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Profesores sobre la baja comprensión lectora: “Los niños no hablan bien ni la lengua materna”

Las escuelas achacan los malos resultados del estudio PIRLS a una combinación de factores: las pantallas, los recortes, la pandemia y la pobreza

Alumnos leyenda en una escuela de Barcelona, en una imagen de archivo.
Alumnos leyenda en una escuela de Barcelona, en una imagen de archivo.Joan Sánchez

“Cuando les das un texto a los alumnos y dejas que trabajen solos, ves que no entienden lo que leen”. Mar Hurtado, jefa de estudios de la escuela El roure gros de Santa Eulàlia de Riuprimer (Osona), resume así el problema de comprensión lectora que padecen los alumnos catalanes y que pusieron en evidencia hace unos días los resultados del estudio internacional PIRLS. Este diario ha buscado la opinión de los docentes para conocer qué está pasando en las aulas. Las voces consultadas coinciden en que hay un problema de retroceso de la comprensión lectora, generado por múltiples factores, pero que es más profundo que la estadística. “Ahora vemos que los niños ni siquiera hablan bien la lengua materna”, asevera Conxita, directora de una escuela del Vallès Occidental.

En la evaluación PIRLS —que se realiza cada cuatro años a alumnos de 4º de primaria de medio centenar de países—, Cataluña obtuvo 507 puntos, 15 menos que en la última edición, y casi 20 menos que la media española y europea, lo que sitúa Cataluña a la cola de autonomías, solo por delante de Ceuta y Melilla. Algunas voces piden relativizar esta estadística por la dimensión de la muestra —927 alumnos de 50 centros (32 públicos y 18 privados)—. “Nosotros participamos en 2016 y cogieron la clase con el nivel más bajo de las tres que teníamos de 4º, así que el resultado no tuvo nada que ver con el global del curso”, explica Conxita.

Con todo, el retroceso es incuestionable, según los docentes, que reclaman volver a los aprendizajes básicos. “Estamos tan metidos en problemas como la pandemia, los nuevos currículos, la digitalización… que hemos dejado de lado los aprendizajes básicos, como la lengua, la escritura, y también las matemáticas. Esto no significa dedicarles más horas, pero sí a lo mejor hacerlo con mayor intención y adaptado según las necesidades de cada alumno. Tampoco significa volver a los métodos tradicionales porque esto se puede hacer desde la innovación educativa”, defiende Pilar Gargallo, tutora de primaria y miembro de los Movimientos de Renovación Pedagógica.

Conxita considera que también es necesario tener presente los efectos de la pandemia. “Son niños que cuando estaban aprendiendo a leer estaban en casa”. “Cada vez más te llegan niños con mochilas emocionales muy complicadas y, si un niño no tiene el tema de la salud mental solucionado, que aprenda es complicado”, añade Paco Salmerón, director del instituto escuela Joan Sallarès i Pla de Sabadell.

Los docentes también coinciden en sumar un factor más profundo, que son la complejidad y los cambios que está sufriendo la escuela, cada vez con más alumnos procedentes de entornos empobrecidos o con alguna dificultad de aprendizaje. “Hay más diversidad social que hace 10 años. Las escuelas tenemos que atender cada vez más situaciones muy delicadas y complejas, y muchas veces lo urgente se come lo importante”, asevera Conxita.

El uso de las pantallas es otro de los factores en que coinciden todas las voces consultadas, aunque con matices. Gargallo defiende que depende del uso que se les dé. “Tú puedes leer con el móvil, el problema es si solo te dedicas a ver Tiktok”. En cambio, Jaume Montsalvatge, responsable del Área de Pedagogía de Escola Pia Catalunya, no ve que en primaria los ordenadores sean un problema, ya que no se introducen masivamente hasta la secundaria. “A lo mejor estaría bien tener un estudio en la ESO para saber si tiene impacto el cambio de lectura en papel y la pantalla”.

El efecto de las pantallas

Otros docentes alertan del “uso descontrolado” de las pantallas en algunos casos y a edades muy tempranas, muchas veces para tener tranquilo al niño y que los padres puedan seguir con sus cosas. “A ciertas edades niños que no están maduros se acostumbran a ver dibujos y cosas muy dinámicas. Esta inmediatez hace que su capacidad de atención y concentración sea mínima y no aguantan tanto rato leyendo, porque para leer necesitan calma y tranquilidad”, abunda Salmerón.

