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La invasión rusa de Ucrania amenaza la recuperación mundial

La subida de la energía y otras materias primas como el trigo amenaza con intensificar la ola inflacionista. La UE es uno de los mercados más expuestos a una guerra de sanciones con Moscú

Estación central de ferrocarril de Kiev, a donde cientos de residentes llegaban este jueves para salir de la ciudad. Foto: STRINGER (EFE) | Vídeo: EPV
Cristina Galindo

El estallido de la guerra en Ucrania pone a Europa a las puertas del mayor conflicto armado desde la II Guerra Mundial y constituye una amenaza para la recuperación de la economía internacional tras dos años de pandemia. El ataque lanzado por Rusia este jueves se traducirá, según los expertos, en mayores turbulencias en los precios de la energía y alimentará la actual ola inflacionista. Las subidas afectarán sobre todo a los países más dependientes de las importaciones de gas —como los europeos— y a los cereales que llegan desde la región. Aparte de Rusia, la UE es uno de los mercados más expuestos a una guerra de represalias.

El panorama en los mercados este jueves es un anticipo de lo que puede estar por llegar: el petróleo y el gas disparados, los cereales subiendo, las Bolsas fuertemente a la baja, la recuperación económica en duda. Todo ello en un contexto ya complicado por la incertidumbre sobre el impacto de una nueva ronda de sanciones desde Occidente. La magnitud del golpe a la economía mundial dependerá de la duración e intensidad del conflicto. “El principal canal de transmisión a la economía europea van a ser los precios de la energía”, vaticina Lorenzo Codogno, profesor de la London School of Economics y exsecretario del Tesoro de Italia.

La economía se enfrenta a corto plazo a un agravamiento de la inflación, que lleva meses atenazando la recuperación. “Vamos a ver cómo la inflación persiste y probablemente se produzca un endurecimiento de la política monetaria”, apunta Juan Carlos Martínez Lázaro, economista y profesor de IE University. “Es un escenario complicado para los bancos centrales”, añade. Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, recordó este jueves que los ataques llegan justo cuando Europa empezaba a recuperarse y el BCE pensaba en endurecer su política fiscal para atajar la inflación. “El impacto de la guerra que se cierne sobre Europa ha empañado el panorama mundial”, afirmó la alemana.

La inflación escaló en Estados Unidos al 7,5% en enero, el mayor ritmo en cuatro décadas, y un 5% en la zona euro, la cifra más alta desde 1997. La presión para subir los tipos de interés se va a intensificar, pero también existen dudas sobre si elevarlos o no, y hasta cuánto, sin frenar la recuperación.

“Una invasión a gran escala tendrá probablemente efectos en la economía global, por la combinación de las sanciones, las disrupciones de la guerra, y el impacto de posibles represalias rusas en los mercados de la energía”, explican en una nota los expertos de Eurasia Group. El centro de análisis calcula que el crecimiento en el mundo desarrollado podría verse reducido en un punto, mientras se agravan los problemas de las cadenas de suministro y los Gobiernos toman medidas más proteccionistas.

Una de las grandes claves económicas es el gas. Rusia y Ucrania, en conjunto, representan una parte modesta de la economía mundial. Pero Moscú tiene el gran poder de la energía, y la UE es altamente dependiente de ella. Europa compra a Rusia la mitad del gas que consume y casi una cuarta parte del petróleo. Los precios llevan meses subiendo y cada vez se cuestionan más las previsiones oficiales de crecimiento del PIB. JP Morgan, por ejemplo, acaba de rebajar su previsión del primer trimestre de la zona euro, del 1,5% al 1%.

Los expertos consideran poco probable que las sanciones occidentales penalicen con dureza al gas ruso, al menos hasta que se busquen fuentes de abastecimiento alternativas, algo muy complicado dado el volumen que Moscú envía a Europa. Tampoco hay indicios de que el Kremlin corte el grifo y renuncie a esos suculentos ingresos. Aunque Moscú incremente las ventas de gas a Pekín como ha estado pasando en los últimos meses, los gasoductos que van hacia China no tienen de momento la capacidad necesaria para compensar lo que se perdería en Europa.

El profesor de Economía José Manuel Corrales, de la Universidad Europea, destaca la importancia que ha tenido la paralización por parte de Alemania de la puesta en marcha del gasoducto Nord-Stream 2, cuyo anuncio provocó subidas del precio de la energía y ha sido una de las represalias más concretas y duras emprendidas en esta crisis contra Moscú. “Todo depende de la escala de la intervención, pero habrá enormes repercusiones económicas, porque la dinámica inflacionista puede afectar al proceso de recuperación, va a ser un lastre importantísimo, y se notará enseguida en la cesta de la compra”, explica.

La dependencia del gas ruso sitúa a Europa como uno de los mercados más expuestos a una escalada del conflicto y un eventual intercambio de sanciones entre ambos bloques, según los expertos. Todavía falta conocer el detalle de las nuevas medidas de castigo de UE y EE UU para saber si afectarán a las empresas e inversores occidentales que trabajan con Rusia.

Consciente de la relevancia de las relaciones comerciales y la dependencia del gas, la UE ha dicho que la imposición de sanciones será paulatina y por etapas. La UE compra casi el 40% de las exportaciones de bienes que realiza Rusia, pero casi el 70% de este total es gas, petróleo y carbón. “Alemania e Italia son los países más expuestos, por el gas y el petróleo”, explica Lorenzo Codogno. Energía aparte, el volumen de exportaciones de sector manufacturero a la UE es poco significativo: ronda los 25.000 millones. La venta de bienes son otros 10.000 millones. Aunque hay posibles efectos. Por ejemplo, la rusa MC Norilsk Nickel es el mayor productor mundial de paladio, un metal importante para la industria del automóvil, que ya está sufriendo la escasez de semiconductores. Es poco probable que las sanciones occidentales apunten a este sector.

Por el contrario, las exportaciones de la UE a Rusia sí conllevan cierto valor añadido, y son importantes para la industria del este del continente. El 88% del total son bienes manufacturados, unos 78.000 millones de euros anuales, la mitad vehículos y maquinaria. No es probable que haya sanciones dirigidas ahí, pero Moscú sí podría dar la espalda a estas importaciones y mirar hacia China.

Los cereales son también importantes. Rusia y Ucrania son responsables del 30% de las exportaciones mundiales de trigo. El mar Negro es uno de los grandes canales de distribución de este cereal. Ucrania es, además, un gran productor de maíz y cebada. Este jueves los precios de los cereales alcanzaron su mayor nivel desde julio de 2012. Los economistas consideran que los países avanzados pueden lidiar bastante bien con esta situación, aunque incremente la inflación. Pero el impacto puede ser devastador para economías más frágiles. “Un incremento de los precios o el desabastecimiento pueden desatar una crisis en el norte de África u Oriente Próximo”, alerta Corrales.

La cautela a la hora de imponer sanciones hasta ahora, para que no perjudiquen a Occidente, hace poco probable que de momento se active lo que Juan Carlos Martínez llama “el botón nuclear”. Es decir, que se prohíba a Rusia el acceso al sistema de pagos mundial SWIFT, que utilizan más de 11.000 instituciones financieras en más de 200 países. Esta medida afectaría mucho a los bancos rusos, pero las consecuencias son complejas. La prohibición de SWIFT dificultaría que los acreedores europeos pudieran recuperar su dinero prestado, aunque Rusia ha estado creando un sistema de pago alternativo. Los bancos europeos —en particular los de Austria, Italia y Francia— son los más expuestos del mundo a Rusia.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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