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Goteo de cierres de centros concertados por la baja natalidad y el aumento de la pública

De cara al próximo curso las escuelas Sagrat Cor y Sant Francesc Xavier han comunicado que no pueden continuar abiertas por falta de alumnos

Fachada de la escuela Sant Francesc Xavier, en el barrio del Poble Sec de Barcelona.
Fachada de la escuela Sant Francesc Xavier, en el barrio del Poble Sec de Barcelona.Albert Garcia (Albert Garcia)

El próximo septiembre, escuelas concertadas como Sagrat Cor Fort Pienc y Sant Francesc Xavier, ambas en Barcelona, no volverán a abrir sus puertas. Y no se descarta que haya más porque otras han admitido estar al límite. También en la capital catalana, el curso pasado clausuró el colegio El Carme, hace dos años lo hizo Mary Ward y hace cinco, la Griselda. Son algunos de los ejemplos del goteo de cierre de centros concertados que se está produciendo en los últimos años (nueve desde 2017 solo en Barcelona, según el Consorcio de Educación). El descenso de la natalidad es uno de los factores, pero no el único. Desde el sector apuntan también a la infrafinanciación crónica, al elevado número de alumnos vulnerables que escolarizan (y que no pagan las cuotas del resto de estudiantes) y al aumento de la oferta de la pública.

La escasez de nacimientos de los últimos años está cambiando el panorama educativo. Las estadísticas son reveladoras: en 2021, en plena pandemia, en Barcelona solo nacieron 11.510 bebés, una cifra que no se veía desde la Guerra Civil. Precisamente, estas criaturas son las que en septiembre se escolarizarán en Infantil3. Y agudizará un fenómeno que se arrastra desde hace años. En 2018 empezó el descenso en las matrículas de esta etapa educativa, que en la pública se ha traducido en 700 alumnos menos, pero en la concertada ha sido el doble, 1.500, según datos del Consorcio de Educación de Barcelona.

Hace una década, la crisis económica también provocó una reducción de la población infantil, pero en esta ocasión, la entonces consejera Irene Rigau optó por cerrar numerosas escuelas públicas. Esta política cambió con ERC, y en Barcelona también con Ada Colau, que se propuso acabar con el predominio histórico de la concertada en la ciudad e impulsó la oferta en la pública, sea con nuevas escuelas o traspasando privadas a la red pública (nueve en Barcelona desde 2020).

Esto se ha producido con cierta intensidad en algunos barrios, como Fort Pienc. Según datos del Consorcio de Educación, en los últimos ocho cursos la matrícula de los centros públicos de la zona ha aumentado un 17%. “En los últimos años han abierto dos escuelas públicas nuevas y dos concertadas han pasado a la pública, una de ellas duplicando su capacidad. Se ha creado una sobreoferta en el barrio”, apunta Miquel Gil, portavoz de la escuela Sagrat Cor, un centro que tras 85 años en funcionamiento, anunció hace unos días que cerraba definitivamente. El colegio sufría un descenso de alumnos desde hace unos años, que lo había dejado sin concierto (hay que tener al menos 14 alumnos en el aula para lograr la financiación de la Generalitat) en Infantil3, I4 y 1º de primaria.

Pero lo que ha acabado de rematar a estos centros, es la llegada de un grueso importante de alumnos vulnerables, fruto del reparto y reequilibrio de alumnado que supone el Pacto contra la Segregación Escolar. Estos estudiantes llegan a los centros concertados con la exención de pagar cuotas, pero sí acompañados de una mochila económica, que es de 988 euros anuales por alumno. Un importe, que el sector de la concertada considera insuficiente, y además lamentan que se paga tarde. “Si se pagara puntualmente todavía, pero estamos a febrero y no hemos recibido nada, así es muy complicado sobrevivir”, lamenta un centro afectado, que pide mantener el anonimato.

En la misma tesitura se encuentra la escuela Sant Francesc Xavier, que también anunció, una semana después del Sagrat Cor, que cerraba puertas. Este instituto escuela también había perdido ya los conciertos de todos los cursos de infantil y los tres primeros de primaria por la falta de alumnos. “La pérdida del concierto supone que el centro debe asumir el sueldo del profesorado, unos 58.000 euros anuales, y esto no se puede asumir con las cuotas de las familias, y menos si tienes pocos alumnos. Esto se puede aguantar un año, pero no más”, asevera Meritxell Ruiz, secretaria general de la Fundación Escuela Cristiana, la principal del sector, con unos 400 centros adheridos.

El perfil de todas las estas escuelas es el mismo: un centro de tamaño pequeño y medio, con un fuerte perfil social (Sagrat Cor tenía el 27% de alumno vulnerable; Sant Francesc, el 84%) y sin una gran congregación o institución detrás. “Está en peligro las escuelas pequeñas, familiares y de barrio”, alerta uno de los centros. “El goteo de cierres se alargará, muchos centros están sufriendo y te dicen que aguantarán dos o tres años más porque se están comiendo las reservas que tienen”, apunta Oriol Blancher, presidente de la Agrupación Escolar Catalana, la patrona que agrupa un centenar de centros laicos. La situación llega al extremo, añade Blancher, que algunas concertadas “se plantean pasarse a privada para no tener que recibir alumnos vulnerables y no depender de estas mochilas”.

El sector de la concertada asegura que no es contrario a escolarizar alumnos vulnerables, tal y como marca el Pacto contra la Segregación Escolar, pero lamenta que los 988 euros que reciben por alumno y año son insuficientes, teniendo en cuenta que el coste de la plaza escolar en la concertada está en 1.500 euros, según un informe del Síndic de Greuges de 2020, así que la cifra podría ser ahora superior. Con todo, después de las quejas del sector, el Síndic prepara una actualización de este coste para que la Generalitat pueda revisar al alza las ayudas económicas. El sector va más allá y pide a Educación a acabar con “la infrafinanciación histórica” que asegura que padecen y que les obliga a cobrar cuotas a las familias porque el importe de los conciertos no es suficiente.

Un inversor chino al rescate

Hace una semana, la asamblea de familias que forman la cooperativa que gestiona el colegio Teide de Viladecans acordó que también echaba el candado, tras casi medio siglo de historia. También están sufriendo los efectos de la baja natalidad y de una potente oferta pública en el municipio y ya han perdido los conciertos en las etapas desde Infantil3 a 2º de primaria. Pero cuando ya habían asumido que deberían decir adiós, este pasado viernes recibían la noticia de que un inversor chino se compromete a salvar el centro. Desde la junta de la cooperativa se muestran exultantes y aseguran que el próximo septiembre el Teide empezará una nueva etapa, esta vez, con un cuarto idioma de aprendizaje: el chino.

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