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Barcelona ya es cara hasta para los ‘expats’: “Si no cobran 50.000 euros no pueden vivir aquí”

La subida de precios en la ciudad espanta a empresarios y emprendedores, que optan por otras poblaciones

Jóvenes trabajan en la cafetería del espacio de 'coworking' Itnig del barrio del Poblenou de Barcelona.
Jóvenes trabajan en la cafetería del espacio de 'coworking' Itnig del barrio del Poblenou de Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI

Barcelona es una de las ciudades favoritas de las empresas multinacionales que apuestan por el desplazamiento a otros países para mejorar su posicionamiento internacional. La capital catalana concentra todo lo que valora un expatriado o un nómada digital: calidad de vida, clima, ocio, movilidad y seguridad. La celebración de eventos como el Mobile World Congress, la Copa del América, el distrito 22@ o el establecimiento de centros tecnológicos asociados a la investigación como el ICFO son algunos ingredientes que han consolidado el ecosistema de empresas digitales y trabajadores extranjeros que alberga la ciudad, que desde 2017 no se ha bajado de los principales listados de los emprendedores a la hora de escoger un destino donde vivir y trabajar.

Los perfiles de los empleados de estas empresas, que pueden ganar entre 30.000 y 40.000 euros anuales, forman parte de la escalada en el precio del alquiler y del coste de vida que ha provocado que muchos barceloneses se hayan mudado a otras poblaciones en los últimos años. Ahora, ellos también se piensan dos veces vivir en Barcelona porque sus expectativas salariales no son suficientes para pagar una vivienda que, en el mejor de los casos, cuesta 1.000 euros en barrios como L’Eixample o Poblenou, como muestran algunos portales inmobiliarios. En la pasada edición de la feria BNEW, incluso los expertos y responsables municipales alertaron de que los alquileres lastran el interés de jóvenes talentos para trabajar en la capital catalana. La ciudad sigue siendo atractiva, pero se están encendiendo algunas luces rojas.

En el barrio del Poblenou, meca para muchos de los jóvenes talentos y expatriados que hasta ahora han aterrizado en la ciudad, sentada en la cafetería Little Fern, una cazatalentos de una empresa norteamericana que pide mantener el anonimato explica así lo que está pasando: “Ahora es más difícil reclutar fuera de España. Los profesionales tienen expectativas salariales más altas, porque los gastos en Barcelona son mayores”. La gentrificación de la ciudad e ir a la oficina tres veces por semana no sale rentable para los trabajadores que, si no cobran alrededor de 50.000 euros, no pueden vivir en Barcelona, explica. “Ha habido empleados que nos han dado un ultimátum para trabajar en remoto desde otra ciudad o se han ido a otra compañía para poder teletrabajar todos los días”, asegura.

Jóvenes trabajando en el interior de la cafetería del espacio de 'coworking' Itnig del barrio del Poblenou de Barcelona.
Jóvenes trabajando en el interior de la cafetería del espacio de 'coworking' Itnig del barrio del Poblenou de Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI

José Antonio Beneyto, director de Alter Ego Relocation, empresa que ayuda a los profesionales extranjeros a encontrar una vivienda en ciudades como Barcelona o Valencia, corrobora esta visión: “Si siguen la regla no escrita de dedicar el 33% de su sueldo a la vivienda cuando cobran 30.000 euros anuales, ni siquiera pueden acceder a un piso con una sola habitación”, explica por teléfono.

El fotógrafo australiano Dominic Ronzo (35 años) tenía intención de establecerse en Barcelona con su pareja, pero tras un mes buscando han decidido volver a Australia porque no podían pagar ningún alquiler entre los dos y mantener una “buena calidad de vida”. Lo cuenta por teléfono desde Londres, donde pasa unos días en casa de unos familiares: “Me encanta Barcelona, tiene una cultura increíble y puedes viajar fácilmente a cualquier parte, pero la vivienda es un problema. Los pisos que encontramos eran realmente pequeños”.

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El portal Nomadlist, una plataforma donde los nómadas digitales puntúan las ciudades donde trabajan en diferentes parámetros, sitúa a Barcelona en el puesto 23, por detrás de las Islas Canarias y por encima de Valencia o Madrid, en su listado de mejores lugares de Europa para vivir y trabajar. Aunque a escala general está bien valorada, la ciudad suspende desde hace unos meses en tres aspectos: el coste de la vida, el racismo y la densidad de población. En el apartado del coste de la vida lo expresa así: “Way too expensive”, se ha vuelto muy cara.

Mar Galtés, directora de desarrollo corporativo de Tech Barcelona, valora la apuesta del Ayuntamiento por captar jóvenes talentos internacionales a través del desarrollo tecnológico y asegura que, pese a los precios, a la larga hará que la ciudad sea una buena opción para familias enteras de todo el mundo. “Las tecnologías e infraestructuras deben servir para equilibrar el territorio y potenciar el modelo de ciudad habitable y sostenible”, explica por teléfono.

Las tensiones generadas en la vivienda y en el mercado laboral provocan que empresas locales con proyección internacional recluten cada vez más a profesionales que viven en otros países y que prefieren teletrabajar en lugar de instalarse en Barcelona, afirma Eduald Camprubí, cofundador de Nuclia, una startup con sede en Manresa que ha desarrollado un buscador de archivos que indexa los datos que produce una empresa cada día. Camprubí y su socio decidieron no establecer su sede en Barcelona por los elevados precios y para demostrar que no es necesario residir en una gran urbe para desarrollar “un proyecto tecnológico global”.

Para Camprubí, la capital catalana está cometiendo los mismos errores que San Francisco (Estados Unidos): “Se está convirtiendo en una ciudad vacía de sentimientos donde la gente que no trabaja en el sector tecnológico se tiene que marchar porque los precios son prohibitivos”. Critica la estrategia institucional para una ciudad relativamente pequeña, donde el 22% del 1,6 millones de habitantes son una suma de extranjeros y expatriados, según Idescat, y donde la desigualdad salarial entre un camarero (1.030 euros mensuales a jornada completa) y un empleado del sector tecnológico (alrededor de los 3.000 euros mensuales) agrava la situación: “En 10 años nos daremos cuenta de este error, pero ahí ya habremos expulsado a la gente de la ciudad y los que venían a trabajar ya no vendrán o se quedarán en casa”.

Ante la escalada de precios de la vivienda en Barcelona, muchos profesionales extranjeros se están trasladando a otras ciudades con precios más atractivos como Valencia, Málaga, Gran Canaria, Sevilla, Tenerife o Granada. De hecho, Valencia ha superado ya a la capital catalana según el estudio Expat Insider 2022 elaborado por la organización InterNations, una de las plataformas más famosas que realiza encuestas entre expatriados. Y Málaga está acaparando todas las miradas de las empresas, como afirma Beneyto: “Nosotros estamos intentando llegar allí porque muchas compañías la prefieren a Barcelona”.

El Consistorio que preside el socialista Jaume Collboni, que define Barcelona como una “ciudad global que pone a las personas y sus proyectos vitales en el centro”, pidió al Gobierno central la activación total de la Ley Vivienda que se aprobó en el mes de abril para regular los alquileres y solventar el principal problema para que también el talento internacional se quede en la ciudad.

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