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JUECES
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Luis Pascual Estevill: De pastor de cabras a chantajista de la burguesía catalana

Fallece a los 89 años el juez extorsionador a quien Pujol aupó al Consejo General del Poder Judicial

Lluís Pascual Estevill (izquierda) y Joan Piqué Vidal, durante un juicio.
Lluís Pascual Estevill (izquierda) y Joan Piqué Vidal, durante un juicio.JORDI BARRERAS
Francesc Valls

Extorsionador de empresarios, juez, vocal del Consejo General del Poder Judicial, abogado, camarero del exclusivo y desaparecido restaurante barcelonés La puñalada y pastor de cabras fueron algunas de las actividades desempeñadas por Luis Pascual Estevill, que falleció el pasado jueves a los 89 años de edad.

Nacido en la localidad de Cabacés –según el referéndum vecinal celebrado en el bar del pueblo– o Cabassers –de acuerdo con la toponimia del Institut d’Estudis Catalans–, los orígenes de este exjuez en un pueblo del corazón del Priorat fueron muy humildes. Luis Pascual Estevill se dedicaba a pastorear cabras. Pero no se resignó. A los 33 años obtuvo el título de abogado y pasó a ejercer con los grandes. Trabó amistad con Joan Piqué Vidal, un destacado exponente del grupo de las “togas de oro” de Barcelona y defensor de Jordi Pujol en el caso de Banca Catalana. Ambos velaron como abogados por los intereses de empresarios que resultaron ser delincuentes económicos, como el padre de Javier de la Rosa. Estevill tuvo como clientes al conde de Güell o al marqués de Sentmenat. Y todo ello le permitió afinar gustos. Poco a poco el ascensor social le llevó a ampliar perspectivas: intentó ser procurador en las Cortes franquistas por Tarragona y con la democracia, senador del Centro Democrático y Social (CDS) por la misma provincia. Pero fracasó en ambas empresas. Sin embargo, tras cuatro años en juzgados de instrucción de Tarragona y Barcelona, en 1994 fue aupado por CiU al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). “Vaya impresentable nos habéis enviado”, le dijo Pascual Sala, entonces presidente del CGPJ, a Miquel Roca, valedor de la candidatura de Estevill junto a Macià Alavedra, exconsejero de Economía.

En su trayectoria profesional, Estevill logró sentarse en la mesa de los grandes abogados –Octavio Pérez Vitoria o Gonzalo Quintero– a los que había servido como camarero en La puñalada. Como letrado de prestigio –el llamado cuarto turno– accedió a la judicatura. Conocedor de las virtudes y sobre todo de las flaquezas de la burguesía catalana, se dedicó a exigir pagos a empresarios si no querían ingresar en prisión. Continuó la fructífera joint venture con el letrado Piqué Vidal, que actuaba de defensor. Numerosos prohombres catalanes pasaron por caja. En 1996 fue condenado a seis años de inhabilitación por prevaricación y en 2001 a siete años por delito fiscal. En 2005 el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña lo sentenció a nueve años y cuatro meses por cohecho, prevaricación y detención ilegal, además de una multa de 1,8 millones de euros. Según el TSJC, ocho empresarios se libraron de prisión a cambio de sobornos al juez. La sentencia considera probado que al menos en dos de estos casos, Estevill cobró cerca de medio millón de euros, que fueron ingresados en una cuenta en Suiza.

José Felipe Bertrán de Caralt, expresidente de la cementera Asland, fue la piedra en el zapato que se encontró Estevill. El empresario fue uno de los chantajeados en 1993 y, al negarse a ingresar 50 millones de las antiguas pesetas en una cuenta en Suiza, pasó 25 días en prisión. Bertrán de Caralt no tuvo reparos en admitir que él y varios directivos de su empresa cometieron delito fiscal, pero se negó, en sus propias palabras, a “ponerse de rodillas” ante esa sociedad perfecta en la que “Estevill era el perro, pero quien lo soltaba para morder era el abogado Piqué Vidal”, ilustraba el expresidente de la cementera.

“Todo el mundo debería pasar unos días en prisión para saber qué es la vida”, concluyó positivo el ex directivo de Asland. Y así fue para Pascual Estevill, quien a pesar de las condenas gozó del tercer grado penitenciario y desde 2009 dormía en su domicilio. Capaz de hacer amigos entre barrotes, en 2007 y en la cárcel de Quatre Camins fue testigo de la boda de un sargento de la Guardia Civil condenado a 10 años de cárcel por tráfico de drogas. En junio de 2015 compareció ante una comisión del Parlament sobre corrupción y tuvo palabras de elogio para Jordi Pujol: “Fue un gran presidente”.

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