La época azul de Picasso, al desnudo en su museo de Barcelona
El centro dedicará en 2022 una exposición al galerista Daniel-Henry Kahnweiler, crucial en la difusión del pintor malagueño, con fondos del Pompidou
Pablo Picasso, como muchos otros prolíficos artistas, cambio de manera de pintar en relación con su trayectoria vital y el contexto de la época. Tras una etapa inicial de formación comenzó su primer periodo, la llamada época azul (entre 1901 y 1904) marcado por hechos como el suicidio de su gran amigo Carles Casagemas y la vida en la capital francesa en la que comenzó a viajar con asiduidad desde Barcelona. Los personajes que pintó en ese momento en obras inundadas de tonos azules son vagabundos, pobres y prostitutas, pero también, y como durante todos sus periodos, personas que están cerca de él: su familia y sus amantes y esposa. Todos cargados de gran melancolía.
A este periodo (al que le siguieron otros como la época rosa, el cubismo, el neoclasicismo, el surrealismo o el expresionismo… en los que siempre creó escuela y seguidores) le dedica el Museo Picasso de Barcelona una de las exposiciones más destacadas de esta temporada: Picasso proyecto azul (abril-septiembre); una muestra en la que se somete a todo tipo de estudios e investigaciones y se desnuda la forma de crear de Picasso a partir de cuatro obras del periodo azul que tiene el museo: Jaume Sabartés con quevedos (1901), Naturaleza muerta, las dos de 1901 y La copa azul y El ciego, las dos de 1903. La última, un dibujo de 14,5 por 10 centímetros realizada en tinta y lápiz sobre tarjeta postal, fue comprada por el Ayuntamiento de Barcelona el pasado mes de octubre por su interés por estar conectada con obras maestras de este periodo como es La comida del ciego (en el Metropolitan de Nueva York) y El mendigo ciego (en el Fogg Art Museum de Harvard).
Con ayuda de la tecnología se descubre el proceso creativo, los materiales y la distribución de las capas, así como la reutilización de las telas como evidencia el retrato de Sabartés. La comisaria de la muestra, Reyes Jiménez, responsable del departamento de conservación del centro, explicó este miércoles que los trabajos se han realizado junto a centros como la National Gallery of Art de Washington y el Instituto Nero Carrara de Florencia. Para mostrar que, cómo siempre, hay momentos de transición, son básicos los trabajos realizados en obras como Naturaleza muerta y Azoteas de Barcelona, de 1903. “Los estudios permiten fijar fechas que estaban en el aire de la llegada a París de Picasso”, apunta Jiménez, sin desvelar más de las aportaciones que se podrán ver en la muestra.
Esta exposición técnica, pero muy divulgativa, arrancará el año expositivo que cerrará, en noviembre, otra exposición importante: la dedicada al galerista alemán Daniel-Henry Kahnweiler al que tanto le debe la difusión de Picasso y de otros artistas como Josep Togores y Manolo Hugué, que apadrinó, además de Juan Gris y Fernand Léger. Comisariada por Brigitte Leal, mostrará, a partir sobre todo de fondos del Pompidou de París, su personalidad y su actividad como marchante (cuando abrió en 1907 hasta 1914 fue el primero en exponer el cubismo), como editor, publicando exquisitos libros sobre poetas y pintores cubistas también, como Apollinaire y Derain o Max Jacob y como escritor, a través de más de 200 obras de artistas de las tres galerías que tuvo Kahnweiler.
Él fue el responsable, por su relación con la galería Gaspar que en Barcelona, que en plena dictadura se pudiera admirar en 1960 la obra de Picasso, un pintor rojo odiado por el régimen. También que un ejemplar de cada tirada de su obra gráfica se enviara de forma puntual a Jaume Sabartés, según deseos de Picasso; una colección que luego pasó a formar parte del núcleo fundacional del museo barcelonés.
La exposición, que podrá verse hasta marzo de 2023, será el pistoletazo de salida de la participación del Museo Picasso de Barcelona en la conmemoración internacional del 50 aniversario de la muerte de Picasso (y los 60 años del museo barcelonés) a lo largo de todo el próximo año. Este centro participará en este efeméride con una gran exposición centrada en la amistad de Picasso y Miró. Se verá en otoño y será una muestra con “400 o 500 obras de peso”, dijo Emmanuel Guigon, director del Museo Picasso de Barcelona, que organizará de forma conjunta la muestra con la Fundación Joan Miró. “Picasso y Miró tienen lenguajes muy diferentes, pero se respetan y admiran mutuamente y comparten Barcelona, las mismas raíces y referencias del surrealismo de una manera poca ortodoxa, además de los mismos amigos”, explicó Guigon, sin querer avanzar muchos más.
Antes, en junio, dentro de la programación de este 2022, podrán verse otras dos exposiciones; una sobre la importancia de Brigitte Baer en relación con los grabados del pintor. Picasso fue uno de los mejores grabadores del siglo XX y Baer fue la responsable de realizar su catálogo razonado, una labor titánica que le llevó muchos años. Sus archivos, formado por unas 12.000 fichas y fotografías, están depositados en el museo barcelonés. “Era la Google de los grabados de Picasso, todo el mundo le preguntaba por qué lo sabía todo”, aseguró Sílvia Domènech, responsable del Centro de Conocimiento e Investigación del museo.
Otro material que también se custodia en este centro son las 600 fotografías que realizó Lucien Clergue a Picasso. Ya se mostraron en 2016, pero ahora (en junio también) se podrán ver todas las imágenes poniendo en valor la calidad de este fotógrafo francés, más allá de su amistad con el pintor.
En otoño el museo contará con un invitado de lujo, el camerunés Barthélémy Toguo, que realiza muchas de sus obras centradas en la inmigración, el exilio y la naturaleza. “Cuando creó su obra Ruanda 1994 pensaba en el Guernica. Este artista que realiza obras con gran conciencia política, no para decorar, convivirá con las obras del museo para crear nuevas piezas surgidas del diálogo y se podrán ver en una exposición”, explicó Guigon.
Guía Picasso-Barcelona
A finales de año también se presentará un proyecto por el que el museo lleva tiempo trabajando: la guía Picasso-Barcelona, en la que se referencian 170 puntos de la ciudad vinculados con el pintor. “Incorpora los resultados de las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años, y busca ser una lectura global de la relación del artista con la ciudad”, explica Claustre Rafart, responsable de esta nueva publicación.
El museo, que antes de la pandemia rondaba el millón de visitantes al año, busca recuperar la normalidad tras lo más duro de la covid. Las cifras del año pasado, de unos 300.000 visitantes, hablan de recuperación (unos 100.000 en 2020). De hecho, en los últimos meses (que suelen ser flojos en cuanto afluencia de público), rondan las 1.000 personas diarias. También han cambiado el tipo de visitantes. Antes la gran mayoría eran extranjeros, ahora, aseguran, el 25% son barceloneses o del área metropolitana.
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