Las mujeres invisibles de la fotógrafa Mary Ellen Mark
Foto Colectania dedica una muestra a la creadora norteamericana que centró su trabajo en los marginados sociales
Desde que a los nueve años cogió una cámara por primera vez hasta su muerte, Mary Ellen Mark (Filadelfia 1940 - Nueva York 2015) realizó dos millones de fotografías. La mayoría, protagonizadas por mujeres. Y casi todas con vidas difíciles y alejadas de lo convencional. Sean pacientes de un psiquiátrico en Oregón, trabajadoras sexuales en Bombay, misioneras en Calcuta y jóvenes madres solteras y drogadictas en Seattle. Y si no fuera por la fotógrafa, que las saca de su mundo marginal para que protagonicen sus imágenes, sus libros o sus películas serían invisibles y pasarían desapercibidas. Pero Mary Ellen Mark pone en el foco a estos personajes que casi siempre miran a la cámara interrogando al espectador.
Es lo que ocurre con las 93 imágenes, tomadas entre 1977 y 2011, que ha reunido Anne Morin para la exposición Mary Ellen Mark: Vidas de mujeres que puede verse (hasta el 31 de julio) en Foto Colectania de Barcelona, gracias a la colaboración de la Fundación Banco Sabadell. Una muestra que la pandemia ha hecho que sea estreno absoluto en Barcelona. Luego irá a Lenzburg (Suiza) y París. “No es la gran retrospectiva, pero explica bien su trayectoria. Murió en 2015 y es importante que siga en escena porque en demasiadas ocasiones la obra de las fotógrafas, cuando desaparecen, tiende a ir a la deriva”, explica Morin.
El trabajo de Mary Ellen Mark, publicado en revistas y diarios como Vanity Fair, Life, New Yorker, Rolling Stone, The New York Times, 18 libros y numerosas exposiciones, la han convertido en una referencia del fotoperiodismo y la fotografía documental, destacando su visión ética y humana, su proximidad y su empatía con los fotografiados.
Desde que llegó a Nueva York en 1966 comenzó a fotografiar movimientos y protestas por la guerra de Vietnam, las que defendían la liberación de la mujer y los derechos LGTBI. “Solo me interesa la gente marginal, los más débiles”, aseguraba. Entre los personajes que se asoman a sus fotografías, difíciles de olvidar, muchos niños y adolescentes, “personas pequeñas”, como a ella le gustaba decir. Entre ellos, Amanda, de nueve años, de Carolina del Norte y que, entre juego y juego, no paraba de fumar, delante de su madre a la que controlaba completamente. “Cuando fui a despedirme de ella estaba con su prima Amy en una piscina inflable descansando para fumar un cigarrillo”, recuerda la fotógrafa de su experiencia en 1990.
Miembro de la prestigiosa agencia Magnum entre 1977 y 1981, Mary Ellen Mark se implicaba con los personajes que sacaba del anonimato. En 1979, para confeccionar su serie Ward 81 vivió durante seis semanas con los pacientes de la sala de seguridad femenina del Hospital del Estado de Oregón y convivió también tres meses con las prostitutas de una de las calles de Bombay para ganarse su confianza y poder hacer en 1981 Falkland Road.
“No les hacía una foto y se iba y se desentendía de sus problemas. Siempre volvía. Les hacía un seguimiento a lo largo de los años. Se comprometía con las personas que retrataba. No los miraba desde arriba, sino de tú a tú. Su escritura fotográfica es frontal y directa”, asegura Morin.
Como la familia Damm, formada por cuatro personas y su perro Pitbull, que vivían en su automóvil en Los Ángeles y fotografió varios años hasta que todo acabó con denuncias de abusos a los pequeños por parte del padre.
Ninguna relación fue tan intensa como la que tuvo con Tiny, una joven de 13 años drogadicta y prostituta. La conoció en 1983 y siguió haciéndole fotos durante tres décadas, ilustrando el nacimiento de varios de sus diez hijos, cada uno de un padre diferente. Vivía en Seattle, ciudad ejemplo del “sueño americano”. Y allí Mary Ellen Mark retrata la pesadilla de este sueño. La primera vez que se vieron, la joven intentó huir pensando que la fotógrafa era policía. Luego se hicieron inseparables. En las fotos aparece Tiny adolescente y madura, ajada por los duros años de vida. La foto de Halloween en la que ella quería parecer “una puta francesa” se la hizo al año siguiente cuando volvió con su marido, el cineasta Martin Bell, para rodar el documental Streetwise, que acabó nominado a los Oscar. Se podrá ver en abril en la Filmoteca junto con Tiny: The life of Erin Blackwell que rodaron 30 años después.
En la exposición pueden verse otras dos de sus series: Indian Circus, basada en el mundo del circo y Twins, con imágenes desconcertantes protagonizadas por hermanos gemelos, “que representan los dos polos en los que evoluciona todo el espectro de su obra: la monstruosidad y lo grotesco”, explica la comisaria.
Otra vertiente del trabajo de esta fotógrafa, que no recoge esta exposición, es la relacionada con el cine. Trabajó durante años para el cine haciendo la foto fija de más de 100 películas. Por eso es fácil verla junto a actores y directores de Hollywood, unos trabajos que le permitían elaborar con libertad sus series de personajes marginales. Por trabajar con Milos Forman en Alguien voló sobre el nido del cuco accedió al hospital de Oregón que le permitió hacer su reportaje de las mujeres que estaban allí internas.
Mary Allen Mark vuelve, en realidad, a Barcelona. Ella estuvo en esta ciudad en 1986, donde documentó la vida de otros invisibles, la de las personas de etnia gitana que vivían en Poblenou.
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