El papel de las familias también es clave en el problema. “Nos tenemos que preguntar, ¿nuestros hijos nos ven leer?”, plantea Montsalvatge. Salmerón va más allá. “A veces detrás de los niños no hay nadie. Sí que hay unos padres que les cubren lo básico, pero no que les expliquen un cuento o que se preocupen por lo que hacen en la escuela”.

Los docentes coinciden en pedir, principalmente, más recursos para la escuela, especialmente los que ayudan a hacer frente a los retos que deben afrontar diariamente. En este sentido, Salmerón pide potenciar las aulas de acogida, porque son precisamente el espacio dedicado a la educación básica. “Los alumnos inmigrantes que pasan por las aulas de acogida son los que tienen mejores resultados después”, defiende el director, que también reclama más personal de apoyo para las tareas no pedagógicas, que ahora asumen los docentes, como aspectos psicológicos o administrativos.

Mar Hurtado lanza diferentes propuestas para recuperar el hábito de la lectura: desde una buena selección de los libros de las bibliotecas, explicar cuentos para mejorar la atención y “entrenar en la capacidad de concentración, que los niños aprendan a pararse y observar el entorno, y entender qué están viendo”. La también presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat considera que los profesores deben hacer autocrítica. “Vemos el problema de comprensión lectora, pero también falta hacer propuestas de mejora y ver cómo lo podemos solucionar. El departamento envía instrucciones, pero también hay que saberlas aplicar, porque durante el rato de lectura el profesor no tiene que aprovecharlo para ordenar o preparar la clase de después, tiene que sentarse al lado del alumno y acompañarlo”.

La culpa es de los recortes

El pasado lunes, cuando se publicaron los resultados de Cataluña en el PIRLS, el Departamento de Educación optó por hacer una valoración no oficial, asegurando que no le sorprendía porque las competencias básicas ya apuntaban el descenso. Pero el miércoles, el consejero de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray, sí que se vio obligado a comentarlos en el Parlament. Aseguró que eran unos “resultados muy preocupantes”, y los achacó a los recortes aplicados una década atrás por los gobiernos de Convergència. “Si alguien se pensaba que los recortes durante una época no tendrían efecto, evidentemente se equivocaba”, sentenció. Además, echó más leña al fuego asegurando que los resultados del PIRLS de 2016 ya indicaban la mala situación de Cataluña, “pero nadie hizo nada”, espetó el consejero.
También quiso tomar distancia con los actuales, asegurando que son de mayo de 2021, justo cuando asumió el cargo de consejero, aunque desde 2018 Cambray era director general de centros públicos en la etapa de Josep Bargalló. Y defendió su gestión: “Hemos puesto medidas, pero los resultados en educación no se dan de un día para otro [...] Damos resupuesta a muchas carencias que nos encontramos en el sistema cuando llegamos [al departamento]”. 
Pero Cambray no es el único que apunta a los recortes como uno de los causantes del bajo nivel de comprensión lectora. Pilar Gargallo, tutora de primaria en un centro de alta complejidad, lamenta la reducción de las aulas de acogida (donde van los alumnos inmigrantes para hacer un aprendizaje intensivo del idioma) y echa de menos proyectos como el Puntedu, que servía para comentar el conocimiento de la lengua a través de las bibliotecas escolares. El Puntedu estuvo vigente desde 2005 hasta 2011 y llegó a un millar de centros educativos (un tercio del total). Los docentes lamentan la reducción de las bibliotecas escolares, que ven como una pieza clave en el fomento del gusto de la lectura. Jaume Montsalvatge, responsable del Área de Pedagogía de Escola Pia Catalunya, reclama “unas bibliotecas escolares bien dotadas, de libros y de personas, para tener espacios de lectura sistematizado”. Según una encuesta que realiza cada cuatro años el Ministerio de Educación, en 2015 el 79% de los centros tenía biblioteca; en 2019, solo el 57%. El departamento relativiza las cifras y asegura que muchas escuelas han cambiado el espacio tradicional de biblioteca y prefieren tener los libros más repartidos en las bibliotecas de aula.

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