Sánchez y Aragonès exploran hoy en Barcelona los límites de la nueva fase de diálogo
Los dos dirigentes celebran su primera reunión tras el pacto de investidura entre el PSOE y ERC
La segunda fase de la vía de diálogo entre el Gobierno de coalición PSOE-Sumar y la Generalitat de Cataluña comienza este jueves en Barcelona. La reunión entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès, la primera que el jefe del Ejecutivo central mantendrá con un presidente autonómico tras su investidura, busca reafirmar su apuesta por esa senda, que coincide con los primeros pasos de la tramitación de la ley de amnistía para los encausados del procés. La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, ha enmarcado en “la normalidad institucional y democrática” un encuentro que servirá para escenificar la sintonía entre el PSOE y ERC, pese a las tiranteces en cuestiones como el señalamiento de jueces a los que el independentismo acusa de lawfare (persecución judicial por motivos políticos).
Para los socialistas es indispensable cuidar a ERC: la prioridad es engrasar los avances en el Congreso, pero sin llegar a molestar a Junts, cuyo apoyo también es necesario. Ya con la proposición de la amnistía en marcha, Aragonès insistirá en un referéndum de autodeterminación que el PSOE rechaza.
La Moncloa confía en que las discrepancias ya conocidas por esta cuestión queden orilladas por las negociaciones sobre puntos de gestión muy concretos, como la transferencia de parte de la gestión de Rodalies, la red ferroviaria de cercanías catalana, y la renovación del sistema de financiación autonómica vigente, aprobado en 2009 y pendiente de revisión desde 2014. “Defenderé la independencia de Cataluña ante Pedro Sánchez y ante todo el mundo, porque es mi planteamiento y no lo hago a oscuras, no me escondo”, ha afirmado Aragonès este miércoles en la sesión de control del Parlament, en la que ha añadido que abordará otras “muchas cosas” que considera que son relevantes para Cataluña.
ERC, que gobierna en minoría tras la salida hace un año de Junts del Govern, tiene interés en que la cumbre vaya más allá de la reivindicación independentista: necesita, a poco más de un año de las elecciones catalanas, poder reivindicar acuerdos sectoriales que luego pueda lucir en una campaña que quiere centrar en la gestión. Ahí se ubica, por ejemplo, la firma este miércoles del acuerdo entre ambos Ejecutivos para mejorar la financiación de los Mossos d’Esquadra y que implicará una inyección adicional de casi 95 millones de euros el próximo año. La medida, cuyos detalles se cerraron en la Comisión Mixta de Asuntos Económicos y Fiscales entre el Estado y la Generalitat, la anunció la consejera de Economía, Natàlia Mas. “Comienzan a hacerse tangibles los acuerdos de investidura”, ha celebrado.
La decisión de Sánchez de viajar a Barcelona y de dar prioridad a Aragonès en su ronda de encuentros territoriales inaugura el particular camino intermedio con el que se intenta sortear la tensión entre ERC y Junts. Tanto el Ejecutivo como el PSOE esperan de esa manera eludir la rivalidad sin cuartel entre las dos formaciones independentistas, que ahora han de convivir también en la mayoría del Congreso que sostiene al Gobierno; como mínimo, hasta la aprobación de la ley de amnistía, que, como pronto, sería ya entrada la primavera. Esa rivalidad no hará más que recrudecerse a medida que se acerquen los comicios autonómicos catalanes.
Ambos partidos independentistas tienen siete diputados y esa nueva realidad aritmética implica que ERC ya no tiene en solitario el poder de arbitrar la legislatura en el Congreso. Junts no ha dudado en exprimir su nuevo papel, insistiendo en que ellos son exigentes ante Sánchez y en que, a diferencia los republicanos, no dan sus votos “a cambio de nada”. De ahí que ERC intentara apuntalar su apuesta por el diálogo, arrancando a los socialistas tanto la reedición de la mesa de diálogo entre Ejecutivos como también otro foro, entre ambos partidos, para coordinar otros aspectos de la legislatura. Y a eso se suma la relación institucional que la visita de Sánchez hoy también inaugura.
Junts se apuntó hace dos semanas el tanto de que su mesa de diálogo con el PSOE, con un verificador internacional a bordo, se reuniera en Ginebra. Posteriormente, Sánchez confirmó que se reunirá con el expresident Carles Puigdemont, huido de la justicia española desde 2017, para “normalizar la situación”. Varias voces del partido insisten desde entonces en que es su foro de negociación, y no el de los republicanos, el canal verdadero y fiable con el Gobierno. A la ciudad suiza se desplazó el 2 de diciembre el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, y no hubo ninguna foto. La reunión de hoy entre Sánchez y Aragonès, por el contrario, está envuelta en institucionalidad.
El panorama sobre el que discutirán ambos en el Palau de la Generalitat es muy diferente al que sirvió en 2019 para sacar del congelador las relaciones entre Ejecutivos, donde estaban desde el órdago independentista del 1-O. El ingreso de Junts en la ecuación, como parte indispensable de la mayoría que sostiene a Sánchez, añade una dosis de complejidad.
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