A la venta un dibujo de Picasso preparatorio de la gran obra del periodo azul ‘La comida del ciego’

A la obra de Pablo Picasso que se subasta el próximo 7 de octubre en Subarna se le puede aplicar aquello de “pequeño, pero matón”, en el buen sentido de la palabra. Se trata del dibujo titulado El ciego realizado a tinta y lápiz de color azul en una tarjeta postal de apenas 14,5 por 10 centímetros, que es uno de los que Picasso realizó preparatorios de una de las obras más destacados del periodo azul La comida del ciego de 1903, que se exhibe en The Metropolitan Museum of Art de Nueva York; una pequeña obra que se ha conservado en manos de particulares en Barcelona.

“Es habitual que lleguen clientes diciendo que tienen en casa una obra de Goya, Sorolla o Picasso, pero pocas veces pueden aportar ningún certificado, pero a primera vista ya vemos que se trata de una copia o una reproducción moderna”, explica Juan Carlos Bejarano, uno de los expertos en pintura de la casa de subastas Subarna en Barcelona (Diputació, 278) que vende la pieza. Pero, en este caso no fue así. “Vimos que había mucha seguridad en el trazo y en la firma y al desmontar el cuadro y poder analizarlo comprobamos que estaba realizado en una tarjeta postal, un material muy humilde y en consonancia con las estrecheces económicas que padecía Picasso esos años”.

La obra está documentada en la biblia de Picasso, en el primer volumen que escribió Christian Zervos en 1932. “Al consultar el catálogo razonado aparece junto con otros dibujos preparatorios de esta obra de la época azul”, prosigue Bejarano. Lo curioso es que la firma que aparece en la reproducción de Zervos era falsa “no se sabe quién ni cuándo se hizo” y años después, a finales de los años 50 o comienzos de la década de 1960, Picasso le estampa una forma auténtica. “Por lo que es la primera vez que se puede ver esta obra en color y con la firma autógrafa de Picasso”, remarca Bejarano. Subarna ha fijado su precio de salida para adquirirla de 40.000 y una estimación de venta de 100.000 euros.

El experto también ha establecido que esta obra la realizó Picasso en Barcelona, en concreto en la localidad de Tiana, donde se alojaba en casa de la familia Reventós. Lo sabe por una carta que le escribió a su amigo el poeta francés Max Jacob en agosto de 1903: “Estoy pintando a un ciego en una mesa. Sostiene un trozo de pan en la mano izquierda, mientras que con la derecha alcanza una jarra de vino. Hay un perro cerca que lo mira. Estoy bastante contento con él, [aunque] aún no está terminado”, le escribió. “Se refiere a la obra definitiva, pero esta y las otras preparatorias tienen que ser coetáneas”, apunta.

Bejarano ha seguido el rastro de esta pieza. Según está documentado, porque Zervos así lo recoge, era de la colección de los hermanos Junyer Vidal, grandes amigos y coleccionistas de Picasso. Luego, de la mano de un amigo de ellos, el pintor Domingo Olivé, pasó a una de sus discípulas, Maria Vall Mundó; una pintora muy desconocida fallecida en 1964 de la que Subarna vende en la misma subasta una de sus obras, Pueblo costero, con un precio de salida de 200 euros. Tras la muerta de ella pasaría a la colección particular barcelonesa que ahora lo pone a la venta.

En cuanto al tema representado Bejarano explica que la ceguera fue algo recurrente en la producción picassiana, recogiendo las explicaciones de dos de los máximos expertos en el artista, Roland Penrose y John Richardson. “Por un lado Picasso tenía miedo de quedarse ciego a través de la sífilis, ya que era un asiduo de los prostíbulos parisinos”. Además, recuerda: “En aquel momento su padre, también artista, estaba perdiendo la visión”.

Esta obra, concluye el experto, forma parte de lo que Richardson calificó de “martirios contemporáneos” representados en obras como El asceta, El viejo guitarrista, Tragedia, además de El mendigo ciego y la obra cumbre del periodo azul, La Vida, todas pintadas en 1903. “Son imágenes de vejez, miseria y ceguera, que tienen mucho de influencia de El Greco y Luis de Morales, por lo que acaban siendo una especie de nuevos santos y santas”.

La obra pintada en los alrededores de Barcelona podría terminar en esta ciudad, si el Museo Picasso de Barcelona, con obras de ese periodo como La mujer de la cofia y Jaume Sabartés con quevedos, de 1901, Azoteas de Barcelona y La copa azul, de 1902 y Mujer muerta y Desamparados, de 1903, tuviera interés por ella, como hizo recientemente por una carta que Picasso había escrito a Miquel Utrillo en 1901. Se vendió en la sala de subastas Setdart a comienzos de este año y fue adquirida por el Museo Picasso de París por 11.900 euros. A finales de septiembre se supo que la Generalitat, a petición del museo, había ejercido su derecho de tanteo y se la había quedado abonando esa misma cantidad.