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El conflicto en Ucrania ya impacta en ganaderos y hoteleros catalanes

El 35% del maíz importado en Cataluña proviene del país invadido por las tropas rusas

Josep Catà Figuls
La playa de Salou (Tarragona), en agosto de 2020.
La playa de Salou (Tarragona), en agosto de 2020.Josep LLuis Sellart

El ataque ruso contra Ucrania ya empieza a tener un impacto sobre las empresas en España. La energía ya está subiendo de precio, pero también otros productos. Pese a que Ucrania y Rusia no son socios muy importantes para la exportación, sí tienen una relevancia clave para las importaciones: los campos ucranios, a los que muchos se refieren estos días como “el granero de Europa”, son efectivamente uno de los principales polos de producción de cereales, indispensables para la alimentación humana, pero también para el pienso de los animales, lo que pone en apuros al sector de la ganadería, que ya nota un encarecimiento. También está inquieto el sector turístico ante la más que probable pérdida de unos visitantes muy preciados.

La inquietud va acompañada de la incertidumbre entre el empresariado catalán. La Cámara de Comercio de Barcelona consideró el viernes “más que previsibles” las consecuencias económicas del conflicto, e instó a los gobiernos a tratar de mitigarlas y este sábado ha sido el Consejo General de cámaras de Cataluña el que ha añadido su preocupación por el impacto que puede tener en el tejido empresarial catalán y en la crisis energética que ya está en marcha.

Cristina Serradell, directora de internacionalización de Acció (la agencia empresarial de la Generalitat), destaca que el impacto será a dos niveles, el de las empresas con relación directa, y el de la globalización. En el primer ámbito, las exportaciones catalanas a estos dos países (principalmente ropa, maquinaria, perfumería y cosmética) no son muy importantes: las que van a Rusia suponen el 0,8% del total, y las que van a Ucrania el 0,2%. Hay 643 empresas catalanas que exportan de forma regular a Rusia, y 417 que lo hacen en Ucrania.

El porcentaje de las importaciones rusas y ucranias en el conjunto de productos que compra Cataluña también es muy bajo (un 0,6% y un 0,4% respectivamente), pero están muy especializadas: de Rusia se importa básicamente combustible y de Ucrania cereales y aceite de girasol. “Un 35% de todo el maíz que importamos viene de Ucrania, y un 44% del aceite de girasol viene de ahí. En este sentido hay una dependencia relevante, y ya hay un encarecimiento en los mercados a futuro”, destaca Serradell.

La asociación de agricultores y ganaderos JARC expresó el viernes su preocupación, ya que Cataluña “necesita grandes entradas de maíz para generar el alimento de los animales de granja”. El precio de la cotización del maíz y la cebada ya ha aumentado un 10% en Mercolleida. Todo llega en un contexto de subida de precios. “Este conflicto aún encarecerá más los precios, y aunque España no sea tan dependiente del gas ruso, el incremento de precios será globalizado”, alerta Serradell, que, sin embargo, muestra una ventana de optimismo: “En 2014 Rusia prohibió las importaciones de carne de cerdo de la Unión Europea [por la crisis de la peste porcina africana], algo que afectó mucho a la industria cárnica catalana. Pero se recuperó buscando nuevos mercados, uno de ellos el chino. Por eso siempre decimos a las empresas que cuánto más diversifiquen mercados, mejor”.

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Un tanque ruso realiza ejercicios militares al oeste de Moscú a principios de febrero.Foto: Reuters | Vídeo: EPV

También el sector turístico, que esperaba levantar cabeza este verano tras la pandemia, está preocupado. En 2019 visitaron Cataluña más de 200.000 ucranios y 795.000 rusos, que gastaron en total más de 1.160 millones de euros, según los datos oficiales. Los destinos preferidos son la Costa Daurada (representan hasta el 7% de las pernoctaciones totales en la provincia de Tarragona), y la Costa Brava. Ambos destinos perdieron estos visitantes con la pandemia, pero confiaban en empezar a recuperarlos este verano y habían puesto en marcha campañas específicas. De hecho, el Aeropuerto de Barcelona había anunciado que tendría este verano la mayor capacidad de rutas con Ucrania, con hasta siete operadores y 37 vuelos semanales. Todas han sido canceladas ya.

“Ahora que empezaba a reactivarse, esto nos perjudica. No solo porque no vendrán turistas rusos o ucranios, sino porque clientes potenciales de alrededor del mundo verán Europa con recelo. Cuando la guerra de Irak, me acuerdo que se cancelaban grupos de estudiantes a las Baleares”, explica Martí Sarrate, presidente de la patronal de agencias de viaje Acave. La crisis de Ucrania en 2014 ya dejó huella en el turismo y ahora Sarrate destaca también los esfuerzos que se habían hecho por recuperar el turismo ruso, “que tiene un gasto diario muy importante, una estancia mínima de diez noches, y hacen visitas culturales y gastronómicas”. Manel Casals, director del Gremio de Hoteles de Barcelona, coincide en que el sector “es muy sensible”, y que el conflicto “generará mucha inseguridad a la hora de viajar”. En Barcelona, el cliente ruso no es de los más numerosos, pero es importante, y ya cuando hubo la crisis del rublo se notó su ausencia.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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