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Cuatro mujeres denuncian a un catedrático de la UPF por acoso laboral mientras cursaban el doctorado

La Universidad Pompeu Fabra ha abierto un expediente disciplinario al docente de Farmacología después de recibir las denuncias

Universidad Pompeu Fabra
El campus del Poblenou de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.Foto de archivo

La Universidad Pompeu Fabra (UPF) ha abierto un expediente disciplinario a un catedrático de Farmacología después que cuatro mujeres lo denunciaran por acoso laboral mientras estaban cursando el doctorado. Entre los comportamientos denunciados aparecen amenazas e intimidación, humillaciones y cargas de trabajo inasumibles.

Una de las denunciantes, que prefiere mantener el anonimato, afirma que la UPF “se está lavando las manos” y que de momento solo tienen respuesta del departamento de Riesgos Laborales. Explica a EFE que desde la universidad les dijeron que comunicarían la situación al rectorado, pero aún no han recibido respuesta. Fuentes de la UPF afirman que cuando tuvieron conocimiento de las denuncias relativas a un caso de acoso laboral, “se activaron los procedimientos internos para recoger toda la información y llevar a cabo las acciones pertinentes” y que, como consecuencia, “se ha abierto un expediente al catedrático”, que sigue en activo.

Según una cláusula del protocolo contra el acoso de la UPF, solo se estudian los casos denunciados per personal que no tenga una desvinculación académica o contractual con la universidad superior a 12 meses. Las denunciantes relatan ante varias instancias de la Pompeu Fabra que los hechos ocurrieron mientras estaban estudiando el doctorado. En tres de los casos, las mujeres acabaron su tesis hace más de un año y en el cuarto caso, cumplirá un año el próximo mes de mayo. Esta denunciante ha expresado su temor que desde la universidad “estén dilatando la respuesta para no tener abordar la situación”.

Entre las conductas denunciadas, aparecen humillaciones públicas por parte del catedrático, con exigencias para obtener resultados “sin tener las condiciones idóneas del funcionamiento de los componentes de esta prueba”. Una mujer afirma en las denuncias que el catedrático “a menudo se tomaba la confianza de invadir mi intimidad y elucubrar que mi vida social, amorosa y mis hobbies estaban afectando a la calidad de mi trabajo”. Añade que tiene “grabado en la mente sus gestos de burla mientras él teatralizaba lo que hacía durante una jornada laboral, según su opinión. A veces estas reuniones acababan incluso en reacciones coléricas”.

Una de las denunciantes afirma que las humillaciones privadas ocurrían en el despacho, donde el catedrático “infravaloraba el tiempo empleado y el valor de los resultados que obtenía de mis experimentos de una manera ofensiva, siempre volcando las culpas sobre mi mala praxis”. El caso recoge el testimonio de una mujer que asegura que desarrolló una alergia al epitilio de los ratones, con crisis asmáticas. Se da la circunstancia que el servicio sanitario de la UPF tiene catalogada la alergia como enfermedad profesional. El trabajo se realizaba con ratones en laboratorio y, pese a ello, el catedrático “insistía en llevar a cabo experimentos que atentaban contra mi salud”, según las declaraciones. Añade que “para poder desempeñar mi trabajo con ratones, cada día que tenía que entrar al estabulario debía medicarme con antihistamínicos (Aerius 5mg) y el uso de broncodilatadores (DuoResp 160 mcg) para evitar los efectos adversos de la exposición al alérgeno, medicación que, además, era exclusivamente financiada de mi bolsillo”.

Otra de las denunciantes ha afirmado que el catedrático le negó hacer uso de los fondos destinados a su formación, que le prohibió incorporarse a su puesto de trabajo tras haber pasado la covid y que la llamó “egoísta” por proponer llevar a cabo experimentos con animales de forma “menos nociva para ellos, aunque era más cara”. Las mujeres han denunciado “grandes cargas de trabajo y emocionales” que las llevaron a desarrollar estados de ansiedad y les provocaron bajas laborales. La Universidad Pompeu Fabra ha remarcado que las denunciantes “actualmente no tienen ningún vínculo laboral ni académico con la UPF” y ha reafirmado su “compromiso contra el acoso en cualquiera de sus formas”.

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Las cuatro denunciantes afirman que no han sido las únicas víctimas del acoso, sino que otras investigadoras de la universidad también han sufrido situaciones similares. El Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans, por su parte, ha denunciado el caso en su cuenta de Twitter, donde muestra su apoyo a las mujeres y denuncia que “de nuevo nos encontramos con una universidad inactiva que, lejos de ofrecer una solución a las víctimas y hacer frente al catedrático, se desentiende de las agresiones con excusas vacías, lo que la convierte en cómplice”.

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