coches hasta la playa y un hombre falleció por la riada.
La mala ordenación urbanística en torno a los ríos catalanes ha sido objeto de una amplía bibliografía en los últimos años. En el estudio Evidencias sobre la vulnerabilidad institucional y su implicación en el incremento del riesgo de inundación en el litoral mediterráneo español, los geógrafos Francisco-López Martínez y Alfredo Pérez Morales aseguran de hecho que en algunos casos significativos como Salou (Tarragona) “el planificador local se ha convertido en el máximo responsable de los futuros eventos de inundación, pues la incompatibilidad de actividades planteada ha deteriorado la eficacia institucional incrementando la vulnerabilidad de la población”.
En la Cartografía de las zonas inundables y el análisis de riesgo en Cataluña, la Generalitat estima que un 6,3% de todo el territorio catalán es susceptible de ser inundado y señala a Tarragona como la provincia susceptible de ser la más afectada, ya que es donde se concentra la mayor parte de la población que vive sobre llanuras de desembocadura de ríos.
Un fenómeno que será cada vez más frecuente
La profesora de Geología de la Universidad de Barcelona (UB) y miembro del Equipo de Investigación en Riesgos Naturales Risknat, adscrito a la UB, Glòria Furdada, explica que el cambio climático, que afectará especialmente a la cuenca mediterránea, hará más asiduos estos fenómenos de lluvias intensas y urge a la Administración a replantearse de manera urgente el modelo urbanístico para evitar futuros desastres. El jefe del Área de Climatología del Servicio Metereología catalán Meteocat, Marc Prohom, incidía ayer por teléfono a EL PAÍS en esta idea: “Tenemos que ser realistas y admitir que viviremos con el riesgo. Estamos muy expuesto a estos fenómenos”, explica. Prohom añade que en lo que llevamos de verano la pluviometría en la comunidad ha sido “extremadamente irregular”. En las Terres de l’Ebre, a falta de confirmar los últimos datos, se trata del tercer verano más lluvioso desde que se tienen datos (1905), mientras que en las comarcas interiores y pirenaicas la falta de lluvia ha sido generalizada.
